Historias en su tinta 036: "Fruto de sangre", por bonzopoe

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Damián llegó al hospital de la Cruz Roja en estado de shock. Al pasar por la puerta, el programa de identificación facial de la cámara de vigilancia lo reconoció y activo la alarma vampiro. Un equipo médico fue avisado y tomó rápidamente control de la situación. Lo condujeron a uno de los quirófanos, le tomaron los signos vitales, y cuando iban a hacerle una transfusión en medio de su semi-inconsciencia se negó.

El equipo consternado se quedo mirándose entre si, sin saber que hacer. Tenían a uno de los suyos a punto de desfallecer, pero sin su autorización no podían hacer nada, iba en contra de las reglas. No era la primera vez que atendían un caso de abstinencia como ese, pero nunca se habían topado con un vampiro que pudiera soportar la sed que antecede a la muerte, y que es el instinto de supervivencia más importante de todo vampiro, y razón principal para toda la mitología que los rodea.

Damián no era el primer vampiro que sufría una crisis existencial y cansado de vivir, decidía suicidarse absteniéndose de beber sangre, pero al parecer era el primero con posibilidades reales de lograrlo.

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—En mi casa... en el patio —balbuceó débilmente.

Uno del equipo pidió a todos que hicieran silencio y acercó su oreja al rostro de Damián. La cantidad de expresiones de asombro que aparecieron en su rostro mientras lo escuchaba atentamente, hubieran servido para hacer un buen ensayo sobre el tema. Al final Damián pronunció algo que todos lograron escuchar y los dejo helados: «fruto de sangre».

El fruto de sangre es el santo grial de los vampiros. El fruto de una planta que es capaz de curar el conjunto de padecimientos que aquejan a los vampiros, y que los hacen lo que son. Desde la hipersensiblilidad a la luz solar, hasta la enfermedad sanguínea que los obliga a ingerir sangre humana para sobrevivir, pasando por supuesto por el problema metabólico que los hace envejecer tan lentamente que se les considera inmortales.

Al parecer Damián, después de cientos de años de investigar sobre el fruto de sangre, y no encontrarlo, se dedicó a estudiar botánica y lo había creado a base de injertos y experimentos transgénicos, usando únicamente la escasa, pero precisa información, existente en los archivos de las pocas bibliotecas vampiro aún existentes en el mundo.

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Damián no aceptó la transfusión de sangre, pero si una inyección de la dosis mínima, equivalente a una cucharada, para que pudiera sobrevivir unos días más, aunque fuera entre los dolores de la sed que aqueja a los vampiros a menos que consuman el único antídoto natural a su padecimiento sanguíneo: unos mililitros de sangre humana cada 48 a 72 horas.

Eso es todo lo que necesita un vampiro en buenas condiciones físicas para tener una vida prácticamente igual a la de cualquier ser humano, salvo por su hipersensibilidad al sol, que es muy similar a la poca tolerancia que tienen al calor las personas acostumbradas a vivir en climas fríos. Es en parte por eso que los vampiros han podido vivir entre los humanos por tanto tiempo sin que su red de apoyo para sobrevivir de la manera más discreta posible, sea expuesta.

Tener un suministro mínimo pero constante de sangre humana, y mudarse con regularidad para que no se note que prácticamente no envejecen, es todo lo que necesitan. Pero lograrlo requiere toda una logística que han ido perfeccionando a lo largo de los siglos, trabajando en hospitales, centros de investigación, morgues y funerarias, y creando toda una subcultura que se entreteje de maneras muy sutiles a la humana.

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Cuando dos de los médicos del hospital regresaron de casa de Damián, trajeron consigo un fruto de sangre que reconocieron apenas lo vieron, se veía igual que en los libros que habían leído todos al iniciar su vida como vampiros, como un racimo de uvas blancuzco con una textura similar a la de un cerebro.

Junto con el fruto de sangre, trajeron las últimas anotaciones de Damián, y después de extraer las semillas para poder sembrarlas y hacer las pruebas necesarias para corroborar los hallazgos de este, prepararon un tratamiento siguiendo sus instrucciones. Damián estaba tan deteriorado por la abstinencia a la que se había sometido, que no había marcha atrás.

Las dosis de sangre que le inyectaban solo lograban disminuir la principal maldición de los vampiros: la sed. Era como si estuviera conectado a un respirador artificial. Estaba desahuciado y el fruto de sangre era su única esperanza.

Después de días con el tratamiento, para sorpresa de todos, Damián comenzó a mejorar y poco a poco dejó de sentir la sed, que es el hambre eterna que tienen los vampiros y que solo se alivia parcialmente consumiendo sangre humana. Dicen que es un dolor similar al de la gastritis pero que nunca desaparece, aunque coman abundantemente.

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Contrario a lo que se piensa, debido a lo que nos muestran las series y el cine, los vampiros pueden comer como cualquier persona, y andar de día y tener una vida como la de cualquier ser humano, y no hay manera de distinguirlos, a menos que seas uno de ellos.

A las dos semanas de iniciado el tratamiento, Damián se despertó y por primera vez en siglos no sintió sed. Se puso de pie, y se acercó a la ventana, la abrió y pudo sentir la luz del mediodía sin que le molestara. Sin decirle a nadie, se vistió y salió del hospital. Apenas puso un pie en la calle, una enorme sonrisa apareció en sus labios, el fruto de sangre había funcionado, era humano de nuevo.

Camino por todo el parque que había frente al hospital disfrutando el sol del mediodía, y después de un rato se sentó en una banca al lado de la calle. Miró los autos y a la gente pasar durante un rato y vio como del hospital salían unos médicos buscándolo. Levantó la mano, saludándolos, y cuando estos venían a él, la movió nuevamente, despidiéndose de ellos.

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Vio a un autobus aproximándose, y se acercó a la banqueta a esperarlo, y cuando estaba por pasar junto a él, saltó a la calle, y este, aunque frenó, no pudo evitar arrollarlo. Cuando los médicos llegaron al lugar del accidente, ahí estaba el cuerpo de Damián despedazado sobre el pavimento, con una sonrisa en el rostro de cara al sol. Finalmente era libre.


©bonzopoe, 2021.

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Este cuento es mi respuesta a la invitación de @saulos a participar en la cuarta edición de su dinámica titulada "Un extraño concurso" creando una historia extraña a partir de la imagen proporcionada en la convocatoria y que es la que sirve de portada a esta publicación.

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Si llegaste hasta acá muchas gracias por leer este publicación y dedicarme un momento de tu tiempo. Hasta la próxima y recuerda que se vale dejar comentarios.


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Excelente participación amigo. Tiene mucho potencial. Totalmente inespetado. Saludos

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Muchas gracias amigo, esperemos que le agrade al extraño jurado. Saludos y felicidades por el concurso, veo que poco a poco va ganando en participantes, me da mucho gusto.

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Que buen relato, admiro tu capacidad de imaginar una historia como esta. Y que final tan inesperado. Saludos

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Muchas gracias por tu lectura y comentario, que bueno que te haya gustado. Saludos y gracias por comentar!

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Claaaro!!! Para que vivir más si ya habría vivido una eternidad!!! Bravo! Genial, me encantó. Saludos.

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Muchísimas gracias por tus amables palabras. Saludos desde México!

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Gracias a ti por leerlas. Saludos desde Venezuela.

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Buena historia....no salgo del asombro x el final.
Suerte en el extraño concurso!

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