Cierra los ojos | Relato corto |

avatar

Cierra los ojos

   

    Madre estaba muriendo; lidiar con la tuberculosis era algo común en aquella época y, desafortunadamente, alcanzó a nuestra familia. Mis hermanos y yo nos turnábamos para atenderla, ya que no podía levantarse, bañarse o comer por si sola. Recuerdo que ese fue un día particularmente caliente. No se sintió ni la más mínima brisa, las plantas permanecían quietas y los perros jadeaban. Y ahí estaba yo, sentada en el tocón de un árbol del patio, junto a su hamaca. Sostenía el abanico con el cual la refrescaba, aunque ya me dolían los brazos.

    Ella se veía tan tranquila al dormir como si, en esas escasas horas en las que lograban conciliar el sueño, la enfermedad desapareciera y, junto con ella, también todo el dolor. Pero ya hacía meses que no descansaba más que un par de horas seguidas, además de que despertar atormentada era ya una rutina y, algunas veces, hasta parecía desorientada; aparentemente, por momentos, olvidaba quiénes eramos. ¿La enfermedad le consumía la memoria? No lo sé, eso parecía.

    Seguí soplándola con el viejo abanico, que en realidad era una hoja de palma recortada, hasta que escuché un par de sonidos inconfundibles: trote de caballos y ruedas de carruaje. Debían ser unos seis caballos más o menos, así que concluí que, quién fuese el que estuviese dentro del carruaje, habría de ser un hombre muy rico que quizá tomó un desvío por nuestro pueblo. Miré a mamá, seguía dormida, así que amagué con correr hasta la entrada para ver a los caballos porque siempre amé a esos bellos animales y me encanta verlos.

    En esa ocasión no pude hacerlo. Apenas bajé del tocón ella estiró su mano, me apretó fuertemente por el brazo y me dijo: «No vayas». Me sentí triste al instante, hasta que vi la expresión en la cara de mamá: el terror más puro reflejado en su rostro. Ahí me percaté de que el trote de los caballos seguía oyéndose como si estuviesen frente a la entrada de la casa, a pesar de que ya había transcurrido suficiente tiempo como para que se alejasen.

    —¿Quién es? —pregunté a mamá, yo comenzaba a asustarme también.

    —Cierra los ojos —respondió ella —, y por nada en el mundo los abras hasta que yo te diga.

    Eso hice, cerré los ojos. Los sonidos se tornaban cada vez más fuertes, como si estuviesen más cerca, los caballos relinchaban y, cada tanto, un látigo y cadenas impactaban en simultáneo. Sentí que el corazón se me saldría del pecho, pero no me moví de ahí, ni alcé la vista. Solo esperé a que mamá me dijera que abriera los ojos. No obstante, eso nunca pasó. Fue mi hermano mayor quien llegó después, soltó a mamá de mí, su mano estaba fría y rígida, por lo que le costó trabajo soltarme sin hacerme daño. Él me llevó hasta la cocina y por horas trató de convencerme de que era seguro, que podía abrir los ojos ya, sin embargo no lo hice por el resto del día.


Foto original de Pixabay | pasja1000. Sin edición aquí

XXX

   

¡Gracias por leerme! Espero que te haya gustado, y gracias de antemano por tu apoyo.

Si te gustó, te invito a leer otros de mis posts:



0
0
0.000
3 comments
avatar

Muy buen esquema, discurso, signos de puntuación, presentación, imagen y demás, hermanazo.

0
0
0.000
avatar

This post earned a total payout of 5.714$ and 2.857$ worth of author reward that was liquified using @likwid.
Learn more.

0
0
0.000