Esta es mi entrada al concurso hispaliterario 4 promovido por el amigo @jesuspsoto y las comunidades @hispaplus @celf.magazine @es-literatos

This is my entry to the hispaliterario 3 contest promoted by my friend @jesuspsoto and the @hispaplus @celf.magazine @es-literatos communities

  Sin duda alguna en la vida de un joven adolescente, la presencia vigilante y orientadora de un papá puede marcar el rumbo futuro que tome la mente en formación de su hijo, a pesar de que podemos reconocer madres ejemplares que han logrado con mucho esfuerzo llevar a sus hijos por el buen camino, los consejos y ayuda de mi padre siempre fueron un factor determinante en el desarrollo del carácter, principios y valores, que me acompañan hasta el día de hoy, así fue al menos en mi caso, razón por lo que todavía valoro mucho la presencia en la vida de mi papá que ya tiene 80 años, con quien mantengo una estrecha relación.

  Hace tiempo vi en la televisión una película americana llamada “El Regalo Prometido”, protagonizada por uno de los actores más duros de Hollywood haciendo un papel algo cómico, donde representaba una búsqueda desmedida por encontrar el muñeco de moda que su hijo quería, como una manera de acercarse a él, aunque suene extraño, esto me pasó a mí en la vida real. Pero debo aclarar para que no me malentiendan, que en mi caso particular no fue por el capricho de un muñeco, ni tampoco porque mi papá necesitará atraerme de alguna manera por una cosa tan efímera como un regalo, era más bien el deseo que él tenía de obsequiarme un aparato que pudiera mantenerme siempre en contacto con la familia salvando las distancias, porque a pesar de que para ese entonces yo ya tenía 17 años de edad, en lo profundo de su corazón seguía siendo su pequeño, así que sentía el deseo de estar para mí cuando lo necesitara. Ya saben, cosas que solo un padre puede entender.

  Corrían los primeros meses del año 1996, recientemente yo había conseguido una de las mayores metas en mi vida, lo cual labraría mi futuro y marcaría al profesional en el que me convertí, ese logro fue entrar a una de las universidades públicas más importantes del país, la USB, solamente que esa institución educativa estaba ubicada a más de 3 horas de distancia de mi hogar, cosa que me alentó a solicitar una beca para residenciarme en uno de los dormitorios que el campus ofrecía a los estudiantes foráneos.

   Esa acción motivó una gran preocupación en el seno de mi familia, ya que estaría por primera vez fuera de la casa por semanas completas sin tener más contacto con ellos, que las ocasionales llamadas desde un teléfono público.

   Por aquella época salió una promoción de venta de los primeros teléfonos celulares que llegaron a Venezuela, recuerdo muy bien que lo comercializaba la empresa Telcel, era un modelo de la marca Motorola TeleTac 250, es imposible olvidar estos detalles tan específicos que quedaron almacenados en mi memoria, como un pensamiento perenne de gran alegría. Sucede que el dichoso aparato venía incluido en una llamada cajita feliz que desapareció de las tiendas tan pronto como llegó, literalmente el producto se agotó en unas cuantas horas y era prácticamente imposible hacerse con él. Pero mi papá consideró que comprarme un teléfono de esos, sería una manera eficiente de saber de mí todo el tiempo y a la vez, hacer que mi mamá se quedara más tranquila por mis días de ausencia, teniendo al alcance de solo un repique del celular, lo cual en aquellos tiempos era todo una proeza.

  Mi referencia a la película de Arnold Schwarzenegger llega precisamente en esta parte, ya que mi papá debió recorrer por días cientos de tiendas en búsqueda del famoso regalo telefónico, sin que tuviera éxito, al menos en su primera semana de cacería. Pero como todo en Venezuela se trata de contactos y la buena fortuna siempre acompaña a la gente de bien, el destino puso en el camino de mi padre la solución para poder comprar el teléfono, de una manera incluso tan chistosa como la de la película. Sucede que mi progenitor era uno de los empleados más antiguos en la famosa línea bandera de Venezuela VIASA, entre sus responsabilidades como jefe en el Aeropuerto de Maiquetía, estaba el autorizar el abordaje de ciertos pasajeros a la sección de primera clase cuando el avión estaba lleno, cosa que hacía cordialmente sin esperar nada a cambio.

