A propósito de estos días donde se tiende a dar especial valor al encuentro con lo religioso, me pareció pertinente introducir algunas citas acerca de lo sagrado, asunto de amplio tratamiento en la reflexión filosófica y humanística en general.

De modo que presentaré tres reflexiones -no desde una óptica profesante o confesional- de dos autores relevantes.

María Zambrano, la filósofa y ensayista española, autora de libros tan densos y hermosos como El hombre y lo divino (1973), Filosofía y poesía (1939) y Claros del bosque (1977), galardonada del Premio Cervantes en 1988, ofrece en el primer libro mencionado capitales reflexiones acerca de lo sagrado, como por ejemplo:

La estancia de lo sagrado preexiste a cualquier invención (…) es consustancial con la vida humana.

La primera acción de lo sagrado es enmudecer a quienes lo contemplan.

Y Maurice Blanchot, el también filósofo, pero además novelista y crítico literario de nacionalidad francesa, a quien hemos citado otras veces, en su extraordinario libro El diálogo inconcluso (1970), visita varias veces el tema, dejándonos reflexiones como esta:

lo Sagrado […] no es nada más que la realidad de la presencia sensible.

Aunque diferentes, no son excluyentes las reflexiones de estos dos autores, pues se hermanan en un pensamiento abierto, que sondea en el fundamento de la existencia y de lo humano, independiente de profesión religiosa alguna.

Para Zambrano lo sagrado es una morada de la realidad de la vida, a la que el ser humano busca darle forma y nombre, para así él mismo lograr su propia morada, la humana, como anota en su libro. La visión que formula Zambrano acerca de lo sagrado lo vincula con lo secreto, con el misterio, con "lo arcano", palabra que usa. Ha dicho que "lo sagrado es oscuro, y es ambiguo, ambivalente", que "es el fondo oscuro de la vida". Y lo divino sería una forma de manifestación de lo sagrado.

Ahora, en primera instancia, el ser humano al aproximarse, al contemplar lo sagrado, se deja arrobar por esa pureza activa y creadora, y su actitud es la del respeto y el silencio.

Blanchot, en una línea de pensamiento distinta pero convergente, reflexiona lo Sagrado (usa la mayúscula inicial) como esa "presencia real" que se nos muestra en las cosas mismas, con su "fuerza de enigma" que nos interroga, que puede descolocarnos incluso, y que en su presente nos insinúa lo otro, la alteridad, en suma, el misterio. Para ilustrar lo que va pensando, Blanchot cita a Heidegger (el gran filósofo del siglo XX): "percibir en el flanco de alguna montaña, un cristal que refleja el sol de la tarde".

Referencias:

Blanchot, Maurice (1970). El diálogo inconcluso. Caracas: Monte Ávila Editores.
Zambrano, María (1973). El hombre y lo divino (2ª ed.). México: Fondo de Cultura Económica.

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Agradecido por su lectura.

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