El caminante
Hola, amigos lectores.
Hoy les muestro, con mi total afecto, un texto en prosa que habla del ser que somos andando en los caminos.
Espero que sea de su agrado.
El caminante
especialmente dedicado, El caminante lleva en sus pies todas las distancias del camino, el mar, los prados, las sabanas, las ciudades, que se abren a su paso en playas olvidadas, en extensiones lavandas, en plantaciones de algodón, en campos anegados de arroz, en flamboyanes de fuego que sueltan sus hojas al viento venido de otros vientos adonde va el viajero.
El musgo se acumula en las orillas de los estanques, en los deltas donde retozan los sapos y algunas noches menguantes los cocodrilos sueltan sus lágrimas viendo desaparecer en los pantanos del cielo a la luna andariega. El caminante también contempla a Selene y también sus ojos lloran a veces. El caminante tropieza con puertos continentales, con islas encantadas, con comarcas ultramontanas que huelen a eucalipto todo el año, desciende a los acantilados que se despiertan con el frío abrigo de las perpetuas cascadas. ¿Qué busca al andar el caminante? ¿Qué sol lo impulsa hacia adelante? ¿En su mística penitencia llegará hasta las tiendas rotas del desierto? ¿Qué sacrificio, qué expiación, qué promesa lleva al caminante al otro lado del mar? ¿Qué ofrenda en su peregrinación? ¿Que ha perdido detrás del mundo el caminante? Va solitario por las veredas, admirando las estelas del verano. Bebe en las fuentes de la primavera. Deja atrás el hielo del invierno al circular de su sangre. Viendo caer de su otoño las hojas amarillas, desayuna una fruta derribada por el aire mientras árbol adentro un pájaro carpintero trabaja. Su vara de ébano humilde apenas supera en altitud su estatura. Él va apoyado en el báculo algo torcido que aún sigue tallando con el sudor de sus manos. El caminante mira salir los trenes de lejos, ve el humo que se quedando atrás y se va disolviendo como una efímera flor del cielo. El caminante va feliz con sus sandalias rotas, va orgulloso de sus pies cansados, sus pies dolidos de andar y andar y andar. Nadie puede ver las lágrimas de agua y viento del caminante cuando se acerca a la paz de su refugio, al pastorear en los inabarcables límites de la tierra santa.
a mi amiga Eva Gavilán
@evagavilan
Fuente
Bello poema en prosa, de sugestivas imágenes que recrean la figura arquetípica del caminante. Gracias y saludos, @oacevedo.
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Muchas gracias por tu constante apoyo, @josemalavem.
Tu opinión es una joya de muy alto valor para mí.
Saludos a los compañeros de @ @celfmagazine.
Gracias querido @oacevedo por dedicarme el poema de El caminante a ti y a todos les deseo buen camino en este pedazo de tierra, en los mares y más allá. En la incansable búsqueda de nosotros mismos. Un abrazo grande.
Gracias, @evagavilan, por tus hermosas palabras.
Tú eres para mí una mujer de inspiración, por tu arte
y fuerza de voluntad para alcanzar las metas.
Seguimos juntos en el camino, querida amiga.
Te saludo con un abrazo, fuerte fuerte.
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Mi gratitud hacia ti, @don.quijote, hidalgo caballero sin par.
¡Enhorabuena! Saludos.
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