Stéphane Mallarmé, renovador del canon estético de la poesía (Parte II)

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En el post anterior resaltaba la conciencia de Mallarmé acerca de la poesía. Esa conciencia lo convierte en el primero en elaborar –apunta Balakian– "un esbozo de teoría sobre el funcionamiento excepcional de la palabra que llamamos poesía", es decir, la noción de lenguaje poético, o uso poético del lenguaje, y su diferencia del lenguaje práctico o usual; aporte que alimentó la poética moderna y la teoría literaria por mucho tiempo, si bien eso ha cambiado.


Retrato de Stéphane Mallarmé, por Édouard Manet (1876) Fuente


Mallarmé incluso llegó a construir una definición de poesía:

La poesía es la expresión, mediante el lenguaje humano llevado a su ritmo esencial, del sentido misterioso de los aspectos de la existencia: dota así de autenticidad a nuestra estancia y constituye la única tarea espiritual.

Sostiene la visión de que el poeta tiene, como tarea esencial, volver a captar el misterio de la existencia: "Todo lo que es sagrado, todo lo que permanece sagrado, tiene que estar envuelto en el misterio". También había declarado: "Siempre debe haber un enigma en poesía".

La sacralidad, el carácter de algún modo místico, que Mallarmé da a la palabra, se condensa en su concepción del símbolo, piedra angular de su poética, de allí que se le considere el gran maestro del Simbolismo. Veamos su "definición":

El perfecto uso de ese misterio constituye el símbolo: evocar un objeto poco a poco para poner de manifiesto un estado de alma, o, por el contrario, escoger un objeto para deducir de él un estado de alma mediante una serie de desciframientos.


"Death for the Idea" (1915), de Paul Klee Fuente


Mallarmé sostiene que la presencia de la palabra en el poema ha de ser la alusión, la sugerencia, no la designación, que siempre será directa, y que, por lo tanto, suprimirá una parte del goce del poema, "que consiste en ir adivinando poco a poco" ese objeto. Como anotará Balakian, "lo designado es finito, lo sugerido es órfico, es decir, oracular, porque, como el oráculo, puede contener múltiples significados". El valor de la poesía para Mallarmé está, entonces, en la ambigüedad, la indeterminación, un campo amplio en el que las palabras tienen su propio protagonismo. Al no ser un producto unívoco, su lectura no podía ser evidente y única, sino de libertad interpretativa.

De allí el sentido de la evocación, que conecta con el "estado de alma" ("estado de ánimo" también han traducido), el cual no es una emoción simple, sino un complejo de emociones.

En la línea de lo dicho, un elemento destacable en la concepción poética de Mallarmé es su propósito de la "purificación de la palabra", que queda recogido en el famoso verso de su poema "La tumba de Edgar Poe": "dar un sentido más puro a las palabras de la tribu". Este propósito se manifiesta en su búsqueda del lenguaje, llevando a la palabra a un grado de "espiritualización", de condición puramente abstracta, en Un golpe de dados… (al cual nos referiremos en próximo post).

En una declaración, que le hiciera a su amigo el pintor impresionista Degas, afirmó: "Un poema no se hace con ideas, sino con palabras". Así como ocurre con la música, e incluso la pintura, el poema está hecho no de un contenido (ideas) sino de una materia verbal, que para él debía acercarse a la expresión abstracta, pura. Mallarmé aspiraba a la "forma" de la música, no por la imitación de sonidos y ritmos, sino por su estructura lógica, con mecanismos internos de regulación y silencios. El lenguaje debía ser el protagonista.


"Twittering Machine" (1922), de Paul Klee Fuente


Eso supone que las cosas como referentes sean "abolidas" por una especie de transustanciación. Es muy conocida su construcción en prosa de Divagaciones:

Yo digo: ¡una flor! y, fuera del olvido, donde mi voz no relega ningún contorno, (…), se eleva musicalmente, la idea misma y suave, la ausente de todos los ramos.

Sobre este pensamiento de Mallarmé se ha escrito mucho y no pretendo ignorar esos aportes. En esta "ausencia" lo que queda fuera es la cosa "flor", y queda la palabra como significado y significante (materia verbal).

El símbolo sería el producto de esa purificación surgida de la pugna entre los aspectos concretos reales y la reconfiguración de estos en una nueva realidad pura por la palabra.

Para cerrar esta entrega, podríamos resaltar su concepción del mundo como palabra, que en ella se consuma. De allí aquella famosa frase suya: "Todo el mundo existe para ir a concluir en un libro", de sumo interés incluso hoy, donde todo parece sintetizarse en un mundo de información.

Referencias bibliográficas

Ana, Balakian (1969). El movimiento simbolista. España: Ediciones Guadarrama.
Mallarmé, Stéphane (1997). Blanco sobre negro. (Antología). Argentina: Edit. Losada.
Mallarmé, Stéphane (2008). Cartas sobre la Poesía (Selección). Venezuela: F. Edit. El perro y la rana.

Continúa en próximo post

Si estás interesado en leer los posts anteriores de esta serie, puedes visitar los siguientes enlaces:
Modernidad literaria, Romanticismo alemán , Romanticismo ingles I, Romanticismo inglés II, Romanticismo francés I y Romanticismo francés II, Realismo literario I, Realismo II, Realismo literario III, Parnasianismo I, Parnasianismo II, Edgar Allan Poe I, Edgar Allan Poe II, Edgar Allan Poe III, Walt Whitman I, Walt Whitman II, Simbolismo I, Simbolismo II, Decadentismo I, Decadentismo II, Baudelaire I, Baudelaire II, Baudelaire III, Baudelaire IV, Verlaine I, Verlaine II, Rimbaud I, Rimbaud II, Rimbaud III, Rimbaud IV, Rimbaud V, Mallarmé I.

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