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Hace poco comencé una nueva campaña de Skyrim, esta vez con el objetivo de llevar todas las habilidades del Sangre de Dragón al máximo (sin resetearlas) en la máxima dificultad. Así que lo primero que hice, porque en mis muchas experiencias en TES V aprendí que la magia es lo más complicado de mejorar, fue completar las misiones del Colegio de Hibernalia y luego decidí que terminaría con la historia principal antes de hacer algo más. Fue entonces que, a los pies de Alto Hrothgar, después de subir los siete mil escalones por millonésima oportunidad, de la nada me planteé la interrogante por la que también decidí escribir esto: ¿Por qué siempre vuelvo a Skyrim?

Recuerdo que la primera ocasión que lo jugué (fue en el 2012, si mi memoria no falla) lo detesté; o mejor dicho, me aburrió. Me creé un avatar, escapé de Helgen mientras Alduin lo convertía en escombros y vagué por el mapa por alrededor de una hora; no le vi chiste y lo dejé de lado. No fue hasta alrededor de 12 meses más tarde que le di otra oportunidad. Esto luego de ver un video de reseña de un canal de un youtuber medianamente famoso en aquel año. Inicié una nueva partida, a escapar de Helgen de nuevo, e ironicamente me encantó esa primera misión y todo lo que vino después.

Desde entonces no he podido dejar Skyrim, (tampoco he querido, obviamente). Completé todas las facciones, jugué en todas las dificultades, conozco varios de sus easter eggs y demás secretos, obtuve todas las armas de los Príncipes daédricos, terminé las historias principales de sus expansiones que, debo admitir, en su momento revivieron mi encanto por este juego al ser contenido jugable fresco y nuevo. Más recientemente probé el nuevo modo supervivencia, que particularmente no me gustó, y planeo llevar a mi Sangre de Dragón a su máximo potencial (en cuanto a niveles y perks). Lo que quiero dar a entender, por si no ha quedado claro, es que Skyrim es, por mucho, el videojuego al que más tiempo le he dedicado.

Me parece más extraño que nunca me interesaron genuinamente otras entregas de The Elder Scrolls como Morrowind u Oblivion. Todo mi andar en este lore es por Skyrim. Incluso he pasado más horas en las tierras de Tamriel que en todo lo que jugué la saga de Halo completa (por poner un objeto de comparación) que es una de mis sagas favoritas. Este juego impactó en mi vida a su manera. Hasta decidí que mi tag de miembro en Hive Gamming, comunidad donde estas líneas están destinadas a ser publicadas, fuese Dovahkiin, como el protagonista de la obra maestra que es Skyrim.

Asumo que parte de la "culpa" de que siempre vuelva a jugar Skyrim, y siempre me parezca tan maravilloso como la primera vez, radica en parte por Fable y su expansión Fable: The Lost Chapters. Ese es otro juego de rol que marcó especialmente mi infancia (y que también completé unas 20 veces). Así que, de cierta forma, el último de TES fue como un mega Fable para mí, con más oportunidades de recorrer, interactuar con los NPC y el entorno, con muchísimas más misiones y un sinfín de posibilidades que, hasta hoy, no he terminado de descubrir.