Micro ficción: El examen de moral y ética

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El examen de moral y ética

La fuerte bofetada le voltea la cara, tiene el impulso de devolverla, pero la agría voz de su madre le retumba en la mente gritándole, «¡No. A las niñas no se les pega!», lo detiene en seco.

Desde el otro extremo del patio, la maestra observa el drama de los niños, y con prontitud acude a interrumpir la confrontación de los dos mejores alumnos del salón bajo su responsabilidad.

—¡Niños, deténgase! ¿Por qué pelean? —, intervino en tono enérgico.

Ambos niños con el furor dibujado en los rostros voltean a verla. Lucía, sin pensarlo toma la delantera y contesta.

—¡Maestra, Carlos empezó!

El niño aprieta los labios y cierra los ojos al escuchar la acusación. Alrededor están el resto de los compañeros mirándoles expectantes. El juramento de hermandad entre los varones impide denunciarse entre ellos, incluyendo a las hembras. Mira a Lucía y guarda silencio.

—¿Qué te hizo? —pregunta la maestra.

—¡Me ofendió donde más me duele! —, contesta la niña de manera vaga.

La maestra algo pensativa, les ordena separarse. El nombre de Lucía se escucha por megáfono, así que la conversación tendrá que proseguir otro día. La faena escolar ha finalizado.

Lucía en tono burlón se despide de Carlos, mientras cambia el timbre de la voz para dirigirse a su maestra.

—¡Hasta mañana, maestra!

—¡Hasta mañana, Lucía!

Los niños se dispersan dejando solo a la maestra con Carlos para arremolinarse cerca de la puerta de salida. El niño intenta alejarse también, pero la maestra lo detiene preguntándole.

—Carlos, ¿Qué cosa tan grave le hiciste a Lucía para que te abofeteara?

—Nada malo. Bueno, creo. —Calló sin decir nada más al escuchar que lo llamaban por megáfono.

Al día siguiente, todos están sentados, separados y listo para realizar el examen final del trimestre de la asignatura moral y ética. Carlos se sienta en la primera fila, cerca del puesto de la maestra. Lucía toma el último asiento, cerca de la puerta de la salida. La asignatura es un piloto experimental y utiliza un software especial para dilucidar dilemas en tiempo real. Las respuestas son evaluadas sin la intervención humana, el algoritmo neuronal emite los resultados individuales en la pantalla central del salón.

Luego de dos largas horas, Gabriel introduce la última respuesta del examen cerrando el ciclo. El rol de la maestra cambió en esta ocasión, no cuida el desempeño de los alumnos durante el examen para evitar cualquier acto deshonesto.Solo observa en la consola, cómo opera el novedoso software.

Ella está sorprendida, la inteligencia artificial discriminó a los niños que cometieron fraudes excluyéndolos del reporte de resultados. Como siempre, Carlos ocupa el primer lugar, seguido de Lucía. Por la bocina del computador escucha el murmullo de Lucía diciendo, «Odio a Carlos, por su culpa no obtendré el premio de mi padre. Jamás seré la primera en mi clase.» Al finalizar el comentario, el nombre de Lucía desaparece del reporte, siendo reemplazado por el de Gabriel.

Carlos mira a la maestra y sonríe. Justo en ese momento, también el nombre de Carlos desaparece del reporte quedando en la cabecera Gabriel.

Los rivales cayeron de la cima al ser detectado trasgrediendo la moral y la ética más allá de tener el conocimiento.

Fin


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Imagen de Venita Oberholster en Pixabay


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Una micro ficción original de @janaveda

Imagen de portada de Venita Oberholster en Pixabay

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Muchas gracias por leerme, espero sea de su agrado.



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