Sé feliz | Relato corto |

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(Edited)

Sé feliz

   

    «Carajo, sí... tienes toda la razón, solo para de pelear» pensaba Alberto, sentado en el sofá, masajeándose la sien para tratar, en vano, de disminuir la jaqueca. Mientras su pareja, que iba y venía de la sala a la habitación, le recriminaba algo, le cuestionaba por una cosa y le insultaba por algún error del pasado.

    —¿¡Al menos escuchas lo que digo!? —ella estaba en cólera, la pálida piel de su rostro se había tornado roja y dos pronunciadas venas se vislumbraban en su frente. Él no respondió, ni siquiera la miró.

    Solo alzó la cabeza para ver cómo se marchaba otra vez al cuarto y salía con otro bolso de viaje, más grande que el anterior, que no podía llevar por sí sola sin tener que arrastrarlo. «¿De dónde sacó esa cosa?» dijo dentro de sí y soltó una leve risa.

    —¿¡Qué te parece tan gracioso!?

    Quiso responderle, pero una voz en su interior le repetía, desde que aquella discusión inició, que no tenía caso. «Tú solo déjala que siga hablando». Aún la amaba y, en su interior, estaba convencido de que ella a él también, sin embargo aprendió que el amor por si solo no basta y que, por mucho que lo intentara, nada iba a cambiar.

    En otros tiempos sí podría haber cambiado, habría cambiado todo en su vida solo por hacerla feliz, o al menos intentó convencerse de ello, pero los años y las decepciones constantes, en ese continuo proceso de ensayo y error que es la vida, le demostraron que, sin importar cuánto lo intentase, no era posible cambiar a un ser humano, que quizá el amor pueda sacar lo mejor de alguien y, a pesar de todo, esa mejor versión de un individuo enamorado puede no ser suficiente para la otra persona.

    Ella montó el bolso sobre la maleta, pues esta última tenía ruedas, y se dispuso a salir. Desde su asiento predilecto él notó las lágrimas que perlaban en los ojos de la cabizbaja mujer. Estuvo a punto de levantarse, deseaba disculparse, abrazarla y tratar de arreglar las cosas «¿pero, para qué? —insistía la voz interna — Pelearán otra vez y el mismo círculo vicioso se repetirá infinitas veces». Ninguno de los dos merecía eso.

    —Beatriz —habló, por fin. Llamarla le arrugó el corazón y el nombre salió de su boca como un sonido entrecortado. Ella se detuvo y volteó, ahora las lágrimas eran de ambos.

    —¿Qué quieres?

    "Cuando deseas algo con mucha fuerza, el universo conspira para que realices tu deseo"; eso lo leyó una vez en un libro, un cuento tonto, una de esas historias infantilezcas donde finalmente el protagonista obtenía todo lo que siempre deseó tras luchar por ello. Él creyó alguna vez que la vida real podía ser así, que podía desear algo y en verdad el universo conspiraría para que cumpliese sus deseos... También, por las malas, descubrió que el mundo no funciona de esa forma. «No importa cuánto desees algo, puedes aferrarte con todas tus fuerzas y aún así caer. El universo no conspira para ayudarte, no es bueno ni malo, es indiferente».

    —Por favor... no vuelvas —algo se rompió dentro de él al pronunciar aquellas efímeras palabras, y ya no había forma de repararlo. Beatriz amagó con responder, finalmente calló y salió por la puerta. Antes de cerrar dijo, con un tono de voz tan leve como un suspiro:

    —Sé feliz.

    Nunca más la vio otra vez.


Sé feliz.png

Imagen original de Pexels | Євгеній Симоненко

   

XXX

   

¡Gracias por leerme! Espero que te haya gustado

 

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