Martian law / La ley marciana

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Dear Hive readers, today I leave you with a story related to the painful situation we are living in Venezuela, where two great tragedies have combined: the Covid-19 pandemic that already exceeds the horrific figure of one million deaths worldwide and the structural crisis we have been suffering in the country for more than twenty years and that we must not stop denouncing in an attempt to recover our life, which we see escaping like water between our fingers.

Estimados lectores de Hive, hoy les dejo un relato relacionado con la dolorosa situación que vivimos en Venezuela, donde se han conjugado dos grandes tragedias: la pandemia del Covid-19 que ya supera la horrorosa cifra de un millón de muertes en todo el mundo y la estructural crisis que venimos padeciendo en el país desde hace más de veinte años y que no debemos dejar de denunciar en procura de recuperar nuestra vida, que vemos escaparse como el agua entre los dedos.


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La ley marciana


For three days this figure has been repeated in Mr. Honorato's head: nine hundred million bolivars, daily. Nine hundred million bolivars, daily. Nine hundred million bolivars, daily. He has it nailed like a sting and thinks how he could collaborate so that his grandson recovers his health.

Desde hace tres días esta cifra se repite en la cabeza del señor Honorato: novecientos millones de bolívares, diarios. Novecientos millones de bolívares, diarios. Novecientos millones de bolívares, diarios. La tiene clavada como un aguijón y piensa de qué manera pudiera él colaborar para que su nieto recupere su salud.

Today he went out before dawn to the market to try to sell some books that he proudly collected for decades in his home library while he was a teacher of Language and Literature at the Educational Institute where he worked for thirty years. In a backpack he carries the audiobooks of his beloved collection Arte y Cultura del mundo, a dozen cds of classical music, although he knows that almost nobody buys them anymore, but he still carries them because, as Refugio, his wife, says, one never knows and a small plastic bottle with ice water to hydrate himself during the day.

Hoy salió antes de la madrugada al mercado para tratar de vender algunos libros que durante décadas acopió con orgullo en la biblioteca de su hogar mientras fue profesor de Lengua y Literatura en el Instituto Educativo donde trabajó por treinta años. En un morral que lleva atado a la espalda lleva los audiolibros de su querida colección Arte y Cultura del mundo, una docena de cds de música clásica, aunque sabe que ya casi nadie los compra, pero igual los lleva porque, como dice Refugio, su mujer, una nunca sabe y una botellita plástica con agua de hielo para hidratarse durante la jornada.

Nine hundred million bolivars, daily. Nine hundred million bolivars, daily. Nine hundred million bolivars, daily. That is the amount they are asking in the clinic to admit their Jesus Yilberto in the intensive care room, who already has three days with a serious condition of pneumonia, fevers and diarrhea. In this country where the basic monthly salary barely reaches one dollar, that amount, equivalent to two thousand dollars, is the price of death.

Novecientos millones de bolívares, diarios. Novecientos millones de bolívares, diarios. Novecientos millones de bolívares, diarios. Esa es la cantidad que están pidiendo en la clínica para ingresar a su Jesús Yilberto en la sala de cuidados intensivos, que ya tiene tres días con un grave cuadro de neumonía, fiebres y diarreas. En este país donde el sueldo básico mensual apenas llega a un dólar, ese monto, equivalente a dos mil dólares, es el precio de la muerte.

Until last week, the young doctor was working in a public clinic located in a populous neighborhood where he had to carry out an inhumane task. He spent twenty days in a row working in that health center, basically on a diet of white rice and eggs. Then he would go out for another twenty days to an isolation ward, improvised by the Ministry of Health on the outskirts of the city to do the diagnostic tests in Covid-19. After leaving the cloister, he would go home for 15 days, normally exhausted by eating as much as he could and sleeping, sleeping, sleeping... to recover his strength before restarting the cycle.

El joven médico laboraba hasta la semana pasada en un ambulatorio público ubicado dentro de un populoso barrio donde debía cumplir con una faena inhumana. Pasaba veinte días seguidos trabajando en ese centro sanitario, con una dieta de arroz blanco y huevos, básicamente. Luego salía otros veinte días a un recinto de aislamiento, improvisado por el Ministerio de Sanidad en las afueras de la ciudad para hacer el despistaje mediante las pruebas diagnósticas en Covid-19. Después de salir del claustro iba a casa durante 15 días, que agotaba normalmente en comer cuanto pudiera y dormir, dormir, dormir… para recuperar sus fuerzas antes de reiniciar el ciclo.

Mr. Honorato, with 72 years on his shoulders, at noon began to return home. Today he was able to sell a little bit, he gave away some of his literary treasures at skinny chicken prices but at least he was able to buy two onions, some cloves of garlic, a green banana, herrings and a kilo of victuals for the soup.

El señor Honorato, con 72 años sobre sus hombros, a la hora del mediodía inicia el regreso a casa. Hoy pudo vender un poquito, entregó algunos de sus tesoros literarios a precios de pollos flacos pero al menos le alcanzó para comprar dos cebollas, algunos dientes de ajo, un plátano verde, arenques y un kilito de vitualla para la sopa.

Since the government has decreed that this week is one of radical quarantine in Venezuela, there is no public transportation, not even those rickety, unsafe vehicles that people have named after them as perreras. In addition, due to the structural shortage of gasoline, the rare private transportation units that roll down the streets do not stop to give their tails to anyone, not even their mother.

Como el gobierno ha decretado que esta semana es de cuarentena radical en Venezuela, no hay transporte público, ni siquiera esos destartalados e inseguros vehículos que la gente le ha puesto el nombre de perreras. Además, debido a la estructural escasez de gasolina, las raras unidades de transporte privado que ruedan por las calles no se paran para darle la cola a nadie, ni siquiera a su madre.