  Sin embargo, en esta oportunidad se presentó ante él para pedir ese favor, nada más y nada menos que el vicepresidente de comercialización de Telcel Venezuela, quien debía asistir a una conferencia en Japón y que por lo apretada de su agenda, no podía bajo ningún concepto perder el vuelo a Europa que lo enlazará a su destino con la línea aérea Nipona. Bueno, está de más contarles que el resultado de aquel favor al empresario, resultó en una tarjeta de recomendación que todavía conservamos con mucho cariño, con la cual nos entregaron de regalo uno de los famosos teléfonos en la propia oficina de la presidencia de la compañía telefónica.

A very special gift

  Undoubtedly, in the life of a young teenager, the watchful and guiding presence of a father can mark the future course taken by the mind in the formation of his son, although we can recognize exemplary mothers who have managed with great effort to lead their children on the right path, My father's advice and help were always a determining factor in the development of my character, principles, and values, which are with me to this day, at least in my case, which is why I still value the presence in my life of my father, who is now 80 years old, with whom I maintain a close relationship.

  Some time ago I saw on TV an American movie called "The Promised Gift", starring one of the toughest actors in Hollywood playing a somewhat comical role, where he represented an excessive search to find the fashion doll that his son wanted, as a way to get closer to him, although it sounds strange, this happened to me in real life. But I must clarify, so you don't misunderstand me, that in my particular case it was not because of the whim of a doll, nor because my dad needed to attract me somehow for something as ephemeral as a gift, it was rather the desire he had to give me a device that could always keep me in touch with the family, because even though by then I was already 17 years old, deep in his heart I was still his little boy, so he felt the desire to be for me when I needed it. You know, things that only a father can understand.

  It was the first months of 1996, I had recently achieved one of the biggest goals in my life, which would carve my future and mark the professional I became, that achievement was to enter one of the most important public universities in the country, the USB, only that this educational institution was located more than 3 hours away from my home, which encouraged me to apply for a scholarship to reside in one of the dormitories that the campus offered to foreign students.

   This action caused great concern within my family since for the first time I would be away from home for weeks at a time with no contact with them other than occasional calls from a public phone.

  At that time there was a sales promotion of the first cell phones that arrived in Venezuela, I remember very well that it was marketed by the company Telcel, it was a Motorola TeleTac 250 model, it is impossible to forget these specific details that were stored in my memory, as a perennial thought of great joy. It so happens that the device came in a so-called happy box that disappeared from the stores as soon as it arrived, literally the product was sold out in a few hours, and it was practically impossible to get hold of it. But my dad considered that buying me one of those phones would be an efficient way to know about me all the time and at the same time, make my mom feel more at ease for my days of absence, having it within reach of just one ring of the cell phone, which in those days was quite a feat.

  My reference to Arnold Schwarzenegger's movie comes precisely in this part since my dad had to go through hundreds of stores for days in search of the famous phone gift, without success, at least in his first week of hunting. But since everything in Venezuela is about contacts and good fortune always accompanies good people, destiny put in my father's way the solution to be able to buy the phone, in a way that was as funny as the one in the movie. It so happens that my father was one of the oldest employees of the famous Venezuelan flag carrier VIASA, and among his responsibilities like a boss at the Maiquetía Airport, was to authorize the boarding of certain passengers to the first-class section when the plane was full, which he did cordially without expecting anything in return.

  However, on this occasion, nothing more and nothing less than the vice president of marketing of Telcel Venezuela, who had to attend a conference in Japan, and because of his tight schedule, he could not under any circumstances miss the flight to Europe that would link him to his destination with the Japanese airline, came to him to ask for this favor. Well, needless to say, the result of that favor to the businessman, resulted in a recommendation card that we still keep with great affection, with which they gave us as a gift one of the famous phones in the office of the president of the telephone company.

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