Micro ficción: La caza
La caza
Termina de suturar la herida superficial que se hizo al rodar por la calzada. Aún le queda mucho por caminar para llegar al punto de reunión acordado. No puede darse el lujo de perder más tiempo, la herida le palpita y arde al contacto con el alcohol, la cubre con el vendaje del botiquín de primeros auxilios que lleva en la mochila.
La humedad y el calor abrazador de la selva lo exaspera, escucha ruidos en las copas de los árboles y aullidos. Detiene el paso y observa a una manada de monos rojizos abalanzándose de rama en rama. Prosigue con el machete en la mano, solo lo usa cuando consigue tupidos arbustos que no puede bordear.
Lleva tres horas, la brújula le indica que sigue el rumbo correcto, no obstante, prefiere confirmarlo y busca el lugar más alto para divisar un accidente en el terreno que le confirme la ubicación en el mapa.
Una oleada de mosquitos aparece de repente, aunque no siente piquetes decide volver a rociarse el repelente. El Sol es abrazador y su posición indica en función de la temporada que son cerca de las tres de la tarde, lo cual comprueba en el sofisticado reloj de excursionista.
Verifica las coordenadas usando la regla de la brújula al ver la pequeña montaña, punto de referencia anotada en el mapa. Mide la distancia con cuidado, un error en milímetro lo alejaría cientos de metros del destino. Observa a través del visor de la brújula y se cerciora de la distancia. Vuelve a mirar el reloj tocando la pantalla táctil haciendo una doble confirmación con el GPS. Él no confía del todo en la ultra tecnología, prefiere las técnicas manuales, en las cuales es un experto.
Mientras come la ración, calcula que si no encuentra obstáculos llegará al caer el Sol tal como lo planeó, incorporándose al equipo. Siente que alguien desde el árbol lo observa. Teme estar siendo cazado por una Onza. Alinea todos sus sentidos para dar la pelea. En una mano, el machete y en la otra, la pistola calibre 45 con munición hueca capaz de frenar a un toro.
Los segundos son eternos, el enfrentamiento entre ambos parece inevitable. La detonación interrumpe la melodía selvática cumpliendo su cometido. El gran felino retrocede buscando refugio, cediendo el dominio al determinado animal que pretendía cazar.
Fin
Una micro ficción original de @janaveda
Photo by Hidde Rensink on Unsplash
https://twitter.com/jnavedan/status/1362240541950423040
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