Rosa, cuando el amor abusa y maltrata (Relato)

avatar

golpeada.jpg
Arte digital

 

Rosa contempla por la ventana las gotas de lluvia que comienzan a caer y que han convertido una tarde de sol inclemente, en fría.

Los lentes negros que cubren sus ojos provocan que la oscuridad sea más intensa.

Le duelen los labios y palpitan como teniendo vida propia.

Mientras espera su turno, divagan sus pensamientos cruzando, sin poder evitarlo, etapas de una relación que abruptamente culminará cuando sus declaraciones consigan que la ley haga cumplir a su esposo la pena que se merece.

Cinco años que parecen veinte, donde ha subido y bajado las pendientes sin el control necesario para poner los frenos antes de estrellarse.

Multiplicidad de situaciones que han condimentado una convivencia plasmada de discrepancias y balanceada por treguas, que en ocasiones, espejisticamente daban la sensación de avivar la llama que ardía en los cuerpos y corazones.

Una tolerancia inmune a los comentarios y consejos, que ha desaparecido ante la realidad de momentos que ponen en peligro no solo su integridad física y mental, sino también la de sus hijos.

Desde el comienzo, los caracteres chocaron, como trenes sin control en una misma vía.

Las primeras discusiones no pasaron de gritos y amenazas, que provocaron su mudanza hacia una casucha humilde en una de las zonas marginales de la ciudad, ya que sus padres, prácticamente los echaron de la casa, por ese motivo.

Por unos meses se aplacaron los ánimos y las oportunidades de empleos fueron aminorando, por lo que se creó un apoyo mutuo incondicional que los llevó a una etapa de amor y pasión y trajo como consecuencia un embarazo feliz.

Pero el alcohol, los amigos irresponsables o el exceso de machismo, propio en él, terminó por cortar ese trayecto de jubilo y una noche las palabras pasaron a los hechos y la bofetada dada entre la inconsciencia provocada por los efectos etílicos, le dejó una marca roja que posteriormente se amorató en su mejilla.

Estoicamente lo soportó, quizás por cuestiones de enseñanzas mal orientadas, donde se da el poder del maltrato a la pareja masculina, más aún, cuando su actitud agresiva pudo haberlo ocasionado.

De allí partió el error que hoy culmina.


Fuente

 

Los conflictos conyugales parecían tan normales en el entorno donde vivía, que se acostumbró a defenderse atacándolo físicamente, como un juego perverso que culminaba entre las sabanas, dándole a la reconciliación un sabor distinto.

Nunca pensó en el respeto propio o ajeno que debía tenerse, ni en la peligrosa desviación a la que podría llevar.

Pero el escenario fue tomando otras proporciones, a medida que su primogénita niña fue creciendo y estrechando los espacios para esas incursiones nada edificantes.

Lo que comenzó como una reacción de búsqueda, de acomodos, terminó siendo una tortuosa experiencia.

En una ocasión lo dejó y buscó refugio en casa de su madre.

-No sigas con él hija, esa no es una vida normal la que llevas.

Pero, las promesas, las lágrimas y el aparente cambio de actitudes la convencieron de que todo iba a tener un cambio profundo y desechando las suplicas de su madre, regresó nuevamente a la suya.

Fue el instante de una nueva experiencia maternal.

Pasó un año sin sobresaltos ni dudas, donde se fue poblando de enseres y calor el hogar.

Un año de bendiciones que hicieron olvidar los golpes e insultos y que la animó a ejercer un trabajo ocasional de medio tiempo, mientras su madre cuidaba a los hijos, en una acción de respaldo a los cambios económicos que las obligaciones le impusieron.

Nació de allí otro problema.

Los celos desmedidos provocaron enfrentamientos y hasta una pelea entre su marido y un compañero de labores, que provocaron dejarla cesante.

Se rebeló nuevamente, al sentirse manipulada y encerrada, como un animal que solo obedece ordenes y tiene prohibido el pensar.

Comenzó otra etapa de desasosiego, de insultos y golpes, de borracheras y posiciones extremas, donde las razones perdían sentido entre lo incontenible de la intolerancia.

Ya el amor parecía no ser suficiente y los reencuentros ya no seguían teniendo esa pizca de locura de anteriores ocasiones.

Pero una fuerza oculta o perversa parecía decirles que no era suficiente.

Que el matrimonio era para siempre y que los problemas eran tan cotidianos como bañarse, comer o dormir.

Una noche la empujó tan fuerte que al caer se rompió la cabeza, necesitando diez puntos de sutura.

La vecina, que la acompañaba mientras llegaba él, fue quien la llevó al hospital y para el asombro de ambas, allí mintió diciendo que se había caído mientras se bañaba.

-¿Estas loca?. ¿Por qué no lo denunciantes?

Solo atinó a responderle.

-No sé, tal vez es porque es el padre de mis hijos o porque lo quiero.

-¿Te puede querer quien te maltrata como si fueras un animal? Estas de psiquiatra amiga.


Fuente

 

Mientras una lágrima se le escapa entre los recuerdos, busca escudriñar en su memoria, los pensamientos de esa noche, sin lograrlo.

El conflicto siguió agravándose por meses enteros y a los gritos acompañaban ahora las lágrimas de los niños, que asustados presenciaban como se despedazaban verbal y corporalmente, tocando extremos que rayaban en la locura.

Dos mudanzas e igual numero de regresos acompañaron los últimos seis meses.

Hasta que la noche anterior, en la fiesta de cumpleaños de su padre, sin mediar palabras ni saludos, llegó y cobardemente la golpeó en par de ocasiones, marchándose como prófugo antes de ser abordado por alguien.

Ella pensó que le pediría que regresara como en anteriores ocasiones y por tal razón, en el colmo del masoquismo, salió a recibirle.

El resultado, un ojo amoratado y el labio partido.

Mientras en la sala de emergencias le daban los auxilios correspondientes, el orgullo que vibraba muy dentro la hizo reaccionar.

-No me pega más, hasta aquí ha llegado esto.

Esta vez si narró la verdad de los hechos y ahora espera colocar la denuncia respectiva.

La acompaña su madre y una prima.

Siente rabia por el papel tan estúpido que ha jugado, por la ceguera que ha cubierto su razón y por los años perdidos que solo han dado como fruto a dos pequeños, que necesitaran de mucha ayuda para superar los trances difíciles contemplados.

Ya no importa el daño ni el causante, ahora importa recobrar la felicidad que se le ha escapado y desde donde esté él, ella está segura que intentará manipularla, como siempre pudo hacerlo, pero la historia tiene un fin y este ha llegado.



0
0
0.000
0 comments