AMATISTA | DOCEAVA PARTE: GRETA Y JÚBILO

Hubo una historia de hace varios años ya, sobre dos personas de mundos diferentes que buscaban la manera de estar juntos. Ella, una vampiresa de una casa importante, intentó desafiar a sus hermanos en varias ocasiones solo cumplir sus anhelos. Su nombre era Greta Montiel, de la casa Montiel, una de las tres casas principales vampíricas.

Greta estaba muy enamorada de Júbilo, uno de los nephilims capitanes del clan de los Santori, quienes se encargaban de dirigir los ataques de sus legiones. Se conocieron en un gran lago, abrumados por la intranquilidad de un mundo hostil. Nunca una vampiresa se imaginó conectarse de manera sentimental con un nephilim y viceversa, ambas especies estaban enemistadas hasta morir.

Sin embargo, ambos encontraron la paz entre ellos, cosa que nunca pudieron conseguir con sus familias. Tuvieron miedo de su unión, hasta que un día decidieron tomarse de las manos. Júbilo sintió a Greta tan fría y seca como un cadáver, no sintió ni fuerza afable ni áspera en su naturaleza, más allá de eso, encontró un calidez especial, una sensación que solo podía sentir con su alma.

Para Greta era algo extraño, pensar que podía comprender las sensaciones expedidas por un nephilim era absurdo; es más, pensaba que su naturaleza jamás se conectaría con tal ser, sin embargo, allí estaba, intrigada por su hermosura, rendida ante el abrazo agradable de un individuo mitad celeste. Júbilo comenzó a amarla, y Greta le correspondía. Cada vez que se veían en aquella laguna desolada se empapaban de cariños. Lo convirtieron en su lugar secreto, su nido amor.

Por mucho tiempo su secreto estuvo resguardado, hasta que Júbilo confió en la persona equivocada. Se trataba de un nephilim lugarteniente de su misma línea, un ser despreciable solo fiel a sus creencias. El amor de Greta y Júbilo se convirtió en el motivo para quebrantar el pacto, así que ambos fueron traicionados.

Los Montiel, no solo eran reconocidos por ser representantes de una de las casas aristocráticas más importantes de la época, sino que también eran conocidos por su orgullo. No solo estaba la deshonra de que una de sus miembros estuviese enredada con un nephilim, sino también la destrucción de su orgullo. Para los Montiel era también necesaria la guerra contra sus más antiguos rivales, ya que de esta manera, al destruirlos, sus territorios se expandirían y podrían tomar los terrenos que ellos más anhelaban. Todo era una lucha alimentada por la ambición de poder y llegar a ser la casa regente de todo el mundo vampírico.

Por otra parte, entre los nephilims había una dicotomía. Por supuesto, no era usual que un nephilim de alto rango cometiera tal bárbara traición; sin embargo, esta raza es absolutamente apegada a sus leyes, los vampiros dicen que eso debe a su parte ángel. Una buena parte de los nephilims bajo el mando de Júbilo aún tenía su lealtad hacia él, pero dicho apoyo, en realidad, no era suficiente.

Mientras tanto, Greta y Júbilo aún seguían amándose, sin percatarse siquiera de la perfidia que gradualmente se iba gestando sobre sus cabezas. Su amor fue la causa de que el pacto no se cumpliera, y una excusa para que los nephilims y los vampiros quisieran expandirse a través de la guerra.

Cesar, el primo de Helena, intentó ayudarlos, al principio fue una locura para él, pero sinceramente no podía traicionar a Greta siendo una de las personalidades más cercanas a él. Intentó protegerla a ella y a su amante, llevándolos por un camino recóndito hacia su seguridad, pero una emboscada de nephilims los capturaron y fueron torturados al momento. Ariel logró salvar a Cesar, siendo este uno de los pocos sobrevivientes del ataque. Greta y Júbilo lograron escapar perdiéndose para siempre de la vista de todos.

La explicación de Cesar a través de esta historia nos hizo pensar. No solamente había una lucha por prevalecer la estirpe, sino una lucha de poder establecida por los líderes de las razas. Helena se acercó a Cesar y tocó su rostro, utilizó su energía para intentar disminuir la agonía de su primo. Todos quedamos en ese momento encendidos con una pregunta: ¿A dónde fueron a parar Greta y Júbilo?

Mientras discutíamos escuché varios quejidos repentinos; provenían del cuerpo de mi hija que rápidamente comenzaba a despertar. Me invadió la emoción en ese momento. ¡Por fin iba a mirarla a los ojos y abrazarla! Tomé su brazo y en una exhalada de aire ella despertó, y me miró fijamente completamente anonadada y aturdida.

—Tranquila cariño, —Le dije murmurando con emoción—, ahora estás segura. Hay muchas cosas que explicarte ahora pero por el momento, solo descansa…