Historias en su tinta 017: "El laberinto de la soledad de unas quesadillas sin queso en un placido domingo", por bonzopoe.

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Muchas personas me han detenido en la calle recientemente para decirme que las mejores quesadillas de flor de calabaza del mundo son las de mi restaurante. Y que no importa tener que esperar tanto para poder disfrutarlas.

Solo que yo no tengo un restaurante, y no soy precisamente un aficionado a las quesadillas. Pero ante la intriga que me provocaba esta inusual situación, decidí visitar mi supuesto restaurante, aprovechando que me queda cerca de casa.

Al llegar pedí un café con leche y 3 quesadillas de flor de calabaza sin queso y sin salsas, al natural pues. Sabedor de que tendría que esperar mucho tiempo, llevé conmigo un libro que habia empezado a leer unos días antes: EL Laberinto de la Soledad, de Octavio Paz.

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Después de casi una hora, llegaron finalmente mis quesadillas.

-Joven, estas quesadillas tiene queso, y yo las pedí sin queso.

-No se preocupe patrón, ahora se las cambio. Solo que se va a tardar porque hay que hacerlas de nuevo, ya que no hay manera de quitarle bien el queso a la flor de calabaza.

-No se preocupe joven, yo espero.

Después de otra hora de espera y un par de capítulos del libro:

-Joven, estas quesadillas tienen salsa, y las pedí sin salsa.

-Disculpe usté patrón, ahora se las cambio. Solo que se va a tardar porque hay que hacerlas de nuevo, no podemos simplemente quitarle las salsas a la quesadilla y traérselas de nuevo, no va con nuestros estándares de calidad.


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"¡No va con sus estandares de calidad!", rumié internamente. Pero ya estaba ahí, y no me iba a quedar con las ganas de probar las famosas quesadillas, así que haciendo acopio de paciencia, contesté: "Ok joven, yo espero, pero al menos tráigame un cafecito, que es la segunda vez que se equivocan con mi orden".

-Claro que sí patrón, ahora se lo traigo. Cortesía de la casa.

Dos cafés, otra hora y un par de capítulo más después, asi como unos veinte saludos más a extraños que me confundieron con el dueño:

-Disculpe patrón. Pero mis compañeros y yo queremos pedirle un favor.

-¡¿¿Un favor a mí??!

-Sí patrón.

Después de hacerme esperar por horas por tres quesadillas ahora me quieren pedir un favor. Vaya desfachatez. Pensé para mis adentros. Sin embargo, no sé si fue por la lectura del libro de Octavio Paz o el sereno, pero decidí escuchar lo que querían pedirme.

-A ver de que se trata -les dije.

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-Mire usté, pues es que el patrón, nuestro jefe, anda indispuesto, y vino un cantante famoso que quiere saludarlo, y dice que no se irá hasta hacerlo y agradecerle por la rica cena que ha tenido, y pues a usté ya lo confundieron muchos clientes con nuestro jefe, así que queríamos pedirle si pudiera hablar un momento con el cantante, igual y lo conoce usté, es un tal Plácido Domingo.

-Ah caray, Plácido Domingo. No sé, se me hace medio deshonesta la cosa.

-Por favor patroncito, nos haría un gran favor. Mire si nos ayuda le damos unas cortesías para que venga usté a cenar cuando guste totalmente gratis.

Después de pensarlo un poco, accedí, y la verdad es que pase una muy agradable velada con Placido Domingo y su esposa. Congeniamos tanto que hasta me invitó a ir a visitarlo.

Resultó que al dueño del restaurante le dió un infarto, y mientras yo departía alegremente con Plácido Domingo, este estiró la pata en un hospital cercano.

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Al enterarse del suceso los empleados me abordaron con una propuesta tan interesante como extraña. Me dijeron que querían que fuera su jefe. Que dado mi parecido con quien fuera su patrón nadie se daría cuenta.

Me comentaron que este era una persona déspota que siempre los insultaba y trataba con la punta del pie. Todo lo contrario a mí que a pesar de los problemas con mi orden los había ayudado, y además me había ganado en una noche el aprecio no solo de Plácido Domingo, sino de numerosos clientes frecuentes del establecimiento.

A cada objeción mía alguno de ellos planteaba una solución, y fue tal su insistencia que no me quedó otra que aceptar.

Así que la buena noticia es que resulta que ahora soy "dueño" de un restaurante. Y la mala es que nos quedamos sin flor de calabaza y yo sigo sin comer mis quesadillas.


©bonzopoe, 2020.

Si llegaste hasta acá muchas gracias por leer este publicación y dedicarme un momento de tu tiempo. Hasta la próxima y recuerda que se vale dejar comentarios.


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