Hispaliterario 6 / La casa del árbol

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Miguel y José jugaban en la casa del árbol que su papá les había construido sobre el Ficus que crecía, desde hace más de veinte años, en el terreno que había detrás de la casa, cerca de la laguna y el morichal. Las raíces del árbol eran gruesas y sobresalían de la tierra cual los pies de un gigante que se hubiera petrificado por la magia de un hechicero. Sus ramas extendidas soportaban la plataforma, las paredes y el techo de madera de la casa, donde los niños podían pasar horas hasta escuchar la voz de su madre que los llamaba para comer. Pero esa tarde, una tormenta imprevista hizo que se quedaran allí, esperando que la lluvia amainara y rezando para que los rayos que alumbraban el firmamento no fueran a caer sobre el árbol y lo partieran en dos, como a veces sucedía en aquellas llanuras.

—Esta lluvia parece que va a durar mucho tiempo y ya me está dando hambre —le dice José a su hermano.

—¿Qué habrá pasado con las galletas que guardamos ayer?, para tener algo de comer en estos casos, precisamente de emergencia, no me explico quien pudo haber sido, recuerdo que ayer dejamos la puerta cerrada, —le comenta su hermano Miguel.

—Debe haber sido un duende que atravesó las paredes o que abrió la cerradura con solo tocarla con su varita mágica.

—Ja,ja,ja quien te dijo a ti que los duendes tienen varitas mágicas, esas son las hadas.

Miguel tiene nueve años, dos más que su hermano José y como todo hermano mayor cree que lo sabe todo y que puede enseñarle muchas cosas que José desconoce, como por ejemplo como buscar miel sin que las abejas o avispas lo piquen, como hacer ondas en el agua con una piedra y como pescar en la laguna usando un cordel y poniendo lombricitas sacadas de la tierra negra, en un anzuelo como carnada. Por supuesto hay muchas otras cosas que José debe aprender, pero como dice su abuelo Tobías...todo a su debido tiempo.

—¡Bueno! tenemos acá un misterio que debemos resolver. Podemos ponerle una trampa a ese ladrón de galletas.¿Qué te parece José?

—Me parece bien, hay que pensar... ¡Ya sé! podemos marcar las galletas con pintura y así sabremos por el color de la lengua, quien se las ha comido.

—No creo que eso nos sirva de mucho si no atrapamos al ladrón, se puede ir muy tranquilo, así como vino. Yo creo que debe entrar en la noche cuando nosotros no estamos acá. Tenemos que pensar en algo que no lo deje salir.

—¿Y si ponemos pega en las galletas y en el piso, de esa que usa mamá para atrapar a los ratones?

—Eso me parece una mejor idea, mañana podemos hacerlo, hay que decirle a mamá que nos haga bastantes galletas.

Había dejado de llover y los relámpagos se habían ido con la tormenta hacia la montaña. Los niños aprovecharon de bajar del árbol y correr hasta su casa, donde su mamá los esperaba para cenar. Después de comer y reposar se fueron a dormir.

Ambos soñaron con el ladrón de galletas. José soñó que este era un duende de color verde y grandes orejas, que cuando intentaron agarrarlo con las manos pegadas a las galletas, desapareció...con todo y galletas. En el sueño de Miguel el ladrón era una ardilla que podía abrir las cerraduras con sus uñas y que al quedarse pegada a las galletas solo tuvo que quitárselas con sus dientes acostumbrados a romper las nueces.

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Al regresar de la escuela, encontraron sobre la mesa las galletas que le habían pedido a su mamá y esperaron después de la comida y la hora del reposo para subir a la casa del árbol a colocar la trampa. Las galletas fueron colocadas sobre la mesa donde pusieron la pega y colocaron también un poco en el piso. Ambos comentaron, que se le iba a hacer muy difícil al ladrón escapar de aquella trampa.

Al día siguiente después de comer y de reposar como acostumbraban, corrieron hasta la casita para ver al ladrón con las manos pegadas a las galletas. En la escuela, ninguno de los dos había prestado atención a sus clases y en el receso estuvieron muy tranquilos. Su madre les había preguntado si les pasaba algo, porque habían estado muy callados durante la comida. Su abuelo había comentado "Déjalos tranquilo Carmen, esos están pensando en la inmortalidad del cangrejo", expresión muy común en las personas del pueblo, de difícil interpretación, que se usaba cuando alguien estaba distraído.

Al abrir la puerta se quedaron parados impresionados de lo que veían. No había galletas, solo algunas migajas con pega sobre la mesa. Aquel misterio se ponía cada vez más difícil de resolver, así que los niños tomaron una decisión, la próxima noche dormirían en la casa del árbol. Hablaron con su abuelo sobre lo que estaba pasando y le pidieron que los ayudara a convencer a sus padres, así que a la hora de la cena ese fue el motivo de conversación, donde finalmente los padres aprobaron la solicitud de sus hijos, pero con la condición de que el abuelo y el papá dormirían en el porche de la casa para estar pendientes de cualquier eventualidad.

