Por enésima vez discuten sobre la conducta licenciosa que lleva, la suerte lo ha acompañado, pero no puede durar por siempre. Aunque nunca había sido atrapado en fragancia, las circunstancias lo hacen sospechoso ante cualquier evento delictivo en la cuadra.

Sale para evadirse de las justas reprimendas de su madre, mientras camina por la calle, enciende un cigarrillo, y por primera vez en su vida considera los argumentos, la imagen de verse entre barrotes en una celda o tirado en el piso lleno de sangre lo aterra.

La semana pasada, el tuerto, su cómplice de fechorías, fue capturado por la policía cuando robaba la tienda de electrodoméstico. Al día siguiente apareció colgado en la celda, los chismes cundieron rápidamente en las calles, la mayoría se regocijó con la muerte del ladrón con excepción de los padres del infortunado.

Jason, alías el muerto, lo toma por sorpresa sacándolo de sus pensamientos, le informa sobre la reunión de la pandilla en honor al Tuerto, y de inmediato ambos acuden a la casa del Jefe. Luego de saludarse el Jefe saca una botella de Tequila y toma un largo trago, la pasa y todos beben. Él no ha terminado el sorbo cuando escucha al Jefe admitir que es responsable de la eliminación del Tuerto.

Todos lo miran sorprendidos, Jason rompe el silencio y pregunta el porqué, el Jefe lo mira serio y contesta, por soplón. Hubo un murmullo breve que cesó con el sonido repentino del megáfono, así como también el de las sirenas de las patrullas policiales.

Con la imagen del Tuerto colgado en la celda en su mente se dijo a sí mismo, "razón tenía mi madre, más temprano que tarde te atraparán, como odio que ella siempre tenga razón."