El niño que soñaba con volar| Cuento original @lisfabian

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Mi papá era aviador, desde pequeño veía como se vestía mi papá, con ese hermoso traje de color azul. Cada vez que se iba a trabajar por largos días me alzaba entre sus brazos, me decía: “Hijo, pórtate bien, cuida mucho a tu mamá, no la hagas poner brava con tu comportamiento, todo lo contrario sácale siempre sonrisas”. Yo decía: “Papá, llévame contigo, yo quiero volar también”. Siempre se sonreía, me abrazaba, me daba un beso de despedida, y me decía: “Pronto hijo, pronto volarás”.

Nunca sabía cuánto tiempo tardaría en regresar, yo no sabía de tiempo, yo le preguntaba todos los días a mi mamá cuando volvería mi papá, ella me decía: ¡Pronto hijo!, recuerda que tienes que ser buen hijo para que tu papá esté orgulloso de ti, yo sonreía.

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Siempre fui un niño tranquilo, ayudaba mucho a mi mamá. Mi papá siempre llegaba de sorpresa, para mi eran los días más largos del mundo. Cada vez que él regresaba me traía un avioncito de diferente color y tamaño, y me decía: ya verás hijo que llegarás a volar.

Siempre recuerdo a mi madre, mujer abnegada, buena esposa, buena madre, muy buena cocinera, me ayudaba con mis tareas, le tocó ser madre y padre cuando mi papá no estaba. Mi papá me amaba mucho, siempre le gustaba jugar conmigo, el tiempo que estaba en casa, era un tiempo totalmente dedicado a mi mamá y a mí. Íbamos al cine, comíamos, me llevaba a comer helado, y lo que más me gustaba era cuando me compraba un algodón de azúcar, ¡qué bellos momentos!

Siempre se sentaba a conversar conmigo, me decía muchas cosas que no comprendía, a veces sentía que me hablaba en otro idioma, me hablaba como a un adulto, no comprendía en ese momento, pero mi mente y corazón grabaron muchas palabras, frases y consejos.

Nunca vi a mi mamá discutir con mi papá, pero si la vi llorar muchas veces, quizá de niño no comprendía por qué, pero ahora que ya no está mi papá con nosotros y he crecido, sé que muchas veces mi mamá pensaba que mi padre no volvería más, y así fue, llegó ese día, papá se fue para ya nunca más volver. Cómo no recordar aquel 10 de mayo de 1988 cuando llegó un hombre alto, blanco, de ojos claros, voz muy gruesa, vestía con uniformes como vestía mi padre, solo pude observar desde lejos, que le dijo algo a mi madre, le estrechó las manos, le entregó una carta y se marchó. Al irse aquel hombre mi madre soltó el llanto, yo no sabía que hacer estaba muy pequeño, solo recuerdo que me dijo: “hijo, tu padre no volverá más, se fue volando hacia el cielo, para visitar a Dios, y no podrá volver más, Dios lo cuida, y lo necesita como piloto allá en el cielo".

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Imagen de mi propiedad, equipo utilizado mi celular Samsung J4.

Fueron momentos duros, el funeral lleno de hombres uniformados, que le brindaban apoyo a mi mamá, traían como regalos, o algo que le pertenecía a papá. Mi mamá fue guardando todo lo que le daban de mi padre. A los meses nos mudamos para otra ciudad, llevé conmigo todos los avioncitos que mi papá me daba al regresar, para mí significa cada viaje que me traía a mi padre de regreso, hasta que más nunca tuve otro avioncito porque más nunca volvió. Y nunca olvidé lo que me decía: “Pronto, pronto hijo volarás”.

Y así fue, no lo entendí en el momento, pero decidí que mi vida fuera como un avión, que pudiera montar a muchas personas, brindarle confort, ayuda y trasladarlas a algún lugar. Muchas personas en la vida han sido pasajeros que se suben para bajar en el siguiente aeropuerto, otras que se convierten en compañero del piloto que soy yo. Me encanta ser instrumento para ayudar a otros a volar su vida, a enseñarles a alzar vuelo, pero saber que así como se sube también se baja.

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Para mi toda situación es una experiencia de vida, no debo desaparecer ese niño que llevo adentro, esa inocencia y bondad, ese niño que se monta al avión y ve las maravillas de la vida por la ventana, todo lo que Dios ha creado, pero que también observa las dificultades, es cuando decido bajar para ir ayudar al que vi que está en problemas, le ayudo a ver la vida como un viaje, a levantar el vuelo, a ver que debemos ser libres, dar siempre lo mejor de cada uno, ver la vida como un viaje que compartimos con diferentes personas cada uno con su propia vida, sabiendo que muchas veces llegará la tormenta, los vientos moverán nuestro avión y hasta pueden tumbarlo, pero nunca debemos permitir que ese avión se destroce, que sepa qué siempre debe cumplir esa misión para la que fue creado.

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Te invito a ti: a montarte a ese avión que es tu vida, a ser piloto con la ayuda de Dios, albergar pasajeros, conducirlos a su estación, no se te olvide nunca mirar por la ventana, desde ese niño que llevas por dentro, las maravillas que Dios te da cada día. Disfruta del viaje, alza el vuelo, no te rindas, no te bajes de ese avión. Decídete a volar y verás que “pronto, pronto volarás”.

Todas las imágenes con sus respectivas fuentes. Imágenes gratuitas pixabay. Mi firma realizada con aplicación Canva.

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