La luna llena iluminaba la noche y en la casa del árbol su luz entraba por las rendijas entre las maderas. Miguel y José esperan ansiosos la llegada del ladrón de galletas. Las horas van pasando y los niños comienzan a sentir sueño, los parpados se les caen, se les hace difícil mantenerse despiertos, mientras permanecen escondidos detrás de unos sacos. "No te duermas José", le dice Miguel mientras le da un codazo. Los minutos van pasando y comienzan a escuchar el sonido de las lechuzas.

José que estaba dormitando se despierta al sentir muchas patas subiendo por el tronco del árbol. "Miguel despierta ya vienen y son muchos." Ambos se quedan esperando y comienzan a ver las sombras de las gigantescas cabezas que una tras otras van subiendo por las paredes de la casa. Los niños están aterrados y se esconden bajo los sacos. Los ladrones han entrado para comerse las galletas y si los ven también se los comerán. Esperan mientras escuchan sus mandíbulas devorando lo que encuentran, hasta que todo queda en silencio y entonces salen de su escondite...las galletas ya no estaban.

Bajan por las escaleras para avisarle a su papá y al abuelo y los encuentran al pie del árbol. La luna ilumina el camino de las ladronas de galletas, que con su cargamento a cuesta se pierden entre los morichales.

—¡Allá van! —les dice el abuelo. —Se salieron con la suya a pesar de las trampas. Hay que ver que las hormigas son bien astutas.

—¿Y ahora que hacemos?, —les dice el padre tratando de contener la risa.

—Ya no queremos saber más nada de las ladronas de galletas, queremos ir a la casa a dormir, —les dice Miguel pasando el brazo por encima del hombro de José, quién asienta con la cabeza mientras mira pasar muy orondas a las hormigas camino de su hormiguero.

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Muchas gracias por leer este relato con el cual participo en la iniciativa de @hispaliterario e @hispaplus: Hispaliterario 6. Acá el enlace. Invito a @sidalim88 y @aguamiel a participar.

ENGLISH VERSION

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Miguel and José played in the tree house that their father had built for them on the Ficus tree, which had been growing for more than twenty years on the land behind the house, near the lagoon and the morichal. The tree's roots were thick and protruded from the earth like the feet of a giant that had been petrified by the magic of a sorcerer. Its outstretched branches supported the platform, walls and wooden roof of the house, where the children could spend hours until they heard their mother's voice calling them to eat. But that afternoon, an unforeseen storm made them stay there, waiting for the rain to subside and praying that the lightning that illuminated the sky would not fall on the tree and break it in two, as sometimes happened in those plains.

-This rain looks like it's going to last a long time and I'm already getting hungry," said José to his brother.

-I wonder what happened to the cookies we saved yesterday to have something to eat in these emergency cases. I can't explain who it could have been, I remember that yesterday we left the door locked," comments his brother Miguel.

-It must have been a goblin who went through the walls or who opened the lock just by touching it with his magic wand.

-Ha, ha, ha, ha, who told you that goblins have magic wands, those are the fairies.

Miguel is nine years old, two years older than his brother José and like all older brothers he thinks he knows everything and can teach him many things that José doesn't know, such as how to look for honey without getting stung by bees or wasps, how to make ripples in the water with a stone and how to fish in the lagoon using a string and putting little worms taken from the black earth on a hook as bait. Of course there are many other things for Jose to learn, but as his grandfather Tobias says...all in good time.

-Well, we have a mystery to solve here. We can set a trap for that cookie thief. -What do you think, José?

-It sounds good, we have to think... -I know! I know! We can mark the cookies with paint and then we'll know by the color of the tongue who has eaten them.

-I don't think it will do us much good if we don't catch the thief, he can go away quietly, just as he came. I think he must come in at night when we are not here. We have to think of something that won't let him leave.

-What if we put glue on the cookies and on the floor, the kind mom uses to catch mice?

-That seems like a better idea, tomorrow we can do it, we have to tell mom to make us a lot of cookies.

It had stopped raining and the lightning had gone with the storm towards the mountain. The children took the opportunity to climb down from the tree and run home, where their mother was waiting for them with dinner... pancakes with honey and a glass of milk. After eating and resting, they went to sleep.
They both dreamed about the cookie thief. Jose dreamed that this was a green goblin with big ears, that when they tried to catch him with his hands stuck to the cookies, he disappeared...with all the cookies and everything. In Miguel's dream, the thief was a squirrel that could open the locks with his fingernails, and when he got stuck to the cookies, he only had to remove them with his teeth, which are used to cracking nuts.

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When they returned home from school, they found the cookies they had asked their mother for on the table and waited after lunch and rest time to go up to the tree house to set the trap. The cookies were placed on the table where they put the glue and they also placed some on the floor. They both commented that it was going to be very difficult for the thief to escape from the trap.

The next day after eating and resting as usual, they ran to the little house to see the thief with his hands glued to the cookies. At school, neither of them had paid any attention to their classes and at recess they were very quiet. Their mother had asked them if something was wrong, because they had been very quiet during lunch. Their grandfather had commented "Leave them alone Carmen, they are thinking about the immortality of the crab", a very common expression among the people of the town, of difficult interpretation, which was used when someone was distracted.

