AMATISTA | PRIMERA PARTE: RESURRECCIÓN

avatar
(Edited)


photo_20210217_083758.jpg


«Es mejor arriesgarse a salvar a un culpable que condenar a un inocente».


— Voltaire

photo_20200731_202247.jpg

PRIMERA PARTE


RESURRECCIÓN

Oscuridad. Figuras extrañas. Gente murmurando palabras ininteligibles. Ojos intensos de centellantes violetas. ¡Esconden más a las sombras! ¡Esconden más a los ruidos! Dirigen mi mirada hacia un pasillo deformado. Una gran puerta de hierro; elaborada al estilo victoriana, se presenta ante mí acompañada de pilares marmoleados de verde esmeralda. Un gran trono, envuelto en vestiduras negras y doradas, se posa imponente sosteniendo a su portador. ¡Un monstruo o quizás un hombre también! Me mira fijamente con sus ojos amatistas. Su rostro es indivisible, su cuerpo también, temo que me despoje de mi precario aliento.

Estoy rodeado de agua, como en un gran mar. Una voz tenue y dulce invoca un nombre que no tiene sentido para mí. Lo vocifera con más intensidad, la escucho más cerca, ¿acaso se trata de mí?, ¿acaso ese es mi nombre? Una luz cada vez más diáfana se acerca y unos brazos delicados y femeninos se extienden para tomarme, ¡me llevan más a la claridad!

— ¡Erasmus! ¡Despierta dormilón! Vaya que no quieres abandonar el sueño querido. —La voz expide una carcajada al terminar sus palabras mientras yo me encuentro aún atontado por tantas imágenes abstractas en mi cabeza.

Diviso hacia una puerta borrosa que va cobrando su forma. En ella estaba parada una mujer delgada y hermosa, con cabellos rizados de carmín, ojos violetas como gemas amatistas, labios escarlatas y una piel blanca y reluciente. Vestía de negro y dorado como la figura oscura de mi sueño, pero quedé aún pasmado por la belleza que exhibía. Se acercó a mí con su imponente beldad, y extendió una de sus manos la cual dudé en tomar.

—No tengas miedo no te haré daño, ya nada puede lastimarte. —Reveló mientras yo buscaba el sentido de todo aquello.

— ¡¿Dónde estoy?! ¡¿Quién eres tú…?! ¡¿Quién soy yo?! —preguntaba repetidamente agitado…

—Tranquilo, todo estará bien, necesitas procesar todo poco a poco o te volverás loco. Relájate, te explicaré todo en su momento, por ahora tienes que vestirte.

Y fue en ese momento en que me di cuenta en que estaba completamente desnudo. Ella sonrió esbozando picardía. Me señaló un armario al fondo de la gran habitación. A partir de ese instante pude contemplar con detenimiento el lugar donde me encontraba. Un gran cuarto con paredes tapizadas por decoraciones europeas, quizás antiguas de hecho. Sus candelabros y figurillas me hacían sentir en otra época, y sus cuadros exhibían lujosas demostraciones artísticas, ¿renacentistas quizás? No soy muy conocedor del arte, pero hasta un ignorante como yo podía ver lo costoso que se veía todo.

Me levanté de la cama en la que estaba, apoyando mi mano sobre una mesita de noche a un lado. Miré mi brazo y era tan pálido como el de aquella mujer. Me posé frente al espejo y no me reflejaba, ¡era como si no estuviera ahí! Caminé hacia la puerta y, asomándome de reojo, vislumbré los rojos rizos de aquella dama esperándome en el pasillo. En un instante me miró de soslayo y de impacto me eché para atrás cerrando la puerta inmediatamente. Sentí que debía obedecer por ahora, aunque no sabía exactamente qué estaba pasando.

Fui hacia el armario y encontré un traje negro y dorado que sentía que debía usar. Lo tomé, me lo coloqué y noté que me quedaba a la medida, todo parecía tan extraño, constantemente percibía un profundo vacío que no me dejaba pensar con fluidez. Parecía sofocante, pero en mi caso no lo era, era una sensación insípida pero muy importante, no comprendía con exactitud que me pasaba.

Después de estar listo la mujer irrumpe en la habitación. Ella me otea sonriente; halagándome por lo perfecta que me quedaba aquella vestimenta. Yo no paro de verla sorprendido, sintiendo en ese momento una gran fuerza de atracción que me desvanecía y a la vez me daba vitalidad, algo demasiado complejo para explicar en estos momentos.

