_{Escrito escuchando la canción: Wellerman de Nathan Evans.}

No es ansiedad lo que siente mi cuerpo, he vomitado por cuarta vez en la mañana, ¿memorias del presente o pasado? Aprende a contestar ante los golpes del escarnio. El piano puede que se convierta en una posibilidad.

—Un niño alocado—.

Escenario para bailar o hacer un buen TikTok, una vez más, ¿saben cuál es la canción? La simple respuesta es la del prefacio inicial: —Nathan Evans, Wellerman. Los tacones se escuchan al caminar todas las mañanas y en las tardes.

—“¿De quién me enamoraré? ¿Existe esta posibilidad…?”

Mi mamá me dijo en una ocasión: —los hombres siempre mienten—, pero no sé si esta afirmación es verdadera. Soy tan inmaduro y debo reflejar mi buena bondad. Me he colocado la corbata de color negro, y es que esta historia iba a ser de anorexia, pero mira en donde va todo.

Inglaterra es una gran ciudad o quizás el nombre es: —¿Reino Unido? ¿Quién me puede ilustrar? Parece que la combinación que elegí me llevara a comer una buena ración de pasta, pero no es una de Italia.

Mi cámara fotográfica reaccionó, es que sueño en la propia mesura de la satisfacción de reír en esplendor. Es como ser una inundación de ritmos en este espacio de cuatro paredes, dos blancas y, las restantes son de azul turquesa.

Bailé para un buen TikTok, sostienen en las noticias que el S&P 500 se hundió, y BTC reaccionó. —Empieza a latir mi corazón—. Ha sonado el teléfono mientras camino con las costumbres latinas en una nación europea con características irlandesas. “¡Amo mi bolsillo en esta ocasión!” Las risas salen a carcajadas, la gente me mira y es que soy un loco sensual.

¡Loco latino que emana fugacidad!

Un tren está pasando, “¡perdón!” Es un tren vía en esta ocasión, los pasos van de forma sistémica. Qué bonita es la ciudad, mire ahí está una tienda de convivencia, dice: —entre sí es latino—.

Un arrojo de cosas de una nación bohemia, pero como soy caribeño de una nación multifacética o de esa diversa me toca comprar un chocolate de marca: savoy, y también una buena botella de Ron, que sería buena en esta ocasión, ¿con quién me emborracho al terminar el desenfreno de mi mentalidad? Metí en el carrito, aquellas dos cosas, ¡qué combinación!

“¡Anormal!” —Por primera vez me comporto así—.

Una señora mayor miró la cesta con sonrisas y, mucha repulsión sarcástica, esa del humor negro que se ve en mi nación. Cincuenta libras esterlinas fue la factura de aquella acción, “¡caro!” No, simplemente satisfacción.

—Ríe como yo.

Venga, una bolsa atractiva es la que llevo en mi mano, que gran regalo me doy.

Al caminar por aquel plato icónico de pasta, un carro pasó, — ¿adivinen que sucedió? —Casi las chispas de un charco de agua me salpican la emoción y apaciguan la diversión.

Miremos hacia arriba para pasar el susto de tener que lavar la ropa con posterioridad, “¡flojera!” Beneplácito, el sol me encandiló… El teléfono nuevamente sonó: —¿dónde vienes amor? Camino sin cohesión.

Tacto suave que no apabulla mi tenue calma sin igual. Soy un loco lleno de devoción.

He llegado al lugar, la manilla de la puerta está brillosa, no le pondré en esta oportunidad un poco de alcohol, ¡el coronavirus no importo! Los tiempos verbales los dejo a tu imaginación.

—Me llaman el hombre escueto del pretérito simple—.

Un nuevo desfase comenzó en mi siniestra salida de alocadas sonrisas. Volvamos a la puerta del comedor, “¡perdón!” Del restaurante, donde me ametrallaré de besos y una pasta que me hará fuerte como Popeye, ese que llamamos el señor marinero así como el conquistador de su corazón.

_{Dominick Valencia || Unsplash}

La luz brilló, e hizo juego con los músculos que Dios me dio, es que la flacidez la deje en el gimnasio cuando el acoso mermo. Reitero, la misión de hoy es comer un plato de pasta con una chica superjoven que pague mi manutención.

—No, para nada.

—No soy un gigoló, eso lo dejo a su imaginación.

