El calvario de un soldado. Relato original

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El calvario de un soldado.

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Volvía al hogar después de más de un año de servicio al país, el joven soldado regresaba con vida al acabar con una innecesaria guerra; en una ceremonia conmemorativa lo premiaban por su servicio al país en el frente de batalla y con gran honor frente a su madre recibía la medalla al valor por haber salvado a un pelotón aliado acabando con más de 50 soldados enemigos, el soldado se sentía difusamente orgulloso por la hazaña que resaltaban y con alegría pasó al frente para recibir sus condecoraciones, medallas en el pecho no calmaban los dolores que llevaba por dentro.

Al terminar la ceremonia y ya listos para volver a casa el joven soldado se apresuró a salir solo para cerciorarse de que no habían enemigos a la vista, reviso cauteloso tratando de no llamar la atención ya que así mismo lo habían entrenado, un francotirador siempre debe ser sigiloso y mantenerse oculto hasta tener la posibilidad de atacar, camino junto a su madre y subieron al auto con rumbo al hogar que hace ya 17 meses no veía, al regresar todo le parecía extraño, sentía que ya no pertenecía a aquel entorno que por tanto tiempo extraño.

La mujer sabía que su hijo no estaría de ánimos para una recepción llena de amigos y familia que acosaran a su hijo preguntando esto y aquello así que decidió realizar una cena solo para ellos dos, se esmeró en preparar los platillo que a su hijo tanto le gustaban, acomodó la mesa rápido y puso vajilla nueva, su hijo el soldado pasó a la mesa y miró todo con detenimiento, algo faltaba nuevamente y no decía nada; su madre se acercó para servirle carne y el muchacho con gran respeto le pidió que esperara, se levantó y fue a la cocina, traía consigo una lata de sardinas, abrió la lata con su cuchillo y comió con avidez las sardinas y ya estando la lata vacía se la acercó a su madre para que le sirviera la comida, el muchacho se había acostumbrado a sentir el sabor del metal al comer y los platos de porcelana no le eran necesarios.

Al terminar la comida la madre muy contenta le ofreció un café a su hijo, el joven soldado con voz clara y fuerte respondió -sí mi comandante-, la madre del muchacho pensaba que este la estaba bromeando y no dio mayor importancia al suceso y se dirigió a la cocina para servir el café, en cuanto a su hijo el soldado le había salido la respuesta por inercia y ni siquiera se había dado cuenta; mientras tanto en la cocina la contenta madre buscaba dos tazas de plástico pensando que su hijo no quería una taza de porcelana, llevo el café y unas cuantas galletas, el brebaje negro despedida humo de tan caliente que estaba, el soldado tomó la taza y bebió rápido el café, para él no había tiempo de esperar a que se enfríara ya que cualquier enemigo podría aprovechar la situación, el pobre muchacho no se daba cuenta de que estaba seguro, sano y salvo en su hogar.

La noche había caído y el muchacho somnoliento seguía sentado a la mesa, su madre rauda se dirigió a su habitación que estaba completamente limpia, acomodo su cama y fue en busca de su hijo, él muchacho se tendió en la cama vestido y su madre salió de la habitación cerrando la puerta, el soldado daba una y otra vuelta sin encontrar comodidad en la cama, tomó una almohada y se tendió en el piso, se cubrió con su chaqueta y se durmió en unos segundos, era de esperarse y si por más de un año el piso fue su única cama.

Pasaron días y semanas y el joven soldados no salía de su hogar, su madre estaba preocupada hasta que un grupo de antiguos amigos vinieron a saludarlo y a felicitarlo por su desempeñó, salieron a la calle y caminaron al parque que solían visitar, el soldado no emitió respuesta alguna cuando decían su nombre, por más de un año todos lo llamaban cabo Gálvez; le preguntaron al unísono dónde había estado y el soldado hizo la posición de firme y respondió -división 6 de francotiradores delta-, en ese momento sus amigos se dieron cuenta que el muchacho que había sido su amigo había muerto al convertirse en soldado.

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El joven soldado tenía sus traumas, sentía sus temores y todos los callaba, le habían enseñado a no llorar y ser fuerte, le habían enseñado a matar para sobrevivir y por 17 meses el soldado mató, se sentía despreciable ya que en lugares donde no era visto apuntaba con su arma y sin temblar su pulso presionaba el gatillo que llevaba la bala que terminaría acabando con la vida de uno de sus enemigos, hombres de su misma edad, algunos mayores y otros menores que no regresarían al hogar a ver a sus familias.

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El joven soldado vivía en silencio su calvario, por las noches veía el frente de batalla en medio de explosiones, gritos, helicópteros sobrevolando el cielo de la batalla campal, se despertaba asustado, sudando y quedaba pensando que alguien podría matarlo por su descuido, el trauma de la guerra estaba presente y latente en el joven soldado que apenas tenía 21 años. Se encerró en sí mismo y dejó de hablar, sólo observaba por la ventana una vida que le parecía un sueño, uno de esos tantos que tuvo, en su mente pensaba que seguía en la guerra y que esto que estaba viviendo era un bonito sueño que se evaporaria en medio del sonido de las granadas explotando.

Pasó un año y nada cambiaba y la madre ya destrozada pidió ayuda, un soldado guarda un calvario que nadie comprende, un soldado muere al ingresar a la guerra y se convierte en arma, una que está dispuesta a matar por su patria pero al regresar esa patria no hace nada por ayudar al soldado que dio todo por ella, el soldado sufre cada día dentro y fuera de la guerra, sufre por las guerras que nacen por nada y sufre porque sabe que así como él habrá otros que padecerán el mismo y triste calvario.

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El joven soldado trata de olvidar sus calvarios con terapias, ya no responde a su nombre con cabo Gálvez ahora dice firme que su nombre es Esteban, el soldado ya no duerme en el piso no come en platos de lata, poco a poco está regresando y en su mente está la idea firme de ayudar a más soldados como él que llegarán de guerras innecesarias para calmar dolores y calvarios y de esa forma tranquilizar almas que se sienten asesinas por acabar con enemigos que nunca fueron suyos.



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Gracias por darte el tiempo de pasar a leer 😊



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Es un relato triste, difícil y real, muchos soldados regresan tras la guerra, con muchas situaciones en su cabeza, sin que nadie les preste mayor atención, sin que nadie se dé cuenta de que se quedaron en la guerra.

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Eso es muy cierto, van llenos de amor por la patria y regresan rotos por dentro sin encontrar ayuda o costandoles pedirla..

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Me gusta la idea del relato. Sería interesante verla desplegada en escenas que muestren lo que cuenta. Saludos.

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