—Te ves muy bien Erasmus. —Confesó con voz apacible, mientras capto paulatinamente la manifestación de sus miradas.

— ¿Erasmus? ¿Ese es mi nombre? —Le pregunté sin saber nada, ni siquiera de mi pasado.

—Sí cariño, creo que llegó el momento de acabar con toda tu confusión. No me gusta verte tan aturdido. Ven, siéntate conmigo en la cama, te contare la historia de cómo llegaste hasta aquí.

Y ni corto ni perezoso me fui hacia ella, dejándome cautivar nuevamente por sus relucientes ojos violetas. Tomó mi mano suavemente y con pasión, como si se tratara de mi amante, y colocó sus dedos sobre mi barbilla acariciándola con delicadeza.

—Hace tiempo, —expresó ella—, nos conocimos en un parque, recogiste mi sombrero que se había esfumado por las fuertes ráfagas de aquella tarde y tú amablemente me lo entregaste. Comenzamos a charlar, nos gustamos, quisimos vernos constantemente. Nos hicimos novios, amantes, nos proferimos amor hasta consumar aires de comprometernos. Entregaste tu corazón a mí y yo te entregué el mío. Fue en ese momento en que decidí darte un regalo, uno más que especial, en el que podremos procurarnos amor por todo lo que dure la eternidad.

»Te asesiné, —su voz comenzó a sonar más lúgubre y susurrante—, y fue en ese instante en que introduje mi obsequio en tu cuerpo. Fue bastante difícil contigo, pensé que no aceptarías mi regalo, hasta que resucitaste por fin y ahora estas aquí conmigo mi amor.

Sus palabras me confundían aún más, no comprendía con exactitud lo que me decía, ¿en qué me convirtió? ¿Por qué no puedo recordar nada de esto?

—Eres lo que el folclore popular llama «Vampiro», « No-Muerto», «Nosferatu» o como quieras llamarte. Un ser inmortal que agrada a la noche y se alimenta de la vitalidad de los vivos para subsistir. Te he elegido como mi esposo y esto que te he dado es mi regalo de bodas.

— ¡Espera! —La detuve perturbado tratando de darme un beso— ¡¿Cómo es esto posible!? ¡¿Y por qué no puedo recordar cosas de mi pasado como mi vida, las cosas que dices, quién era yo!?

—Son los efectos secundarios de la resurrección mi amor, —explicó ella serena—, gradualmente irás recordando fragmentos de tu vida pasada como humano, pero una cosa tienes que tener en claro, ya no eres uno de ellos, ahora eres uno de nosotros. No puedes volver al mundo de los humanos o querrán destruirte. Ya no hay remedio para lo que te acongoja, pero no te preocupes, —posó sus dos manos en mi rostro—, te acostumbrarás, y terminarás aceptándolo como si hubieses nacido plácidamente.

La miré a los ojos y constantemente centellaban de alegría. En ese instante me dio más curiosidad en saber más de ella, si era verdad lo que me decía pronto recordaría mi pasado por completo y los sentimientos que me hicieron amarla.

— ¿Cuál es tu nombre bella mujer? —Ella sonrió al instante.

—Mi nombre es Helena de Sovedosa, y esta es la casa de mi familia, la cual te presentaré en este momento para disipar un poco más tu confusión.

CONTINUARÁ...


Escrito por @universoperdido. 17 de Febrero del 2021


La foto de portada es de mi propiedad, tomada con un celular moto e4 y editada con PhotoScape y Snapseed.

photo_20200731_202247.jpg

Publicaciones anteriores

PREÁMBULO (PROSA POÉTICA)


¿Eres escritor? ¿No encuentras un lugar adecuado para colocar tus trabajos literarios? Unete a Literatos, una comunidad en Hive donde puedes publicar tus cuentos, poemas, ensayos literarios y novelas inéditos de tu propia autoría.



GIFs elaborados por @equipodelta



0
0
0.000
5 comments
avatar

Un relato sobre vampiros. ¡Vaya forma de capturar la atención! Seguí con expectación cada palabra hasta la manifestación del centro del argumento. Me gustó y ahora espero la segunda parte.

0
0
0.000