ALBUM REVIEW: “Radical Romantics" (2023) - Fever Ray

Over time, the world of music is fueled by cycles and countless transformations. Musicians follow the same path. Although the “formula” to remain a relevant name for critics and fans may even be the same, but the identity of each phase and authenticity of the personalities of each musician is something very unique. This happens because some names are too peculiar to be compared to other names, and within this scenario where what is “different” captivates the public, Fever Ray is one of the names that should never be forgotten.

More authentic than ever, the former member of The Knife (Karin Dreijer) returns to the music scene with a new project entitled Radical Romantics. This is the singer's third work, which bets on a less frenetic approach than what has been heard so far. This time, the construction of the project follows a more immersive rhythm, at a slower pace, where it is possible to feel the entire development of the album happen along with the skilful execution of its tracks that bring a very latent sense of curiosity. A musical labyrinth that “crys out” for appreciation.

One of the most interesting things about this album is realizing how each of the tracks creates a kind of connection between one sound and another. Little by little, the songs are being revealed to the listeners with a very intelligent approach, where Fever that her artistic side (both vocal and visual) is much sharper, bringing a very visceral symbolism to what she evokes with her art. A very distinguished work, full of high points (although there are some less expressive points, but this is something quite irrelevant, not even worth mentioning).

NME

Owner of a personality that tends to shock the public with a more traditional look (whether due to the visual identity or the lyrics of her songs), Fever surrounds herself with a current where the act of provoking, disturbing and showing that the “stranger” deserves to be recognized are three fundamental ingredients within a sphere that is still full of regular elements. The singer's provocative style guarantees her more visibility, but it is the potential of her voice (and her interpretations) that are truly responsible for her success, albeit somewhat niche.

The aesthetic sense is one of her trademarks, and through this new project, she makes it clear that this will never cease to exist. Having unpredictability as one of its flagships, the album follows a line full of good surprises, where listeners will dive into a world where freedom of expression is one of the most beautiful things to be contemplated. Deciding to explore new types of sounds (something that really reminds me of a more rustic musical construction in its rawest context), the result is assertive even where it cannot be so innovative.

Technically, the work is done following a very particular cognitive line. The power of its sound manages to alternate between catchy beats, the use of synthesizers (which is a tool used with great insight here), and several representative textual layers. This whole concept is placed inside the album, which automatically creates its own identity, becoming a project that takes on a life of its own whenever it is heard. Being meticulous, challenging and, at times, self-critical... Nothing was thought to go to waste here, everything deserves attention.

Rádio Rock

There is a lot of creative freedom and this allows a creative exercise not only for the singer, but also for those who listen to this album. This “interaction” with the audience is another very assertive point, because everything gains more strength, more meaning and more importance to the extent that it is possible to get lost in this sound. Alongside the duo of producers Trent Reznor and Atticus Ross, Fever raises the issues of gender and sexual freedom (in parallel with the inclusion of personal conflicts) within a well-produced work, which subverts and deconstructs orthodox concepts.

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CRÍTICA DE DISCO: "Radical Romantics" (2023) - Fever Ray

Con el tiempo, el mundo de la música se alimenta de ciclos e innumerables transformaciones. Los músicos siguen el mismo camino. Aunque la “fórmula” para seguir siendo un nombre relevante para críticos y fanáticos puede ser incluso la misma, la identidad de cada fase y la autenticidad de las personalidades de cada músico es algo muy único. Esto sucede porque algunos nombres son demasiado peculiares para ser comparados con otros nombres, y dentro de este escenario donde lo “diferente” cautiva al público, Fever Ray es uno de los nombres que nunca se deben olvidar.

Más auténtica que nunca, la ex integrante de The Knife (Karin Dreijer) regresa a la escena musical con un nuevo proyecto titulado Radical Romantics. Este es el tercer trabajo de la cantante, que apuesta por un planteamiento menos frenético de lo que se ha escuchado hasta ahora. Esta vez, la construcción del proyecto sigue un ritmo más inmersivo, a un ritmo más lento, donde es posible sentir todo el desarrollo del disco junto con la hábil ejecución de sus temas que traen una curiosidad muy latente. Un laberinto musical que “clama” por aprecio.

Una de las cosas más interesantes de este álbum es darse cuenta de cómo cada uno de los temas crea una especie de conexión entre un sonido y otro. Poco a poco, las canciones se van revelando a los oyentes con un enfoque muy inteligente, donde Fever que su lado artístico (tanto vocal como visual) es mucho más nítido, aportando un simbolismo muy visceral a lo que evoca con su arte. Un trabajo muy distinguido, lleno de puntos altos (aunque hay algunos puntos menos expresivos, pero esto es algo bastante irrelevante, que ni siquiera vale la pena mencionar).

Dueña de una personalidad que suele conmocionar al público con un look más tradicional (ya sea por la identidad visual o por las letras de sus canciones), Fever se rodea de una corriente donde el acto de provocar, inquietar y mostrar que el “extraño” merece ser reconocido son tres ingredientes fundamentales dentro de un ámbito que aún está lleno de elementos regulares. El estilo provocador de la cantante le garantiza una mayor visibilidad, pero es el potencial de su voz (y de sus interpretaciones) el verdadero responsable de su éxito, aunque algo nicho.

