Micro ficción: La ola

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La ola

El suave viento salado y el Sol levantándose sobre el oscuro mar que gradualmente se torna azul celeste, le parece el paraíso. La soledad de la isla actúa como antídoto en contra de la ansiedad por estrés que conlleva la responsabilidad de dirigir el emporio familiar.

Luego de la súbita muerte de su padre, la vida de huelgas y viajes finalizaron para él. Ahora, las juntas de negocios e involucramiento en los proyectos en marcha, acaparan su atención. Él es el heredero, no solo de la fortuna, también de sostener a su madre y hermanos aún adolescentes.

La exclusiva isla privada fue el regalo de graduación y el magnifico velero, el medio para acceder a esta. Durante la estancia en la universidad obtuvo varios premios como integrante de equipo de remos y velerismos.

Cada vez que siente crispar los nervios, se embarca en un viaje de siete días en el mar hasta la isla, donde lo espera un selecto séquito al servicio de sus demandas. Él solo pide, no lo molesten, al menos que sea una urgencia familiar. No tolera intromisión, varios perdieron los lucrativos empleos.

Sentado en la silla plegable sobre la orilla de la playa de blanquísima arena, respira profundo llenando los pulmones, una acción sanadora que elimina las toxinas dejadas por el aíre enrarecido de la sofisticada ciudad. Mantiene la mente en blanco, mientras observa la inmensidad detrás del horizonte. Disipa las preocupaciones empresariales y sociales con el sonido de la progresiva disminución de las olas.

No ve gaviotas en el claro cielo, la luz roja se enciende en el único poste en la playa. El dispositivo de alerta instalado a instancia de su padre. Piensa, «otra llamada de negocio, no aprenden». Decide ignorar la señal.

Cierra los ojos con la intención de disipar la molestia de pensar que quieran interrumpir la quietud que solo encuentra allí, pero el pitido intermitente y creciente lo desconcentra impidiendo la incipiente meditación cuando emerge en su mente la imagen de su padre contándole sobre el extraño sueño que tuvo de una ola.

Al levantarse de la silla no ve agua en la blanca arena, solo un muro alto aproximándose. Trepa en la palmera más alta que encuentra y espera resignado el golpe del mar. El agua le roza los pies y estremece todo alrededor. La silla flota cerca de la primera planta de la casa. Nunca ha tenido la mente más en blanco, solo la adrenalina instintiva de un momento que parece interminable.

De nada sirve el dinero ante el enfurecido mar cuando decide manifestarse sin previo aviso. Aún su padre lo cuida más allá de la muerte. Un hombre recordado como sabio y prudente, temeroso de Dios.

Fin

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Una micro ficción original de @janaveda

Imagen de WikiImages en Pixabay

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Muchas gracias por leerme, espero sea de su agrado.



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1 comments
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Me gustó tu escrito porque nos hace recordar que, a veces, optamos por lo trivial. Lo transcendente queda en un segundo plano en el afán de vivir desmesuradamente, sin percatarnos que los detalles pequeños son los más significativos. El dinero y los bienes materiales de nada sirven ante los embates de la naturaleza, ante el Gran Poder de Dios. Saludos

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