A brave woman from Louisiana, must survive in the city of Chicago to much more than the harsh working conditions, racial exclusion and poverty, facing something unknown

   En esa noche de celebración religiosa; Whitney llega a la fábrica como siempre bajo la oscuridad, firmando en el libro de entrada indicando que eran ya pasadas las 8 P.m. sin ni siquiera notar la presencia del vigilante, que comúnmente estaba en el portón exterior.

  Tras pasar la reja, comienza su caminata en medio de la penumbra y el frío estremecedor, tan característico de la ciudad de Chicago en la temporada de invierno, algo a lo cual, ni de lejos, la chica estaba acostumbrada y por su puesto, su delgada ropa andrajosa tampoco le ayudaba, al tiempo que sentía sus manos desnudas entumecerse y tomar un color morado mucho más oscuro que el de su piel, haciendo que todo su cuerpo también temblara involuntariamente, afortunadamente para ella, la soledad dentro del edificio, al menos le podría usar la cocina del personal administrativo para comer un plato caliente y preparar un alguna bebida, que le permita recobrar la temperatura corporal.

  La desolación de un inmenso galpón lleno de máquinas de coser y ropa a medio terminar, le dio la bienvenida hasta su puesto de trabajo donde dejó algunas cosas que llevaba, encendiendo la luz sobre ella y el aparato para que fuera calentando, mientras está empleada se dirigía a la planta alta para alimentarse.

  El largo pasillo de características angostas, crujía su piso de láminas de metal tras cada paso que avanzaba, produciendo un eco infinito que se esparcía hasta desvanecerse en la soledad del reducido espacio, en tanto la costurera recogía el pelo en su cabeza con un pañuelo, intentando aliviar el dolor que le daba mareos repentinos producto del hambre, el clima o quizás el cansancio, que acompañaba a la profunda depresión y tristeza que se albergaban en su corazón, al sentirse dentro de un laberinto de ansiedad que no le permitirá nunca mejorar su vida.

  La lujosa cocina de la parte ejecutiva le dio acceso a un refrigerador lleno de manjares, que la hizo suspirar inevitablemente, sonriendo por finalmente poder comer un buen plato de comida decente en mucho tiempo, por supuesto cuidando siempre de tomar solo lo justo para que nadie se diera cuenta al día siguiente.

  Una taza de café hirviendo le devolvió la vida a sus articulaciones, aromatizando todo el ambiente a su alrededor, al sentarse en una mesa para disfrutar del banquete qué logró preparar. Fue en ese momento cuando algo inesperado ocurrió, estremeciendo sus nervios por ser descubierta en esa área. Muy a lo lejos, se escucharon las ruedas oxidadas de un carrito de limpieza que parecía acercarse, deslizándose lentamente por el pasillo metálico, sin que ella pudiera advertir la presencia de alguien.

  Rápidamente, apagó todas las luces y cerró la puerta de la cocina con seguro para evitar ser vista, pero asomándose con discreción por la ventana, ante la duda de quien podría estar trabajando a esas horas y en un día festivo, el sonido se hacía más intenso entre tanto la chica temblaba de miedo, escondida bajo la oscuridad. Una silueta que no podía identificar empujaba de manera extraña el limpiador, prácticamente flotando junto a ella sin notarla, pero estando tan cerca, que a su paso le ocasionó un perturbador escalofrío erizando todo su cuerpo, cuando notó que aquello no parecía ser una persona, era más bien algo macabro y lúgubre como los demonios de las pinturas en la iglesia.

  Sintiendo latir su corazón aceleradamente, la chica dudó de lo que vio, pensando en que solo fue una alucinación producida por su dolor de cabeza o por el hambre quizás, así que encendió las luces y salió a revisar con cautela, luego de guardar todo en la cocina para no dejar rastros de su presencia en esa zona prohibida. No obstante, al comprobar en los alrededores no pudo encontrar absolutamente nada, la extraña presencia desapareció tal y como se manifestó, cosa que despertó en Whitney pensamientos muy confusos, entre tanto el horror y la inseguridad, tocaban desesperadamente a las puertas de su racionalidad.

  Sin esperar más en esa parte del edificio se apresuró a regresar a su puesto de trabajo, donde con un pavor interiorizado inició la jornada de corte y costura. El ruido de la máquina de bordado la aislaba de cualquier cosa que pasara en los alrededores y la cafeína en sus venas, le suministró un ímpetu audaz para avanzar más rápido en la tarea programada, intentando salir de allí lo más rápido posible.

  Sin embargo, los planes cambiaron por completo cuando le pareció escuchar las risas de niños, que corrían con pasos acelerados por la planta alta golpeando sobre el suelo laminado, haciendo detener inevitablemente el trabajo industrial para tratar de escuchar más de cerca, afianzó el oído. Entonces un silencio absoluto se apoderó del sitio de manera tan abrumadora, que se volvió extraño y aterrador al mismo tiempo, la fábrica jamás había estado tan desprovista de cualquier sonido y el frío se hizo mucho más intenso sin un motivo aparente, alentando su timidez, impulsándola a buscar refugio dejado de la mesa de madera, donde se situaba la pesada maquinaria.

