_I want to keep this box," I said, grabbing the box quickly. My father exchanged glances with my mother and asked me:

_Do you know what is inside that box?

_No, but I want to keep it," I said confidently.

_Open it," my father ordered me. I was afraid to open it, because I still remembered my grandmother's order. However, I uncovered it. My surprise was great: inside was a set of teeth. They were my grandmother's teeth. After the initial surprise, I burst into tears. After all, there was a treasure inside the box and I had kept it. I had kept my grandmother's smile.

*All images are free of charge and text was translated with Deepl

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La caja
_¡Cuidado con esa caja! -expresó mi abuela con tono autoritario. Mis hermanas y yo jugábamos a las escondidas y yo había intentado meterme debajo de la mesa. Con el regaño, todas nos quedamos paralizadas cuando la idea era buscar un lugar para escondernos. Mis ojos fueron directo a una pequeña caja negra que estaba sobre la mesa. Aunque aquella caja era común y corriente, las palabras de mi abuela despertaron una curiosidad en mí ¿Qué habría dentro de aquella caja?

Como si nunca la hubiese visto antes, la caja comenzó a existir para mí a partir de ese instante. Muchas veces intenté abrirla, pero los ojos de mi abuela detenían mi acción como si tuviera un poder paralizante en la mirada:

_Deja esa caja donde está. No la toques -ordenaba mi abuela cada vez que me veía cerca de la mesa.

_Yo solo estoy viendo, abuela -mentía como solo pueden mentir los niños: con una ingenuidad que daba risa.

La cajita estaba cerrada con un pequeño broche de hierro. Alrededor de ella, había siempre un vaso con agua, medio lleno; también había un frasco verde con olor mentolado y unos ungüentos que servían para picaduras de insectos, asma y dolor de cabeza.
Mis ojos no se detenían en ninguno de los otros objetos encima de la mesa, ni siquiera en la virgencita con mirada triste que tenía un niño en los brazos, solo en aquella caja que a simple vista no tenía nada de especial, pero que en mi imaginación, guardaba un gran secreto.

Creo haber soñado varias veces con aquella caja. En cada sueño yo buscaba la caja y ésta desaparecía. También, en varias oportunidades, pensé abrirla a escondida de mi abuela, pero el miedo y el respeto a la orden que me habían dado no me dejaban llevar a cabo mis planes.

Con el tiempo, mi abuela, que había vivido toda su vida con nosotros, se fue para la casa de su hija menor porque ésta le había pedido que la ayudara a cuidar a los niños. Como ya nosotras, todas hembras, estábamos grandes, ella aceptó la invitación gustosamente. En la mudanza, mi abuela se llevó todas sus cosas, incluso aquella cajita negra de plástico.

Con los meses, le avisaron a mi padre que mi abuela se había caído en el baño y que no podía levantarse. Como mi tía no podía darse cuenta de ella, mi padre la llevó nuevamente a la casa.

A raíz del golpe, mi abuela casi ni hablaba, le dábamos comída líquida y se tenía que levantar con ayuda. Aunque hicimos lo imposible para que ella no estuviera triste, mi abuela se fue apagando como se apaga una vela. Postrada en la cama, duró un mes. Murió un 4 de julio, por la mañana y yo tenía 15 años.

Después de los actos fúnebres, volvimos a casa todos desconsolados. Al día siguiente, mi tía llegó en su carro y dijo que había llevado todas las cosas de mi abuela por si mi papá se quería quedar con ellas. Mi padre tomó los bolsos y los llevó a la antigua habitación de mi abuela y allí comenzó a sacar cada pieza. Mientras él sacaba las pertenencias de mi abuela, yo visualicé la cajita entre otros objetos y todos los recuerdos se apretaron en el pecho y en la mente.

_Yo quiero quedarme con esta cajita -dije yo, agarrando la caja rápidamente. Mi padre intercambió la mirada con mi madre y me preguntó:

_¿Tú sabes lo que hay dentro de esa caja?

_No, pero quiero quedarme con ella -expresé de manera segura.

_Ábrela -ordenó mi padre. Yo tuve miedo de abrirla, porque aun recordaba la orden de mi abuela. Sin embargo, la destapé. Mi sorpresa fue mayúscula: adentro estaba una dentadura. Era la dentadura de mi abuela. Después de la sorpresa inicial, me puse a llorar. Al final, si era un tesoro lo que guardaba la caja y yo me había quedado con él. Yo me había quedado con la sonrisa de mi abuela.