La caminata fue muy buena pude comprar una buena botella de ron y mi rico chocolate, pero ahora me toca poner la bolsa en mi cara y, disfrutar la ocasión, ¡esto no es amor! Es un sencillo negocio de autosatisfacción.

50 libras esterlinas es el valor de esta pasta que comeremos hoy. Nada oportuno su mención, pero es lo que vale disfrutar a este bombón. —El corte padrino de tu pantalón, y la camisa blanca hace un buen juego hoy, — sostuvo la señora de esta ocasión—.

—Les dije que no soy gigoló, no malinterprete la señora de 60 años es la cita de hoy.

Un nuevo TikTok, mentes raras me rodean en esta dimensión llamada amor. ¿Niebla o farol?

—Puede por favor servir la pasta y por favor que el queso parmesano no falte en esta oportunidad, eso le dije a la mesera mientras sus ojos me devoraban y quitaban la camisa con la mirada.

La señora de 60 años brillaba en un tono suave como un redentor. Un anillo de oro con una piedra de diamante tenía en la mano, pero es que ella es la “Sugar Mommy” que cualquier hombre como yo desearía conquistar.

—¿Prada, Chanel o Balenciaga? La pasta llegó.

La mesa y el salero hacen muy buen juego con la mención. El queso parmesano rebosa en la pasta, pero aquí no existen rodajas de banano que satisfagan el hecho insufrible de la falta de elegancia. El reloj marcó la 1:00 pm y el tenedor giraba en el plato para mi primer bocado.

La siguiente palabra se escuchó a viva voz: —sexi.

Las meseras me observaban, pero también murmuraban en esta extraña sazón. La pasta rozaba mis labios de una manera jugosa, y la servilleta de seda en la mesa me hizo mención con la ropa. La anciana del anillo de oro me miraba cómo si fuera el príncipe, sí uno de esos de la realeza británica.

Un buen trago del ron sería bueno en este momento, pensé durante aquella situación. ¿Complejo? Totalmente. No soy un niño rico después de todo, solamente soy una finísima parte de esas que erige la voluntad de creer que debe disfrutarlo todo.

Por algún motivo una de las meseras se acercó y me dijo: —¿Usted es gigoló? Mi réplica inmediata fue: —No.

Mentes sucias, soy un humilde trabajador.

Mi profesión es esa que ayuda a cuidar el estómago de los mortales, soy nutriólogo, y no, un rufián de la buena vida. Sí, de esos que se acuestan por un par de propinas.

La señora del mesón, se levantó y vocifero de manera oportuna: —vámonos. Ella se sintió ofendida, que ofensa confundieron a mi madre como si fuera la Sugar Mommy que me conquisto, bueno, ella ya ha robado mi corazón.

El teléfono nuevamente sonó: —¿Amor a qué hora llegarás a casa hoy? Escribí de una manera acelerada y entusiasmado a mi amante:

_{Written listening to the song: Wellerman by Nathan Evans.}

It is not anxiety that my body feels, I have vomited for the fourth time in the morning, memories of the present or the past? Learn to answer to the blows of scorn. The piano may become a possibility.

—A wild child.

Stage to dance or do a good TikTok, once again, do you know what the song is? The simple answer is the opening preface: —Nathan Evans, Wellerman. Heels are heard walking every morning and evening.

—"Who will I fall in love with? Is there such a chance...?"

My mom once told me: —men always lie—, but I don't know if this statement is true. I am so immature and I must reflect my good kindness. I've put on my black tie, and it's just that this story was going to be about anorexia, but look where it's all going.

England is a great city or maybe the name is: —UK? Who can enlighten me? It looks like the combination I chose would lead me to eat a nice serving of pasta, but it's not one from Italy.

My camera reacted, is that I dream in the very measure of the satisfaction of laughing in splendor. It's like being a flood of rhythms in this space of four walls, two white and, the remaining ones are turquoise blue.

I danced for a good TikTok, they claim on the news that the S&P 500 tanked, and BTC reacted. —Start my heart pounding—. The phone has rung as I walk with Latin ways in a European nation with Irish characteristics. "I love my pocket on this one!" Laughter erupts with laughter, people look at me and I'm just crazy sensual.

Latin madman emanating transience!

A train is passing by, "excuse me!" It is a via train this time, the steps go systemically. How beautiful is the city, look there is a coexistence store, he says: —among itself is Latin—.

