El pintor, la psiquiatra y el baño del club.

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Era el final de otra semana y Ana estaba cansada: cansada de tantos pacientes con tantos problemas. Lo único que ella necesitaba era un buen trago para comenzar el fin el semana.

Decidió llamar a sus amigas al salir de la oficina para reunirse con ellas en su club nocturno favorito.

Era viernes por la noche, el turno de Roberto estaba a punto de terminar cuando su jefe le dijo que el personal de mantenimiento ya había terminado de reparar uno de los baños, y estaba listo para que él pintara las paredes antes de irse.

Estaba cansado y molesto, lo último que quería hacer un viernes por la noche era pintar la pared de un baño. Pero, hizo su trabajo y fue a la sala de suministros a buscar la pintura, puso un letrero afuera del baño para mostrar que estaba fuera de servicio y comenzó a pintar.

Ana ya estaba en el club nocturno, quería estar allí temprano para aprovechar la promoción de free flow. Un trago, dos tragos, tres tragos. La música estaba a todo volumen, tenía el cabello suelto y sentía que todos los problemas que sus clientes le causaban se habían ido.

Roberto estaba en el baño pintando las paredes, simplemente vibrando con la música, disfrutando de la energía que venía del exterior. Al menos no estaba atrapado en el tráfico.

La fila fuera del baño de mujeres era larga, como de costumbre. Ana no podía esperar.
Echó un vistazo al pasillo del otro lado, sabía que ahí esta el baño para el personal, vio que tenía un letrero que decía “fuera de servicio”, pero pensó que era solo un letrero para distaer a otras personas y no pudieran usarlo.

Miró a su alrededor y decidió entrar, cuando abrió la puerta lo vio; sin camisa, en jeans y cubierto de pintura.

- No puedes estar aquí, ¿no viste el cartel afuera?
-* Sí, lo hice. Pero, solo estaba revisando y, por lo que puedo ver, no está fuera de servicio.*
- ¿Cómo puedes estar segura?
- Bueno, estás pintando, lo que significa que está listo para ser usado.
- ¿Mmm, eres una cerebrito?…
- Oh, vamos! tomaría un minuto, la fila afuera del baño de mujeres es súper larga.
- Está bien, pero no puedes decir nada.

Ana hizo un gesto con los labios, simulando que los cerraba con una cremallera.
Él pensó que ese gesto era divertido y lindo.

- Entonces, ¿por qué estás pintando tan tarde? - Pensó en entablar una conversación para que él no pudiera oírla orinar.
- ¿Por qué me preguntas eso?
- Solo conversando.
- El otro tipo terminó tarde, y me dijeron que lo hiciera ahora.
- ¿Siempre haces lo que te dicen?

Ana no podía creer que lo hubiera dicho eso, pero dicho estaba. Ella esperaba que él tuviera una respuesta inteligente para ello.

- Depende.
- ¿De qué?
- ¿Quién pregunta?
- Yo estoy preguntando.
- Sí, lo hago. ¿Qué tengo que hacer?

Ana abrió la puerta del baño e hizo una señal con la mano pidiéndole que entrara.

No lo dudó, entró al baño, la agarró del cuello y la besó. Ella se rindió a su beso, era varonil, era fuerte.

La levantó y la empujó contra la pared, ambos se miraron, no había nada que decir, ambos sabían lo que estaba a punto de suceder.

Besos profundos y rápidos, mordiscos en el cuello. La ropa estaba en camino. Él le bajó los pantalones, ella abrió la boca y gimió cuando él comienzó a comerla.

No lo podía creer, estaba allí en su trabajo, comiéndose a una completa extraña. Podría perder su trabajo, alguien podría entrar y verlos. Pero, no le importaba, su mente estaba demasiado nublada de deseo por esta mujer.

No pudo resistirse, debe tenerla. Se baja el pantalón, la agarra en el aire y se empuja hacia ella.

Cerraron los ojos, él pudo ver lo que ella quería.

Estaba llena de éxtasis, su mente estaba tan nublada como la de él. Solo sentía un deseo por ese hombre, lo quería.

Ella lo abrazó con fuerza al cuello, lo besó y dejó que él la agarrara en el aire y la empujara contra la pared.

Ambos gimian mientras se miraban a los ojos, se sintieron el uno al otro.La penetró, una vez, dos veces, tres veces, tantas veces.

El ritmo de la música que venía de fuera del baño les estaba dando la banda sonora perfecta para ese momento. Dos extraños, una noche y una oportunidad perfecta que no se podía perder.

Podían sentir cómo sus cuerpos temblaban, su respiración se agitaba y el clímax estaba cerca. Un beso más, una última embestida, y el baño se inundó con un grito de placer animal.

Un último aliento profundo y pesado, y una sonrisa un poco tímida el uno al otro, sus pies tocaron el suelo de nuevo.
Él se subía los pantalones de nuevo, ella iba a subirse los suyos también cuando tuvo un último loco pensamiento, en lugar de subir sus bragas, decidió ponerlas dentro del bolsillo de él.

Ana beso en su mejilla y ella se subío los pantalones, salió, se lavó las manos, caminó hacia la puerta, se dio la vuelta y le guiñó un ojo.

Roberto estaba aún dentro del cubículo del baño, con los jeans desabrochados, inmóvil, en estado de shock por lo que acababa de suceder, se lavó las manos y volvió a pintar las paredes.

Ana regresó a la pista de baile, ordenó la última copa de la noche, se despidió de sus amigos y se fue a casa.

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Photo by Vadim Artyukhin on Unsplash



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Un relato de una imaginación sexual muy bien lograda, en su motivación, personajes y circunstancias. Gracias por el momento, @natalialove.

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Qué intenso relato. Sin duda, esta fue una experiencia inolvidable para ambos personajes.
Buen trabajo, @natalialove. Saludos.

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