El sentido estético es una de sus señas de identidad y, a través de este nuevo proyecto, deja claro que este nunca dejará de existir. Teniendo la imprevisibilidad como uno de sus buques insignia, el álbum sigue una línea llena de buenas sorpresas, donde los oyentes se sumergirán en un mundo donde la libertad de expresión es una de las cosas más hermosas que se contemplan. Decidiendo explorar nuevos tipos de sonidos (algo que realmente me recuerda a una construcción musical más rústica en su contexto más crudo), el resultado es asertivo incluso donde no puede ser tan innovador.

Técnicamente, el trabajo se realiza siguiendo una línea cognitiva muy particular. La potencia de su sonido logra alternar ritmos pegadizos, el uso de sintetizadores (que aquí es una herramienta utilizada con mucha perspicacia) y varias capas textuales representativas. Todo este concepto se coloca dentro del álbum, que automáticamente crea su propia identidad, convirtiéndose en un proyecto que cobra vida propia cada vez que se escucha. Ser meticuloso, desafiante y, en ocasiones, autocrítico... Aquí no se pensó en desperdiciar nada, todo merece atención.

Hay mucha libertad creativa y esto permite un ejercicio creativo no solo para el cantante, sino también para quienes escuchan este disco. Esta “interacción” con el público es otro punto muy asertivo, porque todo cobra más fuerza, más sentido y más importancia en la medida en que es posible perderse en ese sonido. Junto al dúo de productores Trent Reznor y Atticus Ross, Fever plantea las cuestiones de género y libertad sexual (en paralelo a la inclusión de conflictos personales) dentro de una obra bien realizada, que subvierte y deconstruye conceptos ortodoxos.

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CRÍTICA DE ÁLBUM: "Radical Romantics" (2023) - Fever Ray

Ao longo do tempo, o mundo da música é alimentado por ciclos e incontáveis transformações. Os músicos seguem o mesmo caminho. Apesar da “fórmula” para continuar sendo um nome relevante para os críticos e para os fãs pode até ser a mesma, mas a identidade de cada fase e autenticidade das personalidades de cada músico é algo muito singular. Isso acontece porque alguns nomes são muito peculiares para serem comparados a outros nomes, e dentro desse cenário onde o que é “diferente” cativa o público, Fever Ray é um dos nomes que nunca deveria ser esquecido.

Mais autêntica do que nunca, a ex-integrante da banda The Knife (Karin Dreijer) retorna para o cenário musical com um novo projeto intitulado Radical Romantics. Esse é o terceiro trabalho da cantora, que aposta em uma abordagem menos frenética do que já foi ouvido até então. Desta vez, a construção do projeto segue um ritmo mais imersivo, em ritmo mais lento, onde é possível sentir todo o desenvolvimento do álbum acontecer ao longo da hábil execução de suas faixas que trazem uma sensação de curiosidade muito latente. Um labirinto musical que “clama” pela apreciação.

Uma das coisas mais interessantes neste álbum, é perceber como cada uma das faixas cria uma espécie de conexão entre uma sonoridade e outra. Pouco a pouco as músicas vão sendo reveladas para os ouvintes com uma abordagem muito inteligente, onde Fever que o seu lado artístico (tanto vocal quanto visual) está muito mais afiado, trazendo um simbolismo muito visceral ao que ela evoca com à sua arte. Um trabalho muito distinto, cheio de pontos altos (apesar de haver alguns pontos menos expressivos, mas isso é algo bastante irrelevante, que nem vale à pena ser mencionado).

Dona de uma personalidade que costuma chocar o público com um olhar mais tradicional (seja pela identidade visual ou pelas letras de suas músicas), Fever cerca a si mesma com uma corrente onde o ato de provocar, de incomodar e de mostrar que o “estranho” merece ser reconhecido são três ingredientes fundamentais dentro de uma esfera que ainda é cheio de elementos regulares. O estilo provocativo da cantora lhe garante mais visibilidade, mas é o potencial da sua voz (e das suas interpretações) que são ao verdadeiros responsáveis pelo seu sucesso, ainda que meio nichado.

O senso estético é uma das suas marcas registradas, e através deste novo projeto, ela deixa claro que isso nunca irá deixar de existir. Tendo a imprevisibilidade como um dos seus carros-chefes, o álbum segue uma linha repleta de boas surpresas, onde os ouvintes irão mergulhar dentro de um mundo onde a liberdade de expressão é uma das coisas mais belas de serem contempladas. Decidindo explorar novos tipos de sons (algo que realmente me lembra uma construção musical mais rústica no seu contexto mais cru), o resultado é assertivo até mesmo onde não consegue ser tão inovador.

Tecnicamente, o trabalho é feito seguindo uma linha cognitiva muito particular. O poder da sua sonoridade consegue alternar entre batidas cativantes, o uso de sintetizadores (que é uma ferramenta utilizada com muita perspicácia aqui), e diversas camadas textuais representativas. Todo esse conceito é colocado dentro do álbum, que automaticamente cria à sua própria identidade, tornando-se um projeto que ganha vida própria sempre que é ouvido. Sendo meticuloso, desafiador e, em alguns momentos autocrítico... Nada foi pensado para ser desperdiçado aqui, tudo merece atenção.

Há muita liberdade criativa e isso possibilita um exercício criativo não apenas para a cantora, mas também para quem ouve esse álbum. Essa “interação” com o público é outro ponto muito assertivo, porque tudo ganha mais força, mais significado e mais importância à medida em que é possível se perder nessa sonoridade. Ao lado da dupla de produtores Trent Reznor e Atticus Ross, Fever levanta as bandeiras das questões de gênero e liberdade sexual (em paralelo com inclusão de conflitos pessoais) dentro de um trabalho bem produzido, que subverte e descontrói conceitos ortodoxos.