Casi que no consigo algo con que escribir; ahora estoy escribiendo con una pluma y ya veo que me está fallando en este momento pero seguiré escribiendo. Debe ser que, lo que voy a escribir no me convendrá y de alguna manera mi suposición tiene razón. De un tiempo para acá, me ha estado buscando un muchacho llamado Jorge. 

No sé…. pero me intriga su actitud. Mi madre dice que esto, no deja de ser más que un simple interés, pero no porque esté interesado en mi, sino por lo que tengo para ofrecerle. Esto aún no me convence. Mucha gente me dice que las madres tienen un sexto sentido muy desarrollado en sus hijos, tal vez esto sea cierto, pero no siempre pasa algo así. 

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De pronto el fin de semana me llamó para salir a caminar un rato los dos juntos por la noche. 

De repente entramos a un bosque lleno de árboles y en frente de nosotros no veíamos más allá de nuestras narices. Era muy oscuro y no trajimos con nosotros alguna linterna. Corría el año 1997 y no existían los celulares con linternas. Así que debimos pasar el bosque sin separarnos y tener cuidado donde pisábamos.  Normalmente, escuchas muchos ruidos en los bosques cuando es de noche. Teníamos que pasar aquel paraje para tomar algo aunque sea una bebida caliente. 

Pero mientras más avanzábamos, más nos encontrábamos perdidos y la situación ya me parecía un poco mal porque no me parecía normal que el camino fuera tan largo y en medio de la noche.  Hacía un poco frío y Jorge me prestó su chaqueta. Llegamos a algo así como… una casa en ruinas, yo no quería entrar porque el lugar me provocaba uno que otro escalofrío. Jorge me rogó una y otra vez para entrar allí, así que me convenció. 

La casa estaba bastante mal, no me daba confianza ni siquiera dar un paso porque el piso estaba completamente destruido, había mucha humedad y murciélagos que iban y venían. No sabíamos qué hacer o por dónde caminar. Al final decidimos deshacer nuestros pasos y salir por donde entramos. Mala señal. 

Queríamos subir al segundo piso para ver la vista de la ciudad, pero uno de los peldaños en madera se rompió y caímos como un par de idiotas al suelo. En vez de reírnos por nuestra desventura, terminamos discutiendo ya que el golpe en el tobillo no me ayudaba mucho. 

Al final logramos salir de allí y regresar a casa casi al amanecer, con dolor en el tobillo o sin el. Planeamos regresar aquella casa otro día que estuviéramos más preparados para ello. Pero lo que no pudimos entender es cómo pasó el tiempo tan rápido sin darnos cuenta. 

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Tampoco entendimos como es que esa casa estaba allí. Jamás habíamos visto algo así, ni siquiera por casualidad. No sabíamos que en aquel bosque había algo deshabitado y en ruinas. Así que otro día vamos a visitar aquel lugar con linternas y algo para comer. Primero lo haríamos de día y después podríamos hacerlo de noche para conocer más el camino…