Crónicas de lo cotidiano 077: 'Si no tienes nada positivo que decir mejor no digas nada', por bonzopoe

Mientras escucho un disco en vivo de la banda mexicana 'Jaguares', trato de escribir algo, pero sin mucho éxito. De hecho inicio el post pero luego lo borro, porque es de una iniciativa interesante de una comunidad de Hive, pero de un tema sobre el que, aunque si tengo cosas que decir, no me apetece escribir.

¿Porqué? Porque tengo una visión de las cosas que a veces incomoda, y no quiero herir susceptibilidades, no quiero dar pie a malas interpretaciones y no tengo ánimos para estar dando aclaraciones sobre mis puntos de vista. Mucha gente a veces olvida que los puntos de vista son precisamente eso, puntos de vista, no verdades absolutas que los demás tienen que aceptar.

Creo mucho en la frase 'si no tienes nada positivo que decir mejor no digas nada', y la aplico cada vez más. Cuando de repente leo algo, o escucho algo, y me descubro a punto de opinar, me he acostumbrado a hacer un alto y preguntarme si eso vale la pena. Si sé que puede llevar a un debate sano de ideas no dudo en hacerlo, pero si se que solo va dar pie a discusiones inútiles, desisto; y tristemente casi siempre es lo segundo.

Desafortunadamente vivimos una época en que le damos demasiado importancia a la aprobación ajena, a la validación de los demás, como si esto le diera un mayor valor real a las cosas, y no es así, al menos no desde mi puntos de vista.

Todo aquello que no coincide con nuestra percepción de las cosas suele ser visto como una ameneza, como si solo existiera una verdad y tuviéramos que probar que es la nuestra. Y la identidad de mucha gente es tan frágil que reconocer que otro puede tener la razón, o un argumento igual de válido que el suyo es prácticamente una tragedia, como si equivocarse fuera algo malo y no algo indispensable para poder superarse, para poder mejorar.

Le tenemos tanto miedo al fracaso, a estar equivocados, que preferimos el autoengaño a la verdad. Preferimos descalificar y satanizar al otro antes que admitir que tal vez tenga razón, porque eso es descalificarnos a nosotros mismos, demeritar nuestro supuesto valor.

Por eso vivimos en una sociedad tan polarizada que no escucha razones y se deja llevar más por sus emociones, como si tener sentimiento por algo le diera automáticamente validez, y no es así, las emociones no validan las cosas. Si así fuera cosas como el racismo no se verían como algo malo. Los racistas sinceramente creen que ser blanco es ser superior y los demás son una amenaza, y se siente amenazados por ellos, pero ese sentimiento no hace la amenaza real.

Nos falta humildad y saber escuchar a los otros en vez de descalificarlos. Nos falta verlos como un oportunidad de crecer en vez de verlos como una amenaza. Nos falta verlos como nuestros iguales y no como nuestros rivales.

Sin embargo hablar abiertamente, como lo estoy haciendo ahora, sobre temas delicados es una invitación al conflicto. Estamos tan acostumbrados al reduccionismo y la sobre-simplificación que todo aquellos que nos cuestiona nos abruma, y en vez de despertar nuestra curiosidad despierta nuestro miedo, nuestro rechazo.

Así que como no tenía nada bueno que decir sobre el tema de la iniciativa, o lo que tenía que decir podía malinterpretarse fácilmente, heme aquí un poco víctima de la auto-cesura, la precaución y el pragmatismo, desahogándome con ustedes, así que una disculpa, mi agradecimiento por haberme leído hasta aquí, y nos vemos en la próxima.

Si llegaste hasta acá muchas gracias por leer este publicación y dedicarme un momento de tu tiempo. Hasta la próxima y recuerda que se vale dejar comentarios.