El psicológico encanto de los Bestiarios medievales

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Algo definitivamente brillante debía de poseer el espíritu medieval, para que grandes psicólogos e ilustres literatos los tomaran como base para parte de sus estudios, en un caso y de sus elocuentes ficciones en el otro.

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Cuando uno se planta frente a una iglesia medieval, lo primero que le llama la atención es la increíble profusión de criaturas extraordinarias que le observan fijamente desde la fría eternidad de la piedra que conforman sus capiteles y sus innumerables canecillos.

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De ellos, el eminente psicólogo suizo C.G. Jung, afirmaba que había que tratarlos como a pacientes.

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Y tenía mucha razón en su aseveración, porque esas representaciones, que a priori podemos considerar como absurdas e incluso ridículas, forman parte de esas fobias, de esos sentimientos y de esas angustias que todos llevamos dentro e incluso, en algunos casos, constituían, además, la clave para una farmacología de la época, digamos que ‘no apta para todos los públicos’.

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Y algo especial tendría, vuelvo a insistir, cuando fue objeto de atención, estudio y obra de reyes del pensamiento moderno, como Jorge Luis Borges y Ferrer Lerín, quienes no dudaron en echar mano de sus antecedentes medievales, para crear los suyos propios.

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¡Ah, la Sabiduría de aquellos anónimos canteros medievales, que agrupados en cerrados gremios de compañeros de los caminos, dejaban grabado en la piedra parte de un conocimiento verdaderamente ancestral y trascendental!.

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AVISO: Tanto el texto, como las fotografías que lo acompañan, son de mi exclusiva propiedad intelectual y por lo tanto, están sujetos a mis Derechos de Autor.
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2 comments
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Que figuras!
Dígame la de esa especie de caimán, pájaro, culebra, que además tiene una boca con tremendos dientes en la cola.
Un esfuerzo fotográfico del carajo, captar esos detalles.
Al final creo, que una sirena y un sireno, diremos que con un posible sirenito en la mano (o un pez) que te preguntaría, antes de ponerme pícaro, que crees tú que están haciendo con él?
Al final, viniendo de las piedras y del aire medieval, me sorprendió el camino, fue un coñazo!
Se me antojó la soledad del autor frente a la obra, un salto hacia adentro.
"Se hace camino al andar"

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El románico es un auténtico compendio de fobias psicológicas, como muy bien supo apreciar el gran psicólogo suizo (del que soy fan incondional) C.G. Jung. Pero aunque generalmente todo este tipo de representaciones mitológico-fantásticas suelen ser interpretadas como vicios y defectos (no en vano, pertenecían a las antiguas religiones y por lo tanto, su simbología era meramente pagana), también esconden numerosos secretos y claves detrás. El pez (ictis), como sabes, fue el símbolo que adoptaron los primeros cristianos, de manera que al estar en compañía de esta pareja de sirenos, puede ser una advertencia a los parroquianos, sobre la cercanía y el acecho de las fuerzas diabólicas. Un solitario camino de la Bureba burgalesa y una iglesia perdida en la infinidad de esa Castilla misteriosa, que todavía tiene muchos secretos que contar. Un abrazo

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