He has been walking for two and a half hours from the market to his house, occasionally resting from the burning sun under the shade of some tree to catch his breath and let his copious sweat dry. Nine hundred million bolivars, daily. Nine hundred million bolivars, daily. Mr. Honorato puts down his mask and keeps thinking about how to help his grandson, but he doesn't get an answer. After a while, he takes a breath of oxygen to feed his lungs, drinks the last sip from the water bottle, makes a sign of his intention and puts the mask back on his nose to continue his journey.

Él lleva dos horas y media caminando desde el mercado hasta su casa, de vez en cuando descansa del sol calcinante bajo la sombra de algún árbol para retomar aliento y que se le seque el sudor copioso. Novecientos millones de bolívares, diarios. Novecientos millones de bolívares, diarios. El señor Honorato se baja el tapabocas y sigue reflexionando sobre la manera de ayudar a su nieto, pero no consigue respuesta. Al rato toma una bocanada de oxígeno para alimentar sus pulmones, bebe el último sorbo de la botella de agua, se persigna y vuelve a colocarse sobre el tabique de la nariz la mascarilla para continuar su camino.

The obsessive song that accompanied him all morning thinking about the grave situation of his grandson, is still repeated when it is three thirty in the afternoon. He is only two blocks away from the sweet home. Even though he is tired; his forehead, his shirt and his backpack are soaked with sweat and the three little plastic bags he carries in his hands with the few bastions weigh him down as if they contained gold bars; he notices a kind of frenzy because it is not long until he gets home to his Refugio, as always.

La canción obsesiva que lo acompañó toda la mañana pensando en la grave situación de su nieto, todavía se repite cuando son las tres y media de la tarde. Le faltan solamente dos cuadras para llegar al dulce hogar. A pesar de que está fatigado; lleva la frente, la camisa y el morral empapados de sudor y las tres bolsitas plásticas que lleva en las manos con los pocos bastimentos le pesan como si contuvieran barras de oro; él advierte una especie de frenesí porque falta poco para llegar a casa donde lo espera su Refugio, como siempre.

As he passes through the traffic light that is stopped in time, always in red, he lowers his mask to his chin to breathe with a little freedom and then he hears a voice that tells him: "Come here, citizen". He cautiously approaches the three officials who are smoking, seated inside their uniforms, and one of them says: "Pull up your mask, citizen". "But you are smoking and none of you are wearing a tapaboca," answers Mr. Honorato. "Shut your mouth." The second one shouts at him. The fattest of the three says: "Don't compare yourself to us, citizen, we are the law." Trembling for the impotence Mr. Honorato answers him: "But they are not martians". And at once he feels the brute blow against his mouth that becomes a scream of blood that nobody hears or sees in the emptiness of the streets.

Al pasar por el semáforo que está detenido en el tiempo, siempre en rojo, se baja el tapabocas hasta el mentón para respirar con libertad y entonces oye una voz que le dice: “Venga acá, ciudadano”. Se acerca con cautela a los tres funcionarios que están fumando, acomodados dentro de sus uniformes, y uno le dice: “súbase la mascarilla, ciudadano”. “Pero ustedes están fumando y ninguno tiene puesto tapabocas” le responde el señor Honorato. “Cállase la boca.” Le grita el segundo. El más gordo de los tres le dice: “No se compare, con nosotros, ciudadano, que nosotros somos la ley.” Temblando por la impotencia el señor Honorato le contesta: “Pero no son marcianos”. Y en seguida siente el golpe bruto contra su boca que se convierte en un grito de sangre que nadie escucha ni ve en el vacío de las calles.

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[Own photo / Foto propia]

English translation: DeepL / Traducción al inglés: DeepL

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¡Qué fuerte! El relato es un descripción gráfica del país: acumulación de desgracias. Por cierto, muy bien contado, resalta el trabajo del lenguaje, su limpieza. Durante el trayecto de Honorato, llevamos como una canción 900 millones de bolívares diarios, ¡tan rimbombante! Y al final nos rememora y nos queda la marca del horror.

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Es grato encontrarte de nuevo en esta ventana, @morey-lezama.
Así es, hermano. Es fuerte, pero no por eso vamos a dejar de denunciar la miseria que impera actualmente en Venezuela, donde se violan reiteradamente los más sagrados derechos humanos.
Saludos.

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Un relato de la desgracia que sufre el pueblo, Honorato vive en cada uno de nosotros. Estuvo muy bien contado. Saludos, amigo @oacevedo

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Agradecido por tu presencia siempre bienvenida, @yonnydavid.
Sí, estamos viviendo tiempos aborrecibles de miseria e injusticia.
A pesar de todo debemos seguir hacia adelante. Saludos.

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Un relato fuerte de una realidad sin ley. En algún momento habrá que darle vuelta al semáforo. @oacevedo

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Sí, estoy de acuerdo contigo, @evagavilan2, en algún momento el semáforo cambiará a verde
para darle paso a la vida con dignidad. Te saludo.

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Duro y crudo relato, lleno de rebeldía y compasión, que expresa la dolorosa e injusta realidad que sufre nuestro país (Venezuela). El personaje y la situación que presentas con cuidada escritura son parte recurrente de nuestro diario vivir. Saludos, @oacevedo.

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Parece que el virus que corrompe a Venezuela desde hace tantos años se hubiera propagado por todo el planeta.
Debemos seguir denunciando de cualquier manera posible el horror actual, sin perder la perspectiva de recuperar la vida que estamos perdiendo.
Saludos, @josemalavem y @celfmagazine.

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