Can't Believe Someone Told Me That! | Day 3 of 30-DAY #BLOGGING CHALLENGE | [ENG/SPAN] - Part 2

There is a saying that "everybody plays a fool, sometimes." I would qualify that to say "at least once." That certainly did apply to me in my early 20s.

I remember it being my second or third year of working at my first real job. I came with no office experience or how to conduct myself. As the newest member of the team, I was open for all advice I could get on how to advance myself. I only knew how to work hard. I did just that. I was praised for my ability to multi-task.

I finally caught the attention of the manager in the head office in another department with my ability to crank out the rate sheets with accurately and timeliness. My typing speed of 100 wpm didn't hurt. I truly believed this was the opportunity I'd been waiting for.

An interview was scheduled, and I patiently waited. I studied the employee bulletin board for the job description again to make sure I knew what questions to ask in the interview.

My co-worker, an older lady in her late 40s, stopped by my desk to ask whether I had a moment to spare. She congratulated me on getting an interview for a position in that particular department. She stated that not many people were accepted into that group because it's intense.

An uneasiness crept into my mind. I was beginning to feel as if I'd made the wrong decision. I'd no idea what she meant by intense. I figured she knew what she was talking about, having been on the job longer.

I asked what she meant. She stated, "anyone who accepted a position in that department didn't last six months. If I'd known you were interested, I'd have warned you."

She left without another word. I wanted to ask other co-workers if they knew anything, but didn't want to spread rumors or divulge her confidence.

Within the next few days, I approached her again. She stated that she wasn't trying to prevent me from moving up in the company. Then she explained further:

^{Image by geralt from Pixabay}

"If I were you, I'd spread my work out over the entire day. Don't rush to get anything finished before schedule. Always leave some for the next day or else they'll just pile more work on you. That's why others left. They'll have you performing the job of three people if you let them. Just work slower and everything will be fine. That way it'll look like you're busy all day. They won't offload you with extra work. That's why I never applied for the position."

I never thought of being that type of employee who intentionally worked slower and not finish an assignment. However, it seemed like a novel idea at the time. It occurred to me that I could make more money and do less work.

I accepted the position for the extra income. Salary, bonuses, and incentives were directly tied to my performance evaluation.

After the probationary three months, my supervisor met with me and explained that they liked me, however, my work was not up to par. It was slower than the other workers. She stated there was no way she could recommend I be taking off probation. She asked if I had a problem keeping up with the assignments or if something else was going on in my life.

I didn't even try to explain. I accepted the decision of the supervisor not to take me off probation if I wanted to remain with them. However, I had to improve my performance. I then asked her if I finish my work on time, would I be automatically given work from others. She responded, "No, only if you ask for additional work to help others out or help us meet our deadlines."

My job performance had never been called into question those last two years. I was disappointed with myself, but more with the fact that I allowed myself to become the victim of bad advice for whatever reason it was given.

I eventually got off probation. The department and work was nothing like what my former co-worker described. I liked and thrived in my new environment.

I had no interaction with my former department, but did see my former co-worker occasionally around campus. The first time I saw her, she seemed surprise I was still there. I was surprised too after listening to her bad advice. I then wondered how many others before me she'd taken the time to explain about that "intense department."

From her, I learned a valuable lesson about life in general and people.

Hay un dicho que dice que "todo el mundo hace el ridículo, a veces". Yo lo matizaría diciendo "al menos una vez". Ciertamente, eso se aplicó a mí a principios de mis 20 años.

Recuerdo que era mi segundo o tercer año de trabajo en mi primer empleo real. Llegué sin experiencia en la oficina y sin saber cómo comportarme. Como miembro más reciente del equipo, estaba abierto a todos los consejos que pudiera recibir sobre cómo avanzar. Sólo sabía trabajar duro. Y eso es lo que hice. Me elogiaron por mi capacidad de hacer varias cosas a la vez.

