Hispaliterario 33 / 33 veces lo he soñado

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Llegué aquí por casualidad, o eso creía en ese momento, cuando con mis amigos Carlos y Julieta hacíamos un recorrido por la zona colonial de la ciudad. Nos llamó la atención un museo que se encontraba cerca de la catedral y enfrente de la Plaza. Su entrada era una gran puerta de madera labrada.

―Vamos a entrar acá, este un lugar misterioso, he estado leyendo sobre las excavaciones. Hace apenas unos meses encontraron una fosa común. ―Mi amiga Julieta era estudiante de historia.

―¡Vamos! A mí también me parece interesante.

―Yo solo las sigo, ustedes son las que mandan.

Carlos, Julieta y yo somos amigos desde que estábamos en secundaria y él estaba acostumbrado a nuestras impulsivas y a veces alocadas decisiones.

Al entrar nos registramos en un gran cuaderno, compramos la entrada y pasamos.

Comenzamos el recorrido de la casa entrando por una puerta lateral que daba a un patio interior.

Mientras observábamos la belleza de los jardines, una mujer alta y delgada, de cabello negro recogido en un moño y con un uniforme de pantalón azul y camisa blanca se nos acercó y nos acompañó en el recorrido. Era una guía del museo.

El gran patio central estaba rodeado de altas paredes con un techo de tejas, a un lado una antigua acequia. Seguimos por largos pasillos de pisos relucientes donde se exponían diferentes objetos. Pinturas, esculturas, la vestimenta y las joyas que usaban las mujeres de la época colonial.

En ese momento la guía nos indica que vamos a entrar a lo que era la cárcel y que tuviéramos cuidado con la cabeza, pues la puerta era muy baja. Nos agachamos y pasamos. El interior estaba oscuro solo iluminado por una bombilla en una esquina y allí habían unas cadenas unidas a la pared. A un lado de la pared había dos marcas de forma cuadrada una a continuación de la otra.

Me quedé mirando la escena. Nosotros allí parados y la guía contándonos que esas criptas iban a abrirlas para estudiarlas y que se había colocado un techo de vidrio en el centro de la habitación sobre una fosa a la cual se bajaba por unas escaleras. Allí había huesos humanos. Este era mi sueño el que se había repetido 33 veces en un año.

Todo comenzó porque desde que era una niña he tenido lo que llaman sueños premonitorios y me he acostumbrado a anotarlos en una libreta que mantengo en mi mesa de noche, cada vez que despierto. Y este sueño comenzó hace un año exactamente. ¿Cuál es su significado? No lo sabía, pero me despertaba sudando y respirando como si me faltara el aire.

Continúe escuchando la voz de la guía, pero como si estuviera en otra habitación y el sonido atravesara las paredes de adobe. Voltee a mirar a mi lado izquierdo y vi la figura de un hombre sin camisa en posición de cuclillas. Sus pies estaban sujetos con cadenas. Alzó la cabeza y me miró. Él se sorprendió y yo también, tanto que grite.

―¡Clara!, ¿qué te pasó? ¿Por qué gritaste?

Carlos se acercó y me agarró de la mano.

―No es nada, es que creí ver una araña en la pared.

―Eso no sería extraño, ―me dijo la guía y me miró con una sonrisa burlona.

―Vamos a continuar recorriendo el Museo, ―Julieta quería llegar a los restos antiguos de una capilla.

Caminamos por otro pasillo y llegamos a un pequeño cementerio. Algunas lápidas se mantenían y Julieta se acercó a leer las fechas, pues no tenían nombres: 1510-1530, 1515-1530 y 1520-1530.

―¡Qué extraño!, todos murieron el mismo año y eran muy jóvenes.

―Eran hermanos y murieron por la peste. Fueron los primeros en enfermarse. Solo un miembro de la familia sobrevivió.

La guía estaba parada frente a las lápidas, la escuché orando.

Se volteó y su mirada fue directamente hacia mí. Sentí que me atravesaba.

