Todas las mañanas cuando salgo a pasear a mi perro, veo a un niño asomado en la ventana de una casa vecina; ya se ha convertido en rutina oírlo decir: “Ahí está mi mamá, pero mi papá no ha llegado”.

Años atrás su casa era una algarabía. Su padre, un hombre joven, trabajador, con sueños de superación y asentamiento de un hogar de clase media –con tendencia a la baja- solía jugar desde tempranas horas con el pequeño Axel, quien se despertaba antes de que su padre se fuera a trabajar. Por las tardes al volver el hombre, corría por el parque con un cinturón ajustado en su espalda y un palo enfundado simulando una espada de samuray. Su pequeño hijo de tan solo 3 años portaba otra espada igual.

La madre por su parte, también joven y trabajadora, se ocupaba de los asuntos del hogar, y cada tanto se asomaba a la puerta para ver a su par de locos correteando por el parque; los llamaba y les ofrecía un juguito.

Eran la familia perfecta llena de amor, al menos lo que se podía ver sobre la superficie del iceberg familiar. Habían arreglado y ampliado la casa con sacrificio y se habían comprado un auto usado para solventar los problemas de trasporte que comenzaban a arreciar en el país. Construían juntos sus sueños.

Sin embargo, la terrible crisis económica y moral del país, que iba in crescendo, comenzó a hacer mella en esa bella familia, generando discusiones por asuntos económicos, y el hecho de que los sueldos no alcanzaban para cubrir las necesidades mínimas del hogar. Diferencias de criterios para generar ingresos extra o propuestas extremas de abandonar el país en busca de mejores oportunidades, ocasionaban fuertes pleitos que ocasionalmente se oían en casas vecinas.

Una tarde encontré al vecino, sentado en la acera frente a su casa, acongojado y lloroso, y me comentó que se iría de casa por problemas que no quiso compartir, y que así conseguiría suficiente dinero para que no le faltara nada a sus hijos… y esa fue la última vez que lo vi.

Desde ese día hasta hoy han pasado tres años, y me parte el alma ver a ese pequeño, ya de seis años, esperando el milagro de ver a su padre entrar por la puerta de su casa con ese traje improvisado de ninja, y que vuelva su añorada y reprimida infancia.

Todas las noches llega un hombre que ayuda a su mamá y la apoya. Incluso, se ha acostumbrado a verlo dormir ahí de vez en cuando, pero se niega a jugar con él o decirle papá como querría ella.

Sentado en su ventana espera el regalo más preciado de navidad. Qué importan los juguetes, la ropa, los zapatos, los útiles escolares, que nunca le han faltado. Él solo quiere un regalo, que pareciera nunca llegar: su amado y recordado padre.

Reglas del concurso

... un mínimo de 200 palabras y un máximo de 500. El tema es NAVIDAD en el mismo deben aparecer estas palabra: “amor”, “ayuda”, “milagro” (Las palabras debe ser idéntica).