El café nos une, nos junta...

He sido tramposa estos años, y espero que mi hijo no me lea, ¡ja,ja,ja!, porque hace muchos años se dañó mi cafetera eléctrica, y hacer café colado no es algo que me queda muy sabroso, por eso, espero que lo haga otro, cuando mi mamá estaba viva, adoraba, disfrutaba enormemente que ella me trajera mi cafecito con desayuno, a veces a la cama, a veces a la oficina, pues sabia que trabajo en exceso. Mi regla es, yo hago el almuerzo y a veces la cena, en casa nos ayudamos con las tareas, lo único que pido para que colaboren en casa es el desayuno, y a veces la cena, pues lo demás me corresponde. Esto lo hago para fomentar los valores de cooperación, todo esto es positivo, porque funciona y todos estamos contentos, pero el trasfondo de todo es, que adoro me consientan.

Me siento consentida cuando me traen mi café, cuando me traen el desayuno en donde esté, cuando saben que me pondré de mal humor si estoy trabajando por largas horas y no repongo energías, haciendo una pausa tomando café. Por lo que en las tardes, a la hora de la merienda, también me consienten con mi cafecito. Cuando no está mi hijo, lo hace mi esposo (a veces). Verlos traerme mi taza con café y pan o arepitas es uno de los placeres más grandes que tengo en la vida cada día, pues siento mucho amor en este simbolismo.

Analizo a mis familiares, amigos y conocidos y les ocurre igual, la hora de tomar café en compañía, es un tesoro y algo de gran valor, reforzamos nuestros lazos familiares y sentimentales, reforzamos nuestra amistad, pasamos un rato muy ameno, nos reimos, lloramos y al final del ultimo sorbito, el gran suspiro y te digo con todo mi corazón y así de grandote: