This story happened a long time ago, at a time when the distances between towns were a real barrier that prevented people from knowing more than the area where they were born and raised, a pressing reality that plagued mainly low-income families who worked in the untamed fields of the plains between Venezuela and Colombia.

Esta historia pasó hace mucho tiempo, en esa época donde las distancias entre los pueblos hacían una verdadera barrera, que impedía a las personas conocer más allá del ámbito en el que nacieron y se criaron, una realidad apremiante que azotaba principalmente a las familias de bajos recursos, que trabajaban en los campos indómitos de los llanos entre Venezuela y Colombia.

  It was a year close to 1830, the war of independence had just ended, and the fatalities and disputes among the owners of the territories were getting stronger and stronger, forcing the peons to migrate to other areas of the plains in search of better opportunities, or simply to protect themselves from the conflicts between the powerful. In those days, an old cowboy named Emilio was one of those who made the decision to move his way of life, to a distant unnamed town deep in the vast territory near the Orinoco River, this man of strong character, lost his wife when she was giving birth to the last of his daughters, leaving on his shoulders the responsibility of raising alone 2 boys and little Carolina who had just been born.

  A warm night, but lashed by a torrential rain illuminated the path with dark lightning, while the destroyed wooden cart plowed by two donkeys tried to make its way through the mud, to reach the humble ranch that had received the old Emilio, in recognition of his heroic actions in aid of Bolivar's soldiers. Finally, after a series of unfortunate events, these people managed to take shelter from the downpour, in what from that moment on would be their new home.

  The ruins of the desolate wooden ranch welcomed them amidst a thick layer of dust, cobwebs, and leaks everywhere, without being able to do much more until daybreak. However, from the very moment, they walked through the front door, a strange chill clung deep in their bones, warning everyone that something was wrong.

  As is well known, farmworkers are extremely superstitious, something they have learned by working in loneliness, telling stories and legends that have been passed on by word of mouth for generations, so this head of the family is quite cautious about it.

  That dreadful night, the father slept on the floor hugging his children, trying to protect himself from an evil that seemed to be very close, his only protection against the unknown, was to say a few prayers before falling deeply into the exhaustion of the journey.

  A few hours passed until suddenly the barking of dogs wandering through the savannah alerted them that something was happening in the outskirts, still overwhelmed by sleep, the members of the family tried to peek through a window of whitish glass in the living room of the house, unfortunately, the absolute darkness did not allow them to see anything at that time. Minutes later things began to get disturbing when the sound of a thud began to be heard echoing against the floor in the back room which he had not yet entered.

  Armed with courage, Emilio decided to take his sword in his hand and venture in search of the unknown, illuminating with a wax candle that barely managed to keep its flame lit, he opened the door to the room while his children trembled with fear, walking slowly behind him. They checked everywhere, but the source of the macabre noise seemed to have vanished into the solitude of the gloomy room, by which time absolute panic had taken hold of everyone, overwhelmed by the bewilderment of the strange sound.

  The thump returned in a louder form, but for a few seconds this time before disappearing again, it was then that the piercing scream of the youngest son warned his father of the presence of a huge rat, which ran past his legs dragging what seemed to be a large bone.

  Trying to regain their composure, they blamed the disturbance on the crawling animal, which had probably been disturbed by the presence of humans in the house, which sounded normal given the characteristics of the room.

  Leaving their worries aside, they went back to sleep and once again the noise returned persistently, altered by the action of the rats, Emilio got up enraged with all the impetus and willingness to finish off any animal that crossed his path, but he never expected to discover that the macabre sound would lead him to encounter a terrible reality.

  At the back of the room, there was a woman dressed in black holding a scythe in her hand with a long wooden cord with which she was hitting the floor, she extended her arm in the direction of the corner pointing to a corpse lying in the form of a skeleton wearing the red uniform of a soldier of the liberating army. Dismayed, Emilio turned in fear in the direction of where his children were, but there was nothing there, only dust and emptiness. It was then that he realized that he had died in the war a long time ago and never really returned home, leaving his family homeless.

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This story is fictional and does not represent anyone in particular.

This is an Original Story written by @susurrodelmisterio for Hive

  Era un año cercano al 1830, la guerra de independencia recién había terminado, las fatalidades y disputas de los dueños de los territorios cada vez se hacían más fuertes, obligando a los peones a emigrar a otras áreas del llano en busca de mejores oportunidades, o sencillamente para protegerse de los conflictos entre los poderosos. En esos días, un viejo vaquero llamado Emilio, fue uno de los que tomó la decisión de trasladar su modo de vida, a un lejano pueblo sin nombre en lo más profundo del vasto territorio cercano al río Orinoco, este hombre de fuerte carácter, perdió a su esposa cuando daba a luz a la última de sus hijas, dejando sobre sus hombros la responsabilidad de criar en solitario a 2 varones y la pequeña Carolina que recién había nacido.