Finalmente, llamé la atención del director de la oficina central en otro departamento por mi capacidad para elaborar las hojas de tarifas con precisión y puntualidad. Mi velocidad de mecanografía de 100 wpm no estaba de más. Realmente creía que esta era la oportunidad que había estado esperando.

Se programó una entrevista y esperé pacientemente. Volví a estudiar el tablón de anuncios de los empleados para ver la descripción del puesto y asegurarme de que sabía qué preguntas hacer en la entrevista.

Mi compañera de trabajo, una señora mayor de unos 40 años, se acercó a mi mesa para preguntarme si tenía un momento libre. Me felicitó por haber conseguido una entrevista para un puesto en ese departamento concreto. Afirmó que no se aceptaba a mucha gente en ese grupo porque es intenso.

Un malestar se apoderó de mi mente. Empezaba a sentir que había tomado una decisión equivocada. No tenía ni idea de lo que quería decir con "intenso". Supuse que ella sabía de lo que hablaba, ya que llevaba más tiempo en el trabajo.

Le pregunté a qué se refería. Dijo: "Cualquiera que aceptara un puesto en ese departamento no duraba ni seis meses. Si hubiera sabido que estabas interesado, te habría avisado".

Se fue sin decir nada más. Quería preguntar a otros compañeros de trabajo si sabían algo, pero no quería difundir rumores ni divulgar su confianza.

A los pocos días, me acerqué de nuevo a ella. Me dijo que no intentaba impedirme ascender en la empresa. Luego me explicó más:

"Si yo fuera tú, repartiría mi trabajo durante todo el día. No te apresures a terminar nada antes de lo previsto. Deja siempre algo para el día siguiente o, de lo contrario, te acumularán más trabajo. Por eso otros se fueron. Te harán realizar el trabajo de tres personas si se lo permites. Trabaja más despacio y todo irá bien. Así parecerá que estás ocupado todo el día. No te descargarán con trabajo extra. Por eso nunca solicité el puesto ".

Nunca pensé en ser ese tipo de empleado que intencionadamente trabaja más despacio y no termina una tarea. Sin embargo, en ese momento me pareció una idea novedosa. Se me ocurrió que podía ganar más dinero y hacer menos trabajo.

Acepté el puesto por los ingresos extra. El salario, las primas y los incentivos estaban directamente vinculados a mi evaluación del rendimiento.

Después de los tres meses de prueba, mi supervisor se reunió conmigo y me explicó que les gustaba, pero que mi trabajo no estaba a la altura. Era más lento que el de los demás trabajadores. Me dijo que no podía recomendar que me sacaran del periodo de prueba. Me preguntó si tenía algún problema para seguir el ritmo de las tareas o si había algo más en mi vida.

Ni siquiera intenté explicar por qué no hacía mi trabajo. Acepté la decisión de la supervisora de no sacarme del periodo de prueba si quería seguir con ellos. Sin embargo, tenía que mejorar mi rendimiento. Entonces le pregunté que si terminaba mi trabajo a tiempo, me darían automáticamente trabajo de otros. Ella respondió: "No, sólo si pides trabajo adicional para ayudar a los demás o para ayudarnos a cumplir los plazos".

Mi rendimiento nunca había sido cuestionado en esos dos últimos años. Estaba decepcionada conmigo misma, pero más con el hecho de haberme permitido ser víctima de un mal consejo por la razón que fuera.

Al final me libré de la libertad condicional. El departamento y el trabajo no se parecían en nada a lo que describía mi antiguo compañero de trabajo. Me gustaba y prosperaba en mi nuevo entorno.

No tuve ninguna interacción con mi antiguo departamento, pero sí vi a mi antigua compañera de trabajo ocasionalmente por el campus. La primera vez que la vi, parecía sorprendida de que yo siguiera allí. Yo también me sorprendí después de escuchar sus malos consejos. Luego me pregunté a cuántas otras personas se había tomado la molestia de explicarles sobre ese "intenso departamento".

De ella aprendí una valiosa lección sobre la vida en general y las personas.