Relato: La casa Gévaudan

Cuando era una niña, mi abuela Anya me contaba historias sobre una familia que vivía en Francia. Aquella familia era una de las casas más antiguas de aquél país, si no es que de Europa entera. Sus miembros eran famosos por su astucia, inteligencia y liderazgo; su escudo era una rosa y un lobo, ambos del color de la pureza.

Cuando era una niña, no tenía idea del por qué mi abuela me narraba esas historias. No sabía que lo que me narraba era en realidad la historia de nuestra familia, de nuestros ancestros, de las viejas guerras encarnizadas entre nuestras razas. No sabía que éramos licántropos, hombres y mujeres lobo.

No sabía que narraba sobre la casa Gévaudan, la casa del Lobo Blanco, mi tatarabuelo. No lo sabía hasta su muerte, hasta que mi esposo me dijo todo. No lo sabía hasta que me encontré de pie frente aquél enorme fresno del bosque, en aquella tumba, en medio de la montaña.

No lo sabía... Y ahora lo comprendí todo.