Paisajes bucólicos y síndromes de Bizancio
Como no podía ser de otra manera, la Musa eligió la sensibilidad de un poeta para definir algo tan cargado de bucólica melancolía, como es el inefable paso del tiempo.
Bizancio, o lo que es lo mismo, el Imperio Romano de Oriente, fue, no cabe duda, todo un derroche de esplendor y magnificencia.
La metafórica Cueva de Alí Babá, donde los emperadores bizantinos parece que también nacían con el don de Midas; es decir, el don de convertir en oro y belleza todo aquello cuanto les rodeaba.
Pero todo ese esplendor, toda esa inconmensurable magnificencia, en definitiva, toda su cautivadora belleza, no pasó a ser recuerdo en las gélidas páginas de la Historia por la conquista turca, sino por la obra de aquél otro conquistador inefable, cuyo golpe mortal se abate sin compasión tanto sobre miserables seres humanos, como sobre imperios y civilizaciones: el Tiempo.
Por eso, para definir esa sensación de pérdida, ese concepto de pasajera volatilidad que en el fondo somos, el poeta Luis Cernuda definió el inefable paso del tiempo -o la mortalidad- con el nombre sui géneris de Síndrome de Bizancio.
AVISO: Tanto el texto, como las fotografías que lo acompañan, son de mi exclusiva propiedad intelectual.
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