  Tiritando sus dientes y estremeciendo todo su cuerpo, la chica sucumbió ante el pánico absoluto hasta perder el conocimiento, víctima de un entorno agresivo, capaz de destruir incluso una mente racional y bien centrada, lo cual no era precisamente el caso de esta pobre mujer, incapaz de luchar contra las manifestaciones paranormales que sentía acercarse hacia ella poniendo en duda su cordura.

Continuará…

Esta historia es ficticia y no representa a nadie en particular.

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  On that night of religious celebration; Whitney arrives at the factory as usual under darkness, signing in the entry book indicating that it was already past 8 P.M. without even noticing the presence of the watchman, who was usually at the outer gate.

  After passing the gate, she begins her walk amidst the gloom and the shivering cold, so characteristic of the city of Chicago in winter, something to which, by far, the girl was not used to and of course, her thin tattered clothes did not help either, while she felt her bare hands go numb and take on a purple color much darker than that of her skin, Fortunately for her, the solitude inside the building at least allowed her to use the administrative staff's kitchen to eat a hot meal and prepare a drink to help her regain her body temperature.

  The desolation of a huge shed full of sewing machines and half-finished clothes, welcomed her to her work station where she left some things she was carrying, turning on the light above her and the appliance to warm up, while she headed upstairs to feed herself.

  The long corridor of narrow characteristics, creaked its floor of metal sheets after each step that advanced, producing an infinite echo that spread until it vanished in the solitude of the reduced space. At the same time, the seamstress gathered the hair on her head with a handkerchief, trying to alleviate the pain that gave her sudden dizziness due to hunger, the weather, or perhaps tiredness, which accompanied the deep depression and sadness that was harbored in her heart, as she felt inside a labyrinth of anxiety that would never allow her to improve her life.

  The luxurious kitchen of the executive part gave her access to a refrigerator full of delicacies, which made her inevitably sigh, smiling at finally being able to eat a good plate of decent food in a long time, of course always taking care to take just enough so that no one would notice the next day.

  A cup of boiling coffee brought his joints back to life, aromatizing the whole atmosphere around him, as he sat down at a table to enjoy the feast he managed to prepare. It was at that moment when something unexpected happened, shaking her nerves for being discovered in that area. In the distance, she heard the rusty wheels of a cleaning cart that seemed to be approaching, sliding slowly down the metal corridor, without her noticing anyone's presence.

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  Quickly, she turned off all the lights and locked the kitchen door to avoid being seen, but discreetly leaning out of the window, wondering who could be working at that hour and on a holiday, the sound became more intense as the girl trembled with fear, hiding under the darkness. A silhouette that she could not identify was pushing the cleaner in a strange way, practically floating next to her without noticing her, but being so close that it caused a disturbing shiver to run through her body, when she saw that it did not seem to be a person, but rather something macabre and gloomy like the demons in the paintings in the church.

  Feeling her heart beating fast, the girl doubted what she saw, thinking that it was just a hallucination produced by her headache or perhaps by hunger, so she turned on the lights and went out to check cautiously, after putting everything in the kitchen so as not to leave traces of her presence in that forbidden area. However, when she checked the surroundings she could find absolutely nothing, the strange presence disappeared just as it manifested itself, something that awakened in Whitney very confused thoughts, in the meantime the horror and insecurity, desperately knocked at the doors of her rationality.

  Without waiting any longer in that part of the building, she hurried back to her work station, where with an internalized dread she began the day's cutting and sewing. The noise of the embroidery machine isolated her from anything going on in the surroundings and the caffeine in her veins, supplied her with a bold impetus to move faster on the scheduled task, trying to get out of there as quickly as possible.

  However, their plans changed completely when he thought he heard the laughter of children, running with accelerated steps upstairs pounding on the laminate floor, making him inevitably stop the industrial work to try to listen more closely, he sharpened his hearing. Then an absolute silence took over the place so overwhelmingly, that it became strange and frightening at the same time, the factory had never been so devoid of any sound and the cold became much more intense for no apparent reason, encouraging her shyness, prompting her to seek shelter left of the wooden table, where the heavy machinery was located.

  Shivering in her teeth and shaking her whole body, the girl succumbed to absolute panic until she lost consciousness, a victim of an aggressive environment, capable of destroying even a rational and well-centered mind, which was not exactly the case for this poor woman, unable to fight against the paranormal manifestations that she felt approaching her, questioning her sanity.

To be continued...

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This story is fictional and does not represent anyone in particular.

This is an Original Story written by @susurrodelmisterio for Hive

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