Libre de ruidos

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Aquella tarde el sol agonizaba en el horizonte mientras estábamos sentados en uno de los bancos del parque. Habíamos parado a descansar luego de correr varios kilómetros.

—Estoy agotado —solté.

Belladona tenía los ojos cerrados, como intentando grabar a través de los otros sentidos, la suavidad de la brisa otoñal que rozaba nuestros cuerpos y el olor a humedad mezclado con las miles de hojas muertas bajo nuestros pies.

—Me siento viva —dijo con un hilo de voz que se coló de entre sus rojos labios carnosos.

Callé. Me sentía de la misma forma a pesar del cansancio.

—Es raro que una persona cómo yo lo diga —prosiguió al cabo de un rato—; pero así me siento: liberada de un peso que me asfixiaba… ¿Sabes lo que es el ruido?

La miré fijamente debido a la obviedad, pero ella continuaba aislada dentro del mundo de sensaciones que ofrecía el momento. Deduje entonces que la pregunta solo era la punta del iceberg y pregunté:

—¿A qué te refieres?

Hubo silencio. Amaba esos silencios. No tenían un significado especial, pero traían consigo el recuerdo de un acuerdo tácito, producto de la confianza entre ambos. Luego, como si hubiera ordenado sus pensamientos, empezó:

—Imagina que eres un rascacielos y que en el último piso reside tu consciencia. Ten en cuenta también que ese piso no es cualquier cosa, pues en contraste con los inferiores, se trata de una suite lujosa que abarca todo el lugar y tiene piscina en la terraza.

Dejé de ver el crepúsculo y bajé los parpados, adentrándome en el escenario.

—Un sitio agradable —dije.

—Ni tanto. Todo depende de los inquilinos y lo que les permitas hacer.

—¿Y quiénes son los inquilinos?

—Cualquier forma de pensamiento: recuerdos, ideas, sueños, propósitos, divagaciones, angustias, secretos, preocupaciones, etc. No importa sobre qué trate, siempre y cuando pueda ponerse en palabras, habrá espacio para ellos en la suite.

Me hice una idea de cómo sería la convivencia entre ellos y comprendí.

Sin embargo, me obsesionaba más no poder ubicarlos en un solo lugar. Resultaba engorroso. No obstante, a Los secretos les conferí el baño y las habitaciones cerradas.

Por otro lado, supuse que Las ideas estarían en la piscina bronceándose, me parecía lógico. Con Los recuerdos la tuve más difícil y terminé dotándolos de una existencia fantasmal, casi omnipresente.

Luego llamaron a la puerta Los propósitos, en plena organización, y les permití estar en la sala el tiempo que quisieran.

En las paredes ubiqué a Los sueños; enmarcados como estaban, eran obras dignas de ser vistas. Confieso que lo más extenuante fue lidiar con Las divagaciones... Al final, rendido ante su naturaleza indómita, dejé que se pasearan a su antojo por la suite.

Quedaban por ordenar Las angustias y preocupaciones, pero no sabía qué hacer con ellas.

—Son invitadas no deseadas, estridentes y bulliciosas —dijo Belladona, como leyéndome el pensamiento—. Lo irónico es que las dejamos entrar a diario. Y cuando eso pasa, ensucian las paredes y rasgan cualquier pintura colgada... Echan todo a perder. Además de enrarecer el aire y debilitar a quien lo respire. En pocas palabras, son como aves de mal agüero que traen consigo el horror de las tragedias.

—Pero esas tragedias solo tienen lugar allí, ¿cierto?

—Sí. Todo acontece en la suite.

—Entiendo —dije, sin esperar respuesta.

Mientras tanto, el viento anunciaba el acaecer de una noche fría y la ropa sudada se adhería a mi cuerpo. Abrí los ojos. A lo lejos, el sol lanzaba sus últimos destellos y el cielo a su alrededor los extinguía con su oscuro manto. Belladona parecía haberse dormido a mi lado después de unos minutos. En el parque reinaba la tranquilidad; y por primera vez, tuve la certeza, que en nuestras mentes también.

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La imagen utilizada pertenece a Freestocks.org, fotógrafo de Unsplash.com.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.



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Me sentí parte de la historia. Es hermosa la trama, encierra mucho sentimiento y se mezclan con estados de ánimos curiosos. Hay algo especial en este texto. Felicitaciones, gran logro. Saludos.

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Gracias, me alegra saber que le ha causado tal impresión. Saludos.

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Saludos mi corazón. Me ha encantado este escrito descriptivo y la comparación del rascacielos con lo pasa por nuestra mente.

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Me alegro por ello. Gracias por pasar.
Saludos :D

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A veces es necesario un espacio libre de ruidos para poder hacer una pausa y luego continuar. Bella narración.
Saludos cordiales

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Mejor no pudiste expresarlo. Gracias por la visita.
Saludos.

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Me encanta la metáfora que has utilizado para los pensamientos como inquilinos de la suite, has ubicato cada una en su sitio. Sublime!

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Gracias. Me alegra volver a verte.
Saludos.

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