Nuestra mente es como un edificio lleno de puertas y nosotros mismos somos el portero que resguarda la puerta principal. Algunas veces no estamos ahí, vigilando quien entra o quien sale. En otros casos nos separamos por mucho tiempo o simplemente nos quedamos allí, cerrando todo para impedir que hurguen nuestros secretos.

Las puertas que están dentro de nuestra mente se encuentran unas abiertas y otras cerradas. Muchas de ellas incluso entreabiertas porque así los decidimos. Sin embargo, hay situaciones que se escapan de las capacidades de nuestra voluntad y nos expandimos sin querer hacerlo. Hay portales que no podemos cerrar, tampoco abrir a nuestro antojo; y se nos obliga a vivir con ello usando las habilidades que nos confieren.

Emily era una chica que tenía sueños extraños. Había puertas en su mente que no debían estar abiertas, y ella por curiosidad, abandonaba el portal principal de su mente, para atravesar aquellas entradas que la llevaban a aparentes mundos alternos. Emily tenía catorce años cuando perfeccionó su habilidad extraordinaria. Su padre; Antonio, y su madre; Raquel, gradualmente comenzaron a acostumbrarse a la rareza que padecía su hija.

Había noches insoportables en que los gritos de Emily se volvían agudos y escalofriantes, refiriéndose a lugares aterradores donde decía que había individuos con intenciones de lastimarla. Pero así como eran perturbadores esos días, también había noches tranquilas, en las que Emily simplemente dormía como si estuviese deambulando por los más apacibles sueños.

Sus padres intentaron ayudarla acudiendo a la ciencia, pero ni los distintos diagnósticos resultantes de exploraciones, exámenes y tratamientos, pudieron deducir la causa de la perturbación en que Emily se subsumía por noches enteras. Parecía ser una situación que no tenía mejora; pero por otro lado, parecía ser apropiada para un penetrante estudio. Quizás los sueños de Emily no son solo eso sino, más bien, un recorrido hacia mundos alternos reales e imperceptibles a nuestros sentidos.

Antonio atestiguaba que Emily hablaba sin parar al momento de adentrarse en esas pesadillas, y Raquel pudo corroborarlo; era imposible no escucharla puesto que hablaba muy fuerte dentro de sus episodios. Decía que recorría sitios informes, empinados y curvos. Edificios que se establecían hacia un lado y hacia otro pero no exactamente a como están construidas las edificaciones de aquí. Indicaba que, dichas construcciones, parecían ser erigidos para ser intransitables, aunque aseguraba que dentro de sus aparentes ventanas había luces que alumbraban sus espacios, lo que confirmaba que estaban siendo habitados.

A veces no era transportada hacia la misma ciudad, sino a una diferente y más aterradora. Expresaba que, el segundo lugar que recorría constantemente, parecía estar bajo tierra en algún desdichado mundo. Sus edificios no iban hacia arriba sino hacia abajo, enterrándose cada vez más en el suelo. Había luminiscencias con colores fluorescentes que servían como faroles naturales que iluminaban las calles. Emily pudo apreciar con sumo detalle sus avenidas repugnantes que eran como túneles sellados que al final, quizás, estaban obstruidos por alguna capa de tierra colosalmente gruesa.

Cada vez que la chica recorría aquel lugar, era dominada por un horror ascendente. Tal vez deambulaba por las calles de aquella ciudad enterrada y abominable por curiosidad, aunque eso le causaba un miedo que cortaba su respiración hasta casi desfallecer. Y una noche terrible, en que las sombras se hicieron más tenebrosas, continuó viajando hasta nunca más volver.

Sus gritos, como siempre, se escucharon esa noche como si fuesen aullidos de tortura de una persona desesperada. Antonio se había levantado antes, observando a su pequeña mientras hablaba sola. Luego comenzaron los chillidos y los bramidos, y fue cuando Raquel de impacto despertó. Emily, mientras recorría aquella ciudad oscura, se encontró con algo que casi paralizó su corazón. Era un ser que emergía de la tierra negra y vertiginosamente le daba forma a su cuerpo.

Sus extremidades eran como enredaderas, al igual que su cuerpo que las sostenía; y a medida que avanzaba a Emily estas se hacían cada vez más retorcidas. Emily del espanto huyó pero sin saber a dónde, solo quería esconderse de la mirada de aquella criatura espantosa. Sus padres, desde este mundo, espantados por sus gritos intentaron despertarla, pero Emily no reaccionaba, su mente estaba completamente atrapada en aquel lugar alterno, donde aquella aberración malévola no la dejará escapar hasta que la obtenga.