No sabía que como llamar a este sentimiento o simple sentir, estaba seguro, cálido y muy bien alimentando. Mucho antes de que el mundo me recibiera todo esto lo tenía y de cierto modo era feliz sin saber cómo expresarlo, tan solo viviéndolo.

No sé cuánto tiempo pasó para empezar a sentir miedo. Al momento en que la calidez empezó a enfriarse, haciendo que mi pelaje dejará de estar empapado, cuando al abrir mis ojos veía cosas extrañas que me hacían temer y volver a cerrarlos para luego llorar. Esas cosas de dos extremidades inferiores tal vez pensarían que tenía hambre, pero realmente solo tenía temor de ellos y de todo lo que veía, aunque rápidamente el temor se desvanecía cuando sentía la calidez de sus lamidas en mi lomo y cabeza. Algo que me hacía nuevamente estar seguro, cerrar los ojos pero para dormir mientras me conectaba con ella para alimentarme de su amor.

Entre mis hermanos nos peleábamos por obtener el amor de nuestra madre, pero ella siempre nos daba el mismo amor a todos. Aunque un día la vi preocupada y llorando, pues uno de mis hermanos estaba enfermo. Hasta que una noche la escuche llorar mucho mientras dormía, no entendía qué pasaba, pero intente consolarla en el silencio para no molestarla. Al día siguiente dejamos de ser ocho hermanos para solo ser siete. Busque desesperadamente entre todos esos objetos y paredes grises, pero no lo halle.

Al pasar el tiempo los hijos de esos gigantes llamados humanos, nos tocaban mucho y nos tomaban entre sus manos mientras mostraba descaradamente sus dientes; yo estaba pequeño aun pero al crecer iba a tener unos dientes mucho más grandes que las de ellos. Nuestra madre nos enseñó algunas cosas del mundo, algo que siempre nos recordaba era que algún día tendríamos que separarnos para conocer humanos que nos necesitaban en sus vidas, y que seriamos los mejores amigos de ellos, nos iban a querer, proteger y alimentar tal y como ella lo hacía pero a su modo.

Pasaron varios meses y esos humanos nos lastimaron con esas cosas puntiagudas las cuales tenían un liquido parecido a lo que tomábamos todos los días, pero no entendía, lo que yo hacía no dolía, más bien hacia que me sintiera bien, eso que hicieron con nosotros, al contrario nos produjo dolor; esa noche nuestra madre nos dio cariño con su lengua para que dejara de doler mientras nos cantaba una canción.

Con el tiempo tuve que ir despidiéndome de cada uno de mis hermanos, estábamos preparados ya con antelación, pero cuando se vive el momento en que realmente te das cuenta que está sucediendo es muy triste. Todos ellos se fueron con cada persona con la que haría una conexión de amistad fraternal y fiel, yo sin embargo aun estoy con mi madre y me he convertido en el mejor amigo de ese pequeño que me mostraba sus dientes, a lo que ahora sé que nos sonreía.

Era muy divertido jugar con la pelota, me encanta cuando la lanza muy lejos para salir corriendo a buscarlo y traérselo. Era algo muy emocionante sentir el viento chocar con mi trompa y lengua. Él también me alimentaba con unas pequeñas croquetas muy deliciosas, pero luego descubrí lo rico de la comida humana cuando por debajo de la mesa lamia sus manos para que me diera algo de comer. En la noche regresaba con mi madre a contarle lo bien que lo había pasado. Había algunos días en concreto en que me mi mejor amigo y yo nos bañábamos juntos con mucha espuma y agua, esos momentos y otros aún lo veo sonreír algo que me hacía mover la cola de felicidad.

Pasaron varios años y él creció al igual que mi madre empezó a envejecer, ella estaba realmente enferma y no sabía qué hacer, yo hacía lo mismo de siempre, solo estar a su lado en silencio lamiendo para que se sintiera bien así como ella lo hacía cuando mis hermanos y yo sentíamos dolor. Mi mejor amigo dejo de sonreír para llorar al igual que yo al ver que mi madre dormía para siempre y que había dejado este mundo. Yo no me sentía solo, pues tenía alguien que me amaba, pero una vez más cuando sientes la realidad es algo que duele y no se puede ignorar.

Los padres de mi mejor amigo una noche empezaron a discutir muy fuerte, por lo que intuí que algo malo pasaba, así que fue hasta donde estaba él para protegerlo y hacerle sentir que todo iba estar bien y que dormiría en su cama para hacerle compañía. Cuando la luz se apagaba y desde arriba caía agua y destellos que me daban miedo, él siempre se acercaba a protegerme ya que no estaba mi madre para hacerlo.

Una vez en mi rebeldía salí a la calle porque la puerta estaba abierta, a pesar de que al inicio fue divertido, luego me sentí muy agobiado y nostálgico, estaba perdido, asustado y empapado por la lluvia. Había mucho ruido donde estaba y solo quería regresar a casa. Paso mucho rato hasta que me pudieron conseguir, desde ese entonces no me escape más.

Mi mejor amigo creció y tuvo sus propios hijos a los cuales conocí, a su vez él me presentó a una dama hermosa con la que tuve también mis hijos y a los que vi crecer.

Pero el tiempo me estaba pasando factura, ya no podía correr tan rápido cuando íbamos en el parque, y a veces cuando me daba de esa comida humana que tanto me gustaba me caía mal. Estaba igual que mi madre y de cierto modo supe que se acercaba mí tiempo. Así que hice todo mi esfuerzo para enseñarle todo lo que sabía a mis hijos y retribuirá mi mejor amigo todo el amor que me dio en esta vida.

Esa noche cuando casi no podía respirar él empezó a llorar y abrazarme, yo estaba feliz y triste por tener que despedirme de mi persona favorita, pero muy en el fondo estaba agradecido por tener un mejor amigo como él, que me cuidara, que me buscara cuando me perdiera, que estuviera para mí y yo para él siempre. Tantos lugares que conocimos, mi favorito la playa, porque era un lugar lejano donde podía sacar la lengua cuando íbamos en el auto y luego correr junto a él en la húmeda arena. Algo que no podré olvidar fue lo divertido de nuestras travesuras, recuerdo que salimos corriendo cuando hice popo en el patio de su vecina, una mujer muy gruñona alérgica a los perros.

Yo extrañare despertarlo con mis lamidas; siempre se quedaba dormido a pesar de que ese objeto extraño que se la pasa en sus manos hiciera tanto ruido. Ese último día su hijo lanzó la pelota muy cerca para yo no agitarme mucho, estaba realmente feliz. Pero de pronto aquello que empecé a recordar mientras él seguía abrazándome y yo acostado en esa cama de un lugar frío y extraño, comenzó relajarme y darme sueño, ya no sentía el dolor por mi vejez, ni dolor por no volverlo a ver, ni siquiera supe en el momento en que esa cosa puntiaguda penetro mi piel, simplemente me deje llevar por el último amor que él me dio.

Ojala todos los perros como yo tengan un mejor amigo como él.