La lucha más difícil, es la que libras contra ti mismo. Especialmente cuando las distracciones te alejan de los objetivos primordiales. El problema es que tiendes a postergar sin razón aparente. Sabes por qué pasa eso, necesito ayuda para salir del hueco en que me encuentro.

¡Entiendo! Debo poner de mi parte, nadie luchará la batalla por mí. Y eso intento, pero todo parece estar en mi contra. Nadie lo dice, el estancamiento está en mi cabeza, necesito con urgencia destrabarlo, cada minuto cuenta, la paz mental puede ser perdida si me detengo ahora.

Observo a mi alrededor, no hay nada estimulante, al contrario, todo un tropel de quejosos que deambulan sin esperanzas. Es una tristeza contagiosa, una realidad dura que golpea los bolsillos y por ende a los estómagos. ¡Que difícil es caminar con dignidad cuando conspiran con quebrar tu voluntad! Dime, ¿cómo te las ingenias para seguir adelante?

Provoca echarse al abandono y esperar lo peor, pero no soy así. Siempre me sobrepongo ante la adversidad luchando con lo disponible. Además entre los quejosos, hay incansables que se las ingenian, ¿serás tú, uno de esos? ¿O esperas a que te ayude?

Amigo, al parecer transitamos el mismo sendero. Si necesitas ayuda, no escatimaré esfuerzos en darte una mano. Aunque esté en mi propia lucha, y no la este pasando muy bien. Yo creo en la solidaridad, antes no era muy consciente, los golpes en el camino han sido muy buenos maestros: sin ayuda, hace tiempo que no estaría aquí. Nadie es autosuficiente.

¡Así mi amigo! Es bueno acompañarnos en el viaje, al menos en este tramo, tal vez mañana cada quien emprenda otros senderos, según sean nuestros intereses o circunstancias, pero hoy, compartamos y vivamos el momento de estar aquí y ahora. Valoro mucho tu compañía y sin darte cuenta me alienta en mi propia batalla.