Con la noche, se hizo presente la oscuridad, es el mejor momento para salir con mis compinches a comer lo que los dioses dejan en el terreno, hay que estar muy atento, muchos de los míos, salieron y en un resplandor, jamás volvieron a casa.

Es mi primera salida e intentaré no despegarme de mis hermanos mayores, ellos son mucho más grandes y rápidos que yo, mis padres me alentaron y aconsejaron antes de salir a conocer al mundo, la vida es corta y es una mala decisión desaprovecharla por muy peligrosa que sea la aventura.

Me cuesta ver el camino y las cimas colosales de las que hablan en el refugio, pero más me intriga la posibilidad de ver a los gigantescos dioses, que sin motivo alguno nos aniquilan, pienso que más que dioses, son demonios. Tengo algo de miedo.

Debo permanecer callado, el sigilo y estar alejado de las áreas abiertas es vital si tengo que enfrentarme a uno de los gigantes. No entiendo por qué nos odian, tan solo queremos disfrutar de la vida. En las reuniones de los clanes, el líder máximo ha propuesto crear un mensaje que llegue a sus oídos, en el pasado lo han intentado sin éxito, inclusive colonias enteras ofrendaron sus propias vidas en vano. Ellos son insensibles y poderosos, nada lo detienen cuando se proponen exterminarnos. Es un milagro que aún mi clan siga aquí.

¡Guao! que imponente montaña, la pared es vertical y muy lisa. La subida me causa vértigo, pero la recompensa lo vale, bueno, eso dicen mis hermanos. Papá se ha adelantado y está al borde esperándonos, me daré prisa no quiero separarme del grupo, mi madre va detrás, siento sus ojos en mí, me vigila, yo le dije que puedo.

La primera exploración es una experiencia inolvidable, una que tal vez le cuente a mis nietos, ¡ja!, aún estoy muy joven para pensar en hijos, menos en nietos. ¡Demonios… el resplandor: hay que correr!

¡No puedo creer lo que veo, es… inmenso! ni cien de nosotros, uno sobre otro, alcanzan su cabeza. Me mira, viene por mí, solo me queda saltar al vacío, no tengo otra opción, es mi única oportunidad.

Mientras caigo, siento el zumbido de la rotura del aire, volteo y veo como aplasta a mi hermano mayor, se ha sacrificado por mí para darme tiempo de escapar. Me golpeo fuerte contra el suelo, y aunque el dolor me invade corro con todas mis fuerzas hacia la cueva. Solo tengo que esperar la oscuridad de nuevo, con suerte veré a mi familia, extrañaré a mi valiente hermano.