  Una noche caliente, pero azotada por una lluvia torrencial iluminaba el sendero con tenebrosos relámpagos, mientras la destruida carreta de madera arada por dos burros intentaba abrirse paso entre los lodazales, para llegar al humilde rancho que había recibido el viejo Emilio, como reconocimiento a sus acciones heroicas en ayuda de los soldados de Bolívar. Finalmente, después de una serie de desafortunados eventos, estas personas lograron resguardarse del aguacero, en lo que a partir de ese momento sería su nuevo hogar.

  Las ruinas del desolado rancho de madera, les dieron la bienvenida en medio de una gruesa capa de polvo, telarañas y goteras por donde quiera, sin poder hacer mucho más hasta tanto amaneciera. Sin embargo, desde el mismo momento en que cruzaron por la puerta de entrada, un extraño frío se aferró a lo más profundo de sus huesos advirtiendo a todos de que algo no estaba bien.

  Como es bien sabido, los obreros del campo son extremadamente supersticiosos, cosa que han aprendido trabajando en medio de la soledad, contando historias y leyendas que han trascendido de boca en boca durante generaciones enteras por lo que este jefe de familia es bastante precavido al respecto.

  Aquella espantosa noche, el padre durmió en el piso abrazado con sus hijos intentando resguardarse de un mal que parecía estar muy cerca, su única protección ante lo desconocido, fue hacer unas oraciones antes de quedarse profundamente sumidos en el cansancio del viaje.

  Pocas horas transcurrieron hasta que de pronto el ladrido de unos perros que vagaban por la sabana, los alertó de que algo estaba pasando en las afueras, aún agobiados por el sueño, los integrantes de la familia trataron de asomarse por una ventana de vidrios blanquecinos en la sala de la casa, lamentablemente la oscuridad absoluta no les permite ver nada en ese momento. Minutos después las cosas empezaron a tornarse realmente perturbadoras, cuando el sonido de un golpe seco empezó a escucharse retumbar contra el suelo, en la habitación de la parte posterior donde todavía no había entrado.

  Armado de valor, Emilio decidió tomar su espada en la mano y aventurarse en busca de lo desconocido, iluminando con una vela de cera que apenas lograba mantener su flama encendida, abrió la puerta del cuarto mientras sus hijos temblaban de miedo, caminando lentamente detrás de él. Nada pudieron encontrar de inmediato, revisaron por todas partes, pero la fuente del macabro ruido parecía haberse desvanecido entre la soledad de la lúgubre habitación, en ese momento el pánico absoluto ya se había apoderado de todos, abrumados por el desconcierto del extraño sonido.

  El golpe regresó nuevamente de forma más fuerte, pero por unos pocos segundos esta vez antes de volver a desaparecer, fue entonces cuando el grito desgarrador del hijo menor advirtió a su padre de la presencia de una enorme rata, que pasó corriendo entre sus piernas arrastrando lo que parecía ser un hueso de gran tamaño.

  Intentando recobrar la calma, endosaron la perturbación al animal rastrero, el cual seguramente se había alterado con la presencia de humanos en la casa, cosa que sonaba normal dado las características del aposento.

  Dejando de lado las preocupaciones, regresaron a dormir y una vez más el ruido regresó de manera persistente, alterado por la acción de las ratas, Emilio se levantó enfurecido con todo el ímpetu y disposición de acabar con cuanto animal se atravesara en su camino, pero nunca esperó descubrir que el macabro sonido lo llevaría a toparse con una terrible realidad.

  Al fondo de la estancia, se encontraba una mujer vestida de negro que sostenía en su mano una guadaña con un largo cabo de madera con el cual estaba golpeando el piso, ella extendió su brazo en dirección a la esquina señalando a un cadáver que yacía en forma de esqueleto con el uniforme rojo de un soldado del ejército libertador. Consternado, Emilio volteó asustado en dirección a donde estar sus hijos, pero ya no había nada, solo polvo y vacío, fue entonces cuando comprendió que había muerto en la guerra hace mucho tiempo y realmente nunca regresó a su hogar dejando a su familia desamparada.

Esta historia es ficticia y no representa a nadie en particular.

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