Reflexiones taciturnas: Divagancia socrática

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Hola estimados amigos,

Llegó mayo de 2020, seguimos confinados en nuestras viviendas con una limitada área de acción para llevar una vida restringida; un cerco territorial que pretende frenar la difusión y avance del temido virus de moda, mientras batallamos en la frugalidad impuesta y con recursos menguados. ¿Hasta cuándo viviremos así? No lo sabemos con exactitud.

Al igual que un convicto medianamente inteligente, culpable o inocente, ahora buscamos llenar el tiempo en casa con tareas postergadas y aliviar el tedio, pasando la reclusión lo mejor posible; es irónico, antes nos quejábamos por la supuesta falta de horas al día para completar lo programado; sin detenernos a meditar en cuantas de estas las malgastamos en ocio y hobbies inútiles, pensándolo bien, hasta en el mismo trabajo odiado, pero que nos da de comer y satisface las otras necesidades básicas, e inclusive, aquellos deseos inoculados por la sociedad de consumo. Dichosos los afortunados que disfrutan de sus trabajos, lástima que estén en stand-by, para el resto de nosotros puede ser el momento propicio para encontrar o crear el trabajo que realmente amemos.

Recientemente, durante las últimas divagaciones de cuarentena, he empezado a considerar asuntos que damos por sentado, por ejemplo, cuánto conocemos a los otros, cuando en realidad damos al traste muy a menudo al ser sorprendidos por nuestros propios actos en situaciones inesperadas, revelándonos una faceta desconocida de nuestra personalidad.

¡Te has preguntado!, ¿cuánto te conoces? y ¿cuánto conoces a tus padres, pareja, hermanos e hijos? Sospecho que no. Descartemos la retórica y seamos prácticos, obviamente el torbellino del hoy pausado mundo, era una barrera para pensar en esto, al cabalgar sobre lo inmediato y lo urgente, dejando a un lado lo importante. Consecuencia, llega la separación y trae consigo nostalgia por lo que pudo ser y no fue, una incómoda sensación de algo inacabado y hasta sentimientos de culpa.

En este sentido, quiero plantearte el reto de explorar este sendero, pudieras hallarte con muchas sorpresas, no podrás esgrimir falta de tiempo, claro, también es lícito quedarse solo con el sentimiento, si es malo, intentar olvidarlo y si es bueno, atesorarlo en la memoria, mejor dicho, en el corazón.


Cartel reflexiones taciturnas.jpg

Fuente: Imagen de @janaveda en Hive


Cumplir la recomendación socrática: conócete a ti mismo; es sumamente difícil y compleja, conocer a otros, se hace casi imposible. Esto no implica desistir en el empeño, mas si tenemos el propósito de convertirnos en mejores personas. Vale la pena el viaje.

Papá cumpliría 79 años el próximo 27 de mayo, hace un poco más de 9 años que partió, dejando un recuerdo indeleble en la vida de mi familia y de quienes le conocieron, aún hoy, persiste su esencia en mí. Irónicamente, cuando profundizo en cuanto lo conocía, encuentro el escollo de mi propio deambular, una bifurcación transitada al emanciparme con sus efectos indeseados.

Creo oportuno escribir sobre él, escudriñar sobre eventos desconocido de su vida para mí, acudiendo a los testigos presenciales tales como: mamá, mis tíos, mis hermanas y otros; tendré el motivo perfecto para gastar la renta del plan telefónico para llamadas que últimamente regalo a las operadoras.

Pienso que tú también puedes intentarlo, no necesitas que alguno de los tuyos se adelante en el camino, si está vivo, ¡Guao..! mucho mejor, aprovecha el privilegio de acudir y disfrutar de la fuente primaria. Tal vez te animes a compartir una semblanza de ellos con nosotros, tal como pienso hacerlo yo para ustedes.

Gracias por detenerte un rato para divagar conmigo.


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Reflexión de @janaveda

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