El hambre del fuego | Relato |

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Fotografía original de Pexels | alex Lázaro

 

El hambre del fuego

   

    Aquel fue el día después de navidad. Jony despertó en medio de la madrugada por un ruido cerca de la ventana de su cuarto. «Puede ser un monstruo», pensó. Sin embargo, al levantarse de la cama y asomarse comprobó que solo era la rama de un árbol cercano que golpeó los cristales por culpa del viento. No obstante, el susto fue suficiente como para quitarle el sueño al niño que, sin más, salió de su habitación.

    Primero pasó por la pieza de su hermana menor. Ella dormía; prefirió no despertarla. Luego intentó abrir la puerta del cuarto de sus padres, pero esta estaba cerrada con seguro. Entonces bajó a la cocina, allí cogió un pan, algo de jamón, queso y una botella de jugo; y se sentó en la sala junto al televisor.

    Rápidamente se aburrió de la TV, no había nada bueno que ver. Centró su atención en otra afición: el fuego. Concretamente la chimenea. Jony, por alguna razón que no entendía, siempre se sintió a gusto cerca del fuego. Quizá por su calidez, o su color. No lo sabía, y tampoco le importaba saberlo en ese momento, pues lo único que quería era echar cosas a las llamas.

    Comenzó con un trozo de papel, una oveja de plástico de un pesebre, un borrador; lanzando todo al fuego con increíble fascinación. Lo consumía todo, ¿A dónde iba lo que Jony arrojaba? ¿Sería acaso que el fuego se lo llevaba a otra parte? «Quizá –pensó – come, como las personas, y debe tener hambre, por eso acaba con todo lo que le lanzo». Por ende, llegado a esa conclusión, buscó cosas más grandes.

    Ropa, libros, fotografías, periódicos, todo seguía desapareciendo. Recordó entonces que su papá alimentaba la chimenea con leños. En un abrir y cerrar de ojos regresó con uno inmenso entre sus brazos y lo arrojó. Desafortunadamente, el leño rodó de vuelta, fuera de la chimenea, casi junto a los pies de Jony, con una tenue llama que ipso facto se extendió por toda la madera y, en segundos, parte de la alfombra de la sala.

    Jony, alarmado, corrió de la sala al lavaplatos con una cubeta, tratando de controlar el fuego que cada vez se extendía por más partes de la casa.

    —¿Qué está pasando? —preguntó Luz, la pequeña hermana a quien el hedor a madera quemada la despertó.

    —¡Bajé y esto se estaba incendiando! —Jony entendió que si decía que era su culpa estaría en problemas — ¡Ve a buscar a mamá y a papá!

    Luz subió las escaleras. Mientras Jony escuchaba los golpes de la niña en la puerta de la habitación de sus padres, él seguía intentando apagar el fuego con su cubeta a medio llenar. Esto, claramente, en vano.

    A la policía contó lo mismo que a su hermana, quien en su inocencia lo respaldó en todo momento. La casa terminó convertida en cenizas. La habitación de sus padres tenía una toma de aire que conectaba con la sala de estar, por lo cual, según el reporte forense, poco después de empezar el incendio perdieron el conocimiento debido a la inhalación de humo.

    Ambos niños se mudaron con sus abuelos y vivieron una vida relativamente normal. Jony fue reconocido por la comunidad como el héroe que salvó a su pequeña hermana. Nunca reveló su secreto a nadie.

XXX

Juan Pavón Antúnez

 

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Que fuerte está este cuento. 😦

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Y no es ni una pizca de lo que tengo en mente. 😜

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Buen relato, tragico y enigmatico, saludos.

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Hola, @leanpoqui. Gracias por tus palabras, esperaba que su resultado fuera, especialmente, trágico. ¡Saludos!

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(Edited)

Leí varios de tus relatos muy buenos, pero no me daban la opción de comentarlos, de ahora en adelante seguiré tu trabajo, te cuento que anoche soñé con Lucía jajaja no tenía ojos, ni nariz, solo una gran boca, mucho cabello y andaba desnuda, me gustaría saber cómo haces para crear esas portadas?

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Jaja pues lamento lo del mal sueño; para mí es un gusto tener un lector. Bienvenido sea.

Sobre las portadas, las hago con Photoshop, como la mayoría de las ediciones que tengo en mi blog.

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