Continúa siendo toda una referencia histórica, artística y cultural, que rinde homenaje a la gloriosa Barcelona de principios del siglo XX, que destacó por la importancia de un revolucionario movimiento artístico, conocido como la Reinaxança, Renacimiento o Modernismo.

No equiparable, desde luego, con el famoso y espectacular Renacimiento italiano, pero sí lo suficientemente importante como para sacar a Barcelona de su ostracismo provinciano y hacer de ella la proyección de ciudad de futuro que es hoy en día.

La Casa dels Cuatre Gats o Casa de los Cuatro Gatos, podría decirse que es a la Reinaxança catalana lo que la Marsellesa supuso para la Revolución Francesa y que después se convertiría en himno nacional: una señal de identidad.

Debajo de su misteriosa fachada y al abrigo de las penetrantes miradas de toda clase de seres arquetípicos inmortalizados en esas mismas piedras que los antiguos basteixos o porteadores transportaban desde el puerto para construir, por ejemplo, la emblemática Catedral del Mar, els Cuatre Gats fue el cuartel general de la intelectualidad barcelonesa, el lugar donde figuras como Antoni Gaudí soñaban con sembrar de estrellas una ciudad que crecía a la sombra benefactora de lugares como Montjuich, el Tibidabo y el Santuario de Montserrat, sin apartar la mirada de una Europa, que también comenzaba a despegar.

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