An arrogance of things from a bohemian nation, but as I am a Caribbean from a multifaceted nation or that diverse one, I have to buy a brand chocolate: savoy, and also a good bottle of Rum, which would be good on this occasion, with whom do I get drunk at the end of the debauchery of my mentality? I put those two things in the cart, what a combination!

"Normal!" —For the first time I'm behaving like this—.

An elderly lady looked at the basket with smiles and, much sarcastic revulsion, that of the black humor seen in my nation. Fifty pounds sterling was the bill for that action, "caro!" No, just satisfaction.

—laugh as I do.

Come, a handsome bag is that which I carry in my hand, what a great gift I give myself.

As I walked by that iconic pasta dish, a car passed by, —guess what happened? —Nearly sparks from a puddle of water splashed my excitement and quenched my amusement.

Let's look up to pass the scare of having to wash clothes afterwards, "slack!" Beneplácito, the sun dazzled me... The phone again rang: —where are you coming love? I walk without cohesion.

Soft touch that doesn't overwhelm my faint calm without equal. I am a madman full of devotion.

I've arrived at the place, the door handle is shiny, I won't put some alcohol on it this time, the coronavirus didn't matter! The verb tenses I leave to your imagination.

—They call me the terse man of the simple preterite.

A new lag began in my sinister outburst of crazy smiles. Back to the dining room door, "excuse me!" Of the restaurant, where I'll strafe myself with kisses and a pasta that will make me strong like Popeye, that one we call Mr. Sailor as well as the conqueror of his heart.

_{Dominick Valencia || Unsplash}

The light shone, and matched the muscles that God gave me, is that the flaccidity I left in the gym when the harassment mermo. I reiterate, today's mission is to eat a plate of pasta with a super young girl who pays my maintenance.

—No, not at all.

—I'm not a gigolo, I leave that to your imagination.

The walk was very good I was able to buy a good bottle of rum and my rich chocolate, but now it's my turn to put the bag on my face and, enjoy the occasion, this is not love! It's a simple business of self-satisfaction.

Fifty pounds sterling is the value of this pasta we will eat today. Nothing timely its mention, but that's what it's worth to enjoy this hottie. —The godfather cut of your pants, and the white shirt makes a good match today," said the lady of this occasion.

—I told you I'm not a gigolo, don't misunderstand the 60 year old lady is today's date.

A new TikTok, weird minds surround me in this dimension called love. fog or bluff?

—Can you please serve the pasta and please let the parmesan cheese not be missing this time, that's what I told the waitress while her eyes were devouring me and removing my shirt with her gaze.

The 60 year old lady glowed in a soft tone like a redeemer. A gold ring with a diamond stone was on her hand, but she is the "Sugar Mommy" that any man like me would want to conquer.

—Prada, Chanel or Balenciaga? The pasta arrived.

The table and salt shaker match the mention very well. Parmesan cheese overflows the pasta, but there are no banana slices here to satisfy the insufferable fact of inelegance. The clock struck 1:00 pm and the fork was spinning on the plate for my first bite.

The next word was heard loudly: —sexi.

The waitresses watched me, but also murmured in this strange seasoning. The paste brushed my lips in a juicy way, and the silk napkin on the table made me mention it with my clothes. The old lady with the gold ring was looking at me like I was the prince, yes one of those British royals.

A good drink of rum would be good at this moment, I thought to myself during that situation. Complex? Totally. I'm not a rich kid after all, I'm just a very fine part of those who erect the will to believe they should enjoy it all.

For some reason one of the waitresses approached me and said: —Are you a gigolo? My immediate reply was: —No.

Dirty minds, I am a humble worker.

My profession is that which helps to take care of the stomach of mortals, I am a nutritionist, and no, a ruffian of the good life. Yes, one of those who lie down for a couple of tips.

The lady of the inn stood up and shouted in a timely manner: "Let's go. She felt offended, what an offense to confuse my mother as if she were the Sugar Mommy who conquered me, well, she has already stolen my heart.

The phone rang again: —Love what time will you be home today? I wrote in an accelerated and excited manner to my lover:

Soy autor y todo lo escrito es mi contenido propio. PD: Sé utilizó la primera imagen de Dominick Valencia en Unsplash para diseñar el separador (La fuente está debidamente identificada).