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Detrás de cada ser puede existir un abismo de penumbra pues, nunca sabremos que tan oscuro es su interior ni si lograremos hallar la luz de su corazón, vibrante rojo carmesí.

Una noche tan fría como la de hoy decidí encontrarme con Tobías. Un chico que había conocido por redes sociales. Pedimos un trago liviano como para no desentendernos al primer instante. Hablamos un poco sobre nuestras vidas y todo parecía marchar bien.

No obstante, algo me inquietaba y eran sus pausas esperando más de mí. Su rostro cambiaba totalmente cuando hablaba sobre otra persona que no fuese él. Supuse que se trataba solo de mi impresión pero lo terminé de confirmar cuando pedí otro trago y Tobías golpeó la mesa entonando su mal humor hacia el camarero.

"De ahora en más yo hago los pedidos, ¿está claro?"

Los nervios comenzaron a recorrer todo mi cuerpo y sentía que la mejor idea era crear una excusa e irme cuanto antes. Pensé en ir al baño y luego decirle que me sentía mal o tal vez fingir que recibía un llamado y así marcharme.

Creí que podía salir de esa situación sin que se enoje, de hecho habíamos hablado lo suficiente como para que esté satisfecho y no lo considere en vano. Pero cuando decidí ir al baño sucedió que realmente me sentía mal. Empecé a sentir mareos y cierta somnolencia por lo que me mojé el rostro con agua fría para aliviar ese malestar.

Cuando salí del baño no pude evitar que me tomara del brazo y acompañe a su auto con la intención de llevarme a su casa. Las luces de la ciudad impactaban sobre mis ojos y solo lograba ver destellos que podrían significar las últimas luces que llegara a presenciar.

Sentí terror al saber que algo terrible me podría esperar. También la incertidumbre de no conocer que había detrás de su pensar.

Por no sé cuanto tiempo me desvanecí y perdí total consciencia y reacción sobre mi alrededor. Mis ojos vislumbraron un cuarto ruin, de precario aspecto y construcción. Él no estaba pero podía oír las voces de otras mujeres, asumo, en igual situación que yo.

Las horas pasaban y en cuanto comencé a sentir sed alguien abrió la puerta y fue entonces que él entró. Vestía ropa oscura pero lo que más me llamó la atención fue su colgante. Era un brazo extendido que se agarraba de otro. Algún significado tenía que tener.

Durante los siguientes días, quizás debería decir meses, cometió todo tipo de violencia hacia mí y otras chicas. Incluso en las salas que habían contiguas reconocí que ciertas mujeres habían dejado de quejarse y dudaba mucho que había sido por un acto piadoso de él al liberarlas.

Un día decidí pensar en arriesgarme porque de lo contrario sería la siguiente. Elaboré un plan en el que debía intentar sacar de una sala a una mujer para unir fuerzas y salir de ese infierno. Habíamos bajado mucho de peso y el simple caminar sería un esfuerzo extra que debíamos soportar.

A tal horario por la mañana se iba a trabajar y regresaba por la tarde, por lo que pudimos comunicarnos entre nosotras y esperar el momento exacto y oportuno.

Cuando llegó se dirigió hacia cada cuarto con la intención de alimentarnos o quizás hacer sus fantasías realidad. Fue entonces que lo golpeé en su nuez de adán con mi rodilla luego de dar el salto más alto de mi vida provocándole una asfixia temporal que solo nos daría el tiempo necesario para escapar de allí.

Tomé las llaves y corrí hacia mi compañera para abrirle la puerta de donde estaba encerrada hacía mucho tiempo. Corrimos por todo un pasillo lleno de sangre y suciedad hasta que llegamos al patio principal. Probamos todo tipo de llaves pero ninguna parecía funcionar.

Solo quedaba hacer una cosa, impulsar una para salvar la otra. Decidimos que yo sería quien pueda escapar de allí para llamar a la policía y rescatar al resto. De hecho, eso hice pero cuando las patrullas llegaron ya era muy tarde.

Quedé devastada al saber que solo algunas pocas chicas se habían salvado. El resto yacía sobre charcos rojos por los cuales circulaban aires que recaían sobre el vestigio de aquellos seres que han partido.

La policía encontró entre las pertenencias del asesino un teléfono móvil en donde las conversaciones eran similares y en el que sus seguidores eran las víctimas sembradas en el caos de un escenario atroz y maléfico.

Encontré algo de paz luego de llegado el fin de esta agonía. Pero ahora mis sueños y pensamientos recaen sobre quién pueda ser mi próximo Tobías.