Esperanza de cristal,
frágil cuando se siente,
duradera si no nos recurre.
Cuando aparece con su alma
que reta a los sentidos,
transforma a la adrenalina
en supervivencia,
te premia de perspectivas...
Exige de los temores farsas por descubrir.
Brío de mujer su nombre,
arrestado en un presentimiento,
portalón de ilusiones,
teatro de la verdad.

El miedo,
ese que desnutre las fuerzas,
luego impulsa a la cura.
La incertidumbre confina a la autoestima
a ser sombra. Quizás sospeches
de veracidades en tu inteligencia…

La esperanza se oculta cuando no la buscamos
y hoy que me ha encontrado o tal vez la conseguí,
agoniza el capítulo de la desgracia,
se marchita y se alumbra mi suerte
Desvirtuando ambiciones por la vida
y se pierden muchas cualidades.

Las facultades más fervientes te ayudan a existir
en simbiosis con los lamentos y la curiosidad.
¿Pero qué hay de los modales de vanidades erróneas
que gradúan a una alegría que busca dueños?

Capullo de lamentos, fuiste medicina.
Herencias de heridas que cesarán tormentos,
fueron la costra.
La vida escucha los murmullos
cuando lloramos y reímos
y le da ritmo a la aprensión…
Lágrimas incesantes fueron otro tipo alimento,
hoy saben a un dulce néctar de triunfo,
pero fueron susurros que musitaron
una seuda injusticia,
fragancia que creí exentas de magias,
no fueron nunca una carga...

Vuelo, camino, transito,
por poco sucumbí al discurso del dolor,
mas siempre gané: no almaceno rencor,
solo gratitud ante aquella página abismada
de esperanzas…

Ese mendrugo talismán divide
a la miseria de la sabiduría,
cultiva el vigor para que brille
la próxima ilusión, laberinto
de entradas que encabritan
y salidas que se tornan menos obvias.
Su anhelo es un alivio
de extrañezas y confusiones momentáneas
que se pretexta en energías hilarantes,
desafiadas, despedidas de real magnificencia.
Esa fe de sueños ingenuos
te preparan para el porvenir.

La esperanza nace y muere
en los errores de nuestros temores.
Su afecto de armonía
redimida a un futuro
que comete su presente.
Así viaja su paciente,
añora otra realidad,
alucinado de perspectivas
en las ansias de crédulas expectativas.
En ese adiós a la decepción,
nace un saludo a la esperanza.

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