PREÁMBULO (PROSA POÉTICA)

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«El caos con frecuencia genera vida, cuando el orden genera hábitos».


— Henry Adams

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PREÁMBULO

En una mirada de soslayo, se conectaron nuestros ojos, como enlaces de una figura esplendente, con voz que con bramidos llama y forza a una verdad fastidiosa. Me vi entre tersos velos buscando perdón a la muerte, extirpando mis deseos que coaccionados gritan por el reposo eterno. Mis estigmas se revelaron en mis sentidos cargando la melancolía en el lecho, y a la sombra de recuerdos fui incauto de persuasión impía.

Primero fue un espasmo que ascendió de doloroso a placentero, luego fueron mis labios que tendidos en palabras insulsas invocaron la ladina muerte hedionda, fastuosa y sin sentimientos llena de perversidad y desdeño. Subsiguientemente me vi rodeado de oscuridad, sumergido entre las tinieblas más temibles acompañadas por ecos de tormento. Giré varias veces perturbado por la ilusión, y luego volví en sí al cobijo de una mirada amatista.

Sus cabellos eran como el carmín; a veces oscuros y relucientes, con un soplido apagaba el fuego de mis miedos emplazando la calma. Ella era hija de la luna y hermana de la bruma que la acompañaba. Portaba vestimentas arcaicas como un luto eterno y entre las fondas de su piel había porcelana, reluciente como una joya argentina y tan lisa como el mármol.

Acarició mi mejilla con sus dedos, encendió las fuerzas de mi alma; y reemplazó con una palabra los bravíos rápidos de mi memoria. Agitó sus cabellos con fuerza, señalándome apacible nuestra naturaleza. Ella aseguraba venir de una estirpe antigua, maldecida por la inmortalidad, jugando a ser personas en un mundo bestial arriendado por los vivos quienes los ven con curiosidad.

Mi corazón se detuvo, mis órganos dejaron de moverse, pues concedieron a la muerte despierta todas las dimensiones de mi conciencia. El alma se me arrebató de las manos. Quedé en completo abandono por parte de las sensaciones. Me convertí en una imitación de la vida, rogaba por el sustento de aquellos que respiraban y en un impulso atroz les despojaba de su vitalidad.

En mi deambulo como un gran predador destazaba las carnes de quienes se ofrecían; insertaba mis larguiruchas uñas de azabache y me escondía entre las sombras hermanas de una sinuosidad resguardada. No sentía ni lamento ni perdón, imploraba por el castigo de alguna entidad divina, que esgrimiendo con su espada dividiera mi cuerpo mancillado y liberara mi mente de esta vida sin sentimientos.

Fue hacia las vigilias a quien me dirigí, quienes parecían la únicas que podían escucharme; confusas, aisladas y aun así tan anheladas, tan comprensivas a los albores de este panorama tan desdichado. Posé las yemas de mis dedos en mi cuello intentando comunicarme. Cerré los ojos un instante perturbado por la ambrosía. Las ráfagas de mi gélido aliento intentaban tomar el control de mi entorno, haciendo más frágil mi entrada al paraíso.

¿Hay alguna forma de contactar de nuevo a la muerte? ¿Cómo convivir junto a las ominosas y monstruosas verdades de la inmortalidad? Ni pasión por un amante ha entrado por mis ojos; todo lo olvidé, como una reminiscencia que se convierte en corpúsculos hasta desaparecer.

FIN


Escrito por @universoperdido. 16 de Febrero del 2021


Las fotografías son de mi propiedad, tomadas con un celular moto e4 y editadas con Snapseed.

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Relatos de la serie Antropo

PRIMERA PARTE: ADÁN Y EVA
SEGUNDA PARTE: EDÉN
TERCERA PARTE: EL VIAJE
CUARTA PARTE: PARAÍSO
QUINTA PARTE: GÉNESIS
SEXTA PARTE: PROCREACIÓN
SÉPTIMA PARTE: APSIRTO Y MEDEA
OCTAVA PARTE: NOÉ
NOVENA PARTE: EL REENCUENTRO
PARTE FINAL: HERMOSA ESPERANZA


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Un relato en prosa poética nutrido (casi de modo barroco) de inusitadas y sensoriales imágenes, que nos permiten recrear una experiencia cercana a la belleza y al horror, de modo ambivalente. Muy cercano al espíritu de los poemas en prosa del original escritor venezolano José Antonio Ramos Sucre. Saludos, @universoperdido.

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