Girls DON'T need daddy | My experience

Para no hacer la historia tan larga, es muy normal o común que las hijas lleguen a tener algún conflicto con sus padres. En mi caso, el mío desde joven no ha estado muy de acuerdo con mis decisiones y gustos, aunque con el tiempo fue aceptándolas, hasta aquí todo normal, muy común. Pero al llegar a un punto en el que no sabes qué es verdad y qué es mentira en todo lo que se refiere a esa persona, a veces raya en lo hilarante y otras… pues, no tanto.

En muchos momentos que necesité de su apoyo, su consuelo, terminaban en palabras que calaron tan profundo que incluso hoy, aún recuerdo hasta en qué tono y con qué gesto se dijeron. No digo que siempre haya sido así, tengo buenos recuerdos a su lado. Pero siempre lo que no nos gusta es lo que prevalece.

Algunas indirectas y manipulaciones, hasta meses sin hablarnos. Una niña siempre necesita a papá, es su primer y único amigo. No siempre es así, lo descubrí a las muy malas. Una figura presente y ausente, que poco a poco llevó a lo es hoy, una forma amorfa de estima-indiferencia que ambos hemos formado, donde él miente y yo oculto, en donde el no hacer nada lo es todo y solo termino pensando ni él merece tanto, ni yo tan poco… yo lo permití. Muchas veces me culpo a mí misma por esta situación, cuando la realidad la culpa es de él por nunca asumir la verdad y no ese mundo que él solo se creó, por aprovecharse de las cosas que puedo y he ido logrando con tanto sacrificio.

Me consigo imaginando que todo sería mejor cuando me vaya o se lejos… simples epifanías. Otras veces me digo ¿aún a esta edad y sigues taladrándote la cabeza con ese asunto?, sí, y así será hasta que mi espalda termine de partirse por esa carga y afloje.