Mi vida desde hace trece años cambió casi por completo cuando empecé a sentir que algo dentro de mi no andaba bien, no sabemos si fué el hecho de salir al mundo a tan temprana edad, de vivir sola en una ciudad lejos de mi familia, o encontrarte con la verdadera cara de las personas, o todo junto. Vengo de una familia longeva y bastante saludable, por lo que al principio de mis síntomas no les preste atención.

Cuando ya las cosas se ponían intolerables para mi, mi madre decidió llevarme a una cardióloga, el cual después de varios estudios me diagnosticaron depresión, su explicación se argumentaba en que mi cerebro no estaba segregando una sustancia importante y esto afectaba directamente mi sistema nervioso, eléctrico, y cardiológico. Su receta fué: antidepresivos y un perro.

Así fué como Ronny, un chihuahua cabeza de manzana llegó a mi vida. Cambió mi existencia por completo, Dejé los antidepresivos un tiempo porque me hacían sentir en otro espacio, recuerdo que tenia que caminar apoyándome de las paredes, y me afectaba mi rendimiento en la universidad. (Pero este es otro tema jajaja). El punto es que, mi perro me acompaño por 12 años, me acompaño en mis momentos más difíciles, cuando literalmente me encontraba sola, estuvo en cada etapa de mi vida, la rebelde, universitaria, en los momentos cardiovasculares más determinantes, en los momentos de depresión más oscuros, cuando volví a casa de mi madre, cuando me gradué, cuando fui jefa, cuando tuve mi propio negocio, cuando me operaron del corazón, y cuando decidí emigrar.

Fué allí donde me vi con mi maleta y el en mi cama, dejar a mi mamá fue doloroso, y el dejar a mi compañero elevaba al cuadrado mis sentimientos de nostalgia. Prometí viéndole a sus grandes ojos, que estaríamos juntos otra vez y me fuí con la esperanza de volverle a ver, aunque un poco temerosa por su edad avanzada.

Cuando hablaba con mi madre por teléfono, ella me contaba que mi perro pasaba el día en la puerta acostado esperándome, cuando escuchaba el bus de mi universidad el cual pasaba justo frente a mi casa, levantaba su cara esperando verme entrar. Lloré muchísimas veces y odié la situación de mi país, por tener lejos a las dos figuras mas importantes de mi vida. Mi madre y mi perro.

Pasó un año, y mandé a traerlo, ese era mi plan, estabilizarme en todos los sentidos para que a mi can no le faltara nada. Cuando llegó, le costó reconocerme, y pude notar que había envejecido el triple en el año que no estuvimos juntos, ( me cayó una basurita en el ojo).

Lamento decirles, que desde ese día solo pasamos 422 días juntos para separarnos por siempre. Éramos de tierra caliente, el por ser lampiño y pequeño, el frio le afectó más que a mí. Se afectaron sus pulmones y se deterioró bastante rápido. Sin embargo, tanto el como yo, pasamos 422 días extremadamente felices. Partió a un lugar donde no hay dolor, viéndome a los ojos en un bus camino al veterinario, y en ese ultimo aliento, sentí como 12 años me hacían presión en el pecho.

Fueron días grises las semanas siguientes, bastante nubladas, mi mejor medicina para la depresión y el corazón ya no estaba en esta tierra. Hoy puedo darle fe a la ciencia, de que los perros curan, sanan y te desarrollan, te enseñan a amar y a ser mejor persona.

Cada día de mi vida le extraño, y puedo asegurarte que hubo un antes y un después de que Ronny entró en mi vida. Me sigo preguntando si fué la mejor decisión haberlo traído a este lugar, sin embargo, reposa una paz en mí, cuando recuerdo su reacción ese día que por fin logró reconocerme, no se si ya estaba algo ciego, o que no podía creer que era su compañera de vida, la que estaba frente a el.

Mi depresión siguió después de su llegada, pero mejoré considerablemente en mi patología cardiovascular, en mis días grises de mayor depresión me hacía sonreír, y por supuesto que sí, era mi antidepresivo permanente.

-A mi compañero de vida.

My life changed almost completely thirteen years ago when I began to feel that something inside me was not right, we do not know if it was the fact of going out into the world at such a young age, living alone in a city far from my family, or meeting the true face of people, or all together. I come from a long-lived and fairly healthy family, so at the beginning of my symptoms I didn't pay attention to them.

When things became intolerable for me, my mother decided to take me to a cardiologist, who after several studies diagnosed me with depression, her explanation was that my brain was not secreting an important substance and this directly affected my nervous, electrical and cardiological system. His prescription was: antidepressants and a dog.

That's how Ronny, an apple-headed Chihuahua came into my life. He changed my existence completely, I stopped taking antidepressants for a while because they made me feel in another space, I remember I had to walk leaning on the walls, and it affected my performance in college. (But this is another topic hahaha). The point is that my dog accompanied me for 12 years, he was with me in my most difficult moments, when I was literally alone, he was in every stage of my life, the rebellious, college, in the most decisive cardiovascular moments, in the darkest moments of depression, when I returned to my mother's house, when I graduated, when I was a boss, when I had my own business, when I had heart surgery, and when I decided to emigrate.

It was there that I found myself with my suitcase and him in my bed, leaving my mom was painful, and leaving my partner squared my feelings of homesickness. I promised, looking into his big eyes, that we would be together again and I left with the hope of seeing him again, although a little fearful because of his advanced age.

When I talked to my mother on the phone, she told me that my dog spent the day lying on the door waiting for me, when he heard the bus from my university passing right in front of my house, he would raise his face waiting to see me come in. I cried many times and I hated the situation in my country, for having the two most important figures in my life far away. My mother and my dog.

A year passed, and I sent for him, that was my plan, to stabilize myself in every way so that my dog would not lack anything. When he arrived, it was hard for him to recognize me, and I could tell that he had aged three times as much in the two years that we were not together, (I got a little trash in my eye).

I regret to tell you, that from that day on we only spent 422 days together to be separated forever. We were from the hot land, and because he was hairless and small, the cold affected him more than it did me. His lungs were affected and he deteriorated quite fast. However, both he and I spent 422 days extremely happy. He left to a place where there is no pain, looking into my eyes on a bus on the way to the vet, and in that last breath, I felt 12 years press against my chest.

They were gray days the following weeks, quite cloudy, my best medicine for depression and heart was no longer on this earth. Today I can give faith to science, that dogs heal, they heal and develop you, they teach you to love and be a better person.

Every day of my life I miss him, and I can assure you that there was a before and an after Ronny came into my life. I keep asking myself if it was the best decision to bring him to this place, however, a peace rests in me, when I remember his reaction that day he finally recognized me, I don't know if he was already a little blind, or that he couldn't believe that it was his life partner, the one who was in front of him.

My depression continued after his arrival, but I improved considerably in my cardiovascular pathology, in my gray days of major depression he made me smile, and of course he was my permanent antidepressant. -To my life partner.