Miedo en la noche. Reflexiones.

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Miedo en la noche.

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Anoche pasé una de esas noches en las que el miedo se apodera del cuerpo y, más que todo, de los impulsos y respuestas de la mente. En toda la casa solo yo estaba y, aunque no me da miedo la soledad, fue otro motivo el que me indujo a sentir ese temor, que en algún momento nos invade.

Me acosté como a las 9 de la noche, algo diferente de mi horario, y al llegar a la cama, sentí intensos dolores en el área abdominal, y se fueron sumando otros como el de la parte derecha baja, el testículo derecho que esta vez tenía una sensibilidad demasiado delicada, y en la parte posterior derecha baja.

La cabeza me dolía bárbaramente, y sentía un escalofrío aunque lo que menos pensé fue en el coronavirus pues no tenía ni tos ni flema ni gripe.

En principio llegué a creer que era irritación del colon, que me da cuando como patilla, y por eso decidí quedarme tranquilo, pero nada de alivio me llegaba.

Entonces llegaron las infaltables reflexiones envueltas con pensamientos negativos.

Me decía:

—¡Mi Dios querido! ¿Será que empiezo a sufrir los embates de un cáncer de próstata?

De inmediato me metí en google, y allí busqué información de ese cáncer terrible, pero gracias a mi Dios, deseché un poco esa posibilidad. No voy seguido al baño ni mi libido ha decaído, como tampoco siento dolor en la micción ni disfunción eréctil, pese a mis casi 66 años.

Continué:

—¿Y si se trata de una prostatitis?

Esa probabilidad sí tenía cierta fuerza porque hace unos 5 años me salió hiperplastia prostática, y ahora me imaginaba una próstata enorme como un quelonio. Mi miedo iba en aumento. ¡Ese quelonio me quería devorar el organismo!

—Mañana en la mañana voy donde mi sobrino Arturo que es médico, y le digo que me diligencie una cama en el hospital porque es posible que esté avanzado ese mal en mi cuerpo.

Los dolores seguían. Fui al baño, y ahí di por negativa la irritación de colon. ¿Entonces qué era? Me acosté de nuevo con amargos pensamientos adversos.

Volvieron las maldades a mi cerebro:

—¿Y si es que estoy e los últimos momentos? Sería doloroso el no poder publicar por Hive, ahora cuando estoy en un momento de buena producción.

Me acerqué a la nevera donde tengo 5 botellas de medicamentos naturales, y llené un vaso grande que me bebí sin respirar. Son unas plantas de horrible sabor: mapurite, albahaca y otras 3 más, pero no tuve inconveniente, y me sentí mucho mejor. Agradecí estar solo porque ese aroma no lo soporta mucha gente. ¿El sabor? ¡Menos!

Sentí ganas de llamar a mi hermana Carmen para que hiciera los trámites para el servicio de una funeraria. Los dolores seguían, y el escalofrío no me dejaba ni arroparme ni descubrirme, pero lo que sí evitaba era el contacto con el agua, ya que con fiebre y agua fría, se está en un estado de intolerancia.

—¿Y cuándo irá a amanecer para irme donde mi sobrino a que me hospitalicen?

Nuevo temor:

—Mejor que no. Puede ser que en el hospital me agarre una enfermedad, y así sí es verdad que voy a desaparecer más rápido de esta tierra.

Y por fin ¡amaneció!

Me sentí un poco mejor, y mi alegría fue mayor cuando comprobé que aún podía sentarme frente a la computadora para elaborar este post.

Leí tanto, que podía tener más de 40 enfermedades en mi cuerpo anoche, pero pienso que era un poco de los males que me aturdían: irritación de colon, una infección en la próstata o una bacteria, un virus de los que están en el ambiente o una reacción a las comidas del día de ayer.

Ya hoy apenas si persiste un dolorcito de cabeza y del abdomen, pero ya la tranquilidad ha vuelto. Y espero seguir mejorando cada vez.

Que mi Dios querido les bendiga cada día.



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Las gracias a mi excelente hidalgo de La Mancha, por este reconocimiento. En realidad, fue una noche desesperante. Hubiese querido tener cerca a Rocinante, para salir e una carrera para el llano.

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