―Vamos a continuar, ―su voz ahora tenía un tono de tristeza.

Llegamos a la capilla.

―En este lugar se celebraban los oficios religiosos de la antigua familia a la que pertenecía esta propiedad, pero está muy dañada por el tiempo y no se puede entrar. Es peligroso.

Nos conformamos con verla por fuera y regresamos por el mismo camino por donde entramos. Yo estaba un poco nerviosa, sentía algo en aquel lugar y la guía me parecía extraña. Me acerqué a Julieta y se lo comenté.

―A mí me parece que es muy amable. Nos ha dado mucha información sobre este lugar.

―Por eso mismo, creo que sabe demasiado, no sé de donde obtuvo esa información, si este lugar apenas lo están estudiando.

―Tú y tus presentimientos Clara. No tengas miedo. Ya vamos de regreso.

Eso era lo que temía, íbamos a pasar de nuevo por la cárcel, no había otro camino.

Me acerqué a Carlos y entramos por la pequeña puerta. El salón estaba tan silencioso. No había llegado más nadie al museo en todo ese tiempo. Éramos sus únicos visitantes.

Me puse a recordar el sueño, algo faltaba. ¿Por qué lo había soñado 33 veces?

Observe las paredes y lo recordé, allí estaba escrito el número en una esquina. Eran 33 las personas que habían sido enterradas en la fosa común. Era el personal que había trabajado en la casa de la Hacienda, familias completas de esclavos. Los hijos de los dueños estaban enterrados en el cementerio y el padre y la madre en las criptas. La peste se los había llevado a todos.

Y por fin entendí.

―¡Julieta!, ¡Carlos!, debemos salir de aquí y advertirles.

―¿Qué pasa Carla? ¿Qué debemos advertir?

―Que no deben desenterrar a los muertos. Es por la peste, van a liberar la enfermedad que la ocasionó.

―¿De qué enfermedad hablas?

―De la que produjo la muerte de casi toda la población en el año 1530. Mi sueño es una advertencia.

Recorrimos los pasillos casi corriendo y antes de llegar a la entrada nos dimos cuenta de que la guía del museo no estaba ya con nosotros.

―¿Qué se habrá hecho? Julieta miró hacia atrás buscándola.

―No la busquemos. Aquí está ella.

Carlos estaba viendo un gran retrato de la familia que ocupaba de arriba a abajo la pared pintada de amarillo y señalaba con el dedo algo o mejor dicho a alguien en particular.

La madre y el padre estaban en un sofá con sus tres hijos, una joven y dos varones sentados a sus pies y detrás del sofá, parada y con una sonrisa en su rostro estaba la mujer que nos había guiado durante la visita al museo

Abajo de la pintura en una placa estaba escrito: Retrato de la familia Tovar - Toro.
Autor: Anónimo

Esta es mi participación en el Concurso #33 de Hispaliterario. Anímense a escribir una historia. Muchas gracias por leer.

La fotografía es propia. La tomé en el Museo Sacro de Caracas.



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Magnífico relato: una historia sumamente intrigante por su carácter misterioso, presentada con una atmósfera de tensión psicológica muy bien lograda y un eficaz final. Suerte y saludos, @popurri.

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Agradezco muchísimo el comentario sobre mi historia. Me alegró saber que les gustó.
Saludos @celf.magazine y feliz noche

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Muy interesante tu historia, tenía algo de misterio con la mujer guía que al parecer resultó ser un fantasma. Muy entretenido de leer.

Gracias por compartir.
Excelente noche.

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Hola @rinconpoetico7. Agradecida por tu apreciación.
Asi es, fue el único miembro de la familia que sobrevivió a la peste.
Saludos y feliz tarde

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Agradecida por el apoyo a mi publicación.
Saludos cordiales 🌻

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Agradable post, estimado, @popurri
Es necesario saber quién dirige el sendero

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Hola @hiramdo.
Gracias por tu comentario. Bueno esa persona conocía los detalles 😊
Saludos y feliz tarde

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