https://pixabay.com/es/photos/%c3%a1rboles-bosque-oto%c3%b1o-niebla-calina-1225983/

—¿Te has dado cuenta de lo triste que es esta época?—preguntó la pelinegra, apenas cruzó el umbral de la lujosa casa.

Sus zapatos ya no eran más blancos, ahora estaban sucios por el barro del charco que había pisado cuando caminaba hacia el hogar de su antiguo amigo.

—¿Te refieres a lo triste que es o lo preguntas por la tristeza que te carcome en esta temporada?—Evadió con otra pregunta el alto hombre. En sus manos se encontraba el chaleco que ella cargaba puesto anteriormente y dejó depositado en estas.

La pregunta quedó en el aire durante un rato hasta que en un momento, ella tomó aire y con la voz temblorosa susurró.

—Ni siquiera yo lo sé, ¿sabes?—sus hombros se escogieron en un gesto de desinterés, su acento era marcado y algunas palabras eran arrastradas con la punta de su lengua.—el otoño siempre ha sido la estación más triste del año. ¿Crees que el equinoccio otoñal tenga algo que ver?

—Considero que tiene que ver todo lo que tú quieres, que se vea.

Una vez más, no le respondió. Ella tampoco se quejó, estaba acostumbrada a sus respuestas de poca coherencia.(o quizá ella simplemente no se tomaba el tiempo de pensar en sus palabras)

Juntos caminaron el corto trayecto desde la entrada hasta los blancos muebles de cuero con ese olor a pino fresco que tanto le gustaba. La joven bielorrusa deseaba que su hogar oliera de esa forma, pero desde que emigró muy pocas veces lo limpiaba, el trabajo la consumía.

—Quizá es la lluvia.—concluyó la fémina dejando caer su trasero en el sofá haciendo que este soltase un incómodo chirrido.

—No uses a la lluvia cómo tu caballo de Troya para concluir que estás así de triste porque en esta época te abandonaron. Porque sí, la lluvia en veces es triste, pero no podemos culparla por lo triste que estamos. ¿Me explico?

—Es que no lo entiendes. ¿Te has dado cuenta de lo estresante que es esta época? Las parejas terminan y las pocas que quedan se regodean por los parques dándose besos en frente de las narices de nosotros los que sufrimos.

—Entonces sientes envidia.—concluyó el hombre mientras se rascaba la barba que se había dejado crecer. Le daba más años de los que tenía, pero le hacía ver justo cómo un buen vino. (Eso pensaba ella, solo que no se lo diría por la simple vergüenza)

—¿Envidia? Lo dudo, solamente… esta no es una buena época, los recuerdos caen como una lluvia incesante y la tristeza empieza a carcomerme y mirar el otoño florecer a través de mi ventana no es una gran forma de motivarme. ¿Sabes que es lo curioso? Que ésta estación puedo usarla como referencia a toda las desgracias que me pasan. Quizá, las hojas marchitas me acompañan en mi pesar.

—En efecto, querida amiga. Hay tantas formas de sentir envidia que en medio de nuestras dolencias no nos damos cuenta de que realmente eso es lo que sentimos. Así que nos cegamos y dejamos que la envidia nos consuma.

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-Have you noticed how sad this time of year is?" the red-haired girl asked as soon as she crossed the threshold of the luxurious house.

Her shoes were no longer white, they were now dirty with mud from the puddle she had stepped in as she walked to her former friend's home.

-Do you mean how sad it is, or do you ask because of the sadness that eats away at you this season?" the tall man evaded with another question. In his hands was the vest that she had previously worn and left deposited in his hands.

The question hung in the air for a while until at one point, she took a breath and with a trembling voice whispered.

-Even I don't know, you know," her shoulders were shrugged in a gesture of disinterest, her accent was thick and some words were slurred with the tip of her tongue, "Autumn has always been the saddest season of the year. Do you think the autumnal equinox has something to do with it?

-I think it has everything to do with what you want it to look like.

Again, she didn't answer him. She didn't complain either, she was used to his inconsistent answers (or maybe she just didn't take the time to think about his words).

Together they walked the short distance from the entrance to the white leather furniture with that fresh pine smell she loved so much. The young Belarusian girl wished her home smelled that way, but since she emigrated she rarely cleaned it, work consumed her.

-Maybe it's the rain," she concluded, dropping her butt on the sofa and making it squeak uncomfortably.

-Don't use the rain as your Trojan horse to conclude that you're this sad because you were abandoned this time of year. Because yes, the rain is sometimes sad, but we can't blame it for how sad we are. Do you understand?

-You just don't get it. Have you ever noticed how stressful this time of year is? Couples break up and the few that are left are basking in the parks kissing in front of the noses of us sufferers.

-Then you're envious," the man concluded as he scratched the beard he had grown. It gave him more years than he had, but it made him look just like a good wine. (That's what she thought, only she wouldn't tell him because she was too ashamed).

-Envy? I doubt it, just... this is not a good season, memories fall like an incessant rain and sadness starts to eat away at me and watching autumn blooming through my window is not a great way to motivate me. You know what's funny? That I can use this season as a reference to all the misfortunes that befall me. Perhaps, the withered leaves accompany me in my sorrow.

-Indeed, dear friend. There are so many ways to feel envy that in the midst of our ailments we don't realize that this is really what we feel. So we blind ourselves and let envy consume us.