When they opened the door, they stood in awe of what they saw. There were no cookies, just some crumbs with glue on the table. That mystery was getting harder and harder to solve, so the children made a decision, next night they would sleep in the tree house. They talked to their grandfather about what was going on and asked him to help them convince their parents, so at dinner time that was the topic of conversation, where finally the parents approved their children's request, but with the condition that grandpa and dad would sleep on the porch of the house to be aware of any eventuality

The full moon illuminated the night and in the tree house its light entered through the cracks between the wood. Miguel and José anxiously await the arrival of the cookie thief. The hours go by and the children begin to feel sleepy, their eyelids droop, they find it hard to stay awake, while they remain. hidden behind some sacks. "Don't go to sleep, José," Miguel tells him as he nudges him. The minutes go by and they begin to hear the sound of owls.

José, who was dozing, wakes up when he feels many legs climbing up the trunk of the tree. "Miguel wake up they are coming and there are many of them." They both stand waiting and begin to see the shadows of the gigantic heads that one after another are climbing up the walls of the house. The children are terrified and hide under the sacks. The thieves have come in to eat the cookies and if they see them they will eat them too. They wait while listening to their jaws devouring whatever they find, until all is silent and then they come out of hiding...the cookies were gone.

They go down the stairs to tell their father and grandfather and find them at the foot of the tree, the moon lights the way for the cookie thieves, who, with their cargo in tow, get lost among the morichales.

-There they go! -Grandfather says to them. -They got away with it in spite of the traps. You can see that the ants are very clever.

-And now what do we do," said the father, trying to contain his laughter.

-We don't want to know anything more about the cookie thieves, we want to go home to sleep," says Miguel, putting his arm over José's shoulder, who nods his head as he watches the ants pass by on their way to their nest.

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Thank you very much for reading this story with which I participate in the initiative of @hispaliterario and @hispaplus, Hispaliterario 6, herethe link. I invite @sidalim88 and @aguamiel to participate.

Decidimos nuestra propia libertad.jpg

La fotografía de la presentación la edite en Power point/The photo of the presentation was edited in Power point.

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Feliz tarde, gracias por compartir en nuestra comunidad esta historia tan fresca y agradable, que nos recuerda los tiempos de jugar en los árboles y la naturaleza. ¿Quién será ese ladrón de galletas?, una ardilla, tal vez un duende no quiero hacer spoiler con el comentario Je je. Saludos.

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¡Hola @susurrodmisterio! Muchas gracias por los comentarios. Me alegra que te haya gustado mi historia, a mi me hizo muy feliz escribirla recordando la niñez.
Saludos y feliz día!

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Cuando leía tu escrito, sentía que estaba viendo una película de esas que refrescan la mente y a la vez te entretienen. Me mantuviste un suspenso de esos que yo llamaba cuando niño (miedito seguro jaja). Que bonito es cuando los niños juegan a ser grandes. Fue un gran placer leer tus líneas @popurri. Éxitos. Saludos para ti.

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Me gusto mucho tu comentario. Esa expresión "miedito seguro" es muy graciosa, me recordó a mis hijos. Muchas gracias, me alegra que te haya gustado.
Saludos @universodaniel y feliz día

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Muy bonita tu historia, impregnada de la inocencia de los niños, Aquí en mi casa, los ladrones son los bachacos, capaces de mudar un árbol entero en una noche.
Mucho éxito.

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Hola @ungranulises. Gracias por comentar y me alegra que te gustara. Los bachacos son muy laboriosos jajaja y en una noche arrasan con un árbol completo y hasta más 😁
Saludos y feliz día

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¡Felicitaciones!


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Muchas gracias Proyecto Entropía por ese apoyo que recibo de ustedes.
Saludos y bendiciones

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Tremendas hormigas, así como lo son las hormigas, y también los hermanos no se quedaron y buscaron la solución para descubrir quien se comía las galletas.

Saludos @popurri

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Hola @mercmarg, gracias por tu comentario. Como a todo niño, la curiosidad los animo a buscar al responsable.
Saludos y bendiciones

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Me encantó tu participación para este concurso, @popurri. Jejeje, es como la historia actual de mi vida, porque desde hace mucho tiempo tenemos en casa varias colonias de hormigas que se parecen a las de Cien años de soledad. Disfruté de principio a fin la forma como se expresó tu inocencia infantil.
Te deseo la mayor suerte en el concurso. Saludos.

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Muchas gracias @oacevedo. me alegra que te haya gustado. Jajaja que gracioso lo de las hormigas, bueno no queda otra que convivir con ellas.
Saludos y feliz tarde!!

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Estaba tan atrapado con la historia que (deseaba ver a los duendes) no vi llegar a las hormigas. Me ha gustado mucho. Saludos.

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Jajaja los duendes son seres fantásticos y tambien me gustan, pero las hormigas fueron las protagonistas. Me alegra que te haya gustado la historia.
Saludos @juniorgomez

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Hermoso relato que nos recuerda la infancia feliz; la ingenuidad y la complicidad con el hermano hacen de este texto no solo propicio para niños, sino para